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Heraldo del Campo

Casas y viñedos para recuperar la vida del lugar donde crecieron

Rebeca Araujo y Nicolás Brun regentan la finca de casas rurales Moliniás desde la que trabajan en la recuperación de viñedos antiguos de la zona.

Rebeca y Nicolás en la finca que regentan desde 2019.
Rebeca y Nicolás en la finca que regentan desde 2019.
R.A.

La pareja barbastrense Rebeca Araujo y Nicolás Brun representan la nueva generación al frente de las casas rurales de Moliniás y su entorno, en el valle de La Fueva (Huesca). Tres asentamientos antiguos y abandonados -Moliniás, Mariñosa y El Mediano- forman esta finca de alojamientos turísticos a las que incorporaron su pasión por el vino con la plantación de viñedos.

Esta zona, en un terreno de condiciones muy duras por su orografía, acogía casas de labor dedicadas a la explotación agropecuaria y forestal que fueron abandonadas en los años 60. Los padres de Nicolás y un grupo de amigos compraron el terreno, que acondicionaron para el turismo rural y regentaron durante 15 años, hasta que en 2019 llegó el relevo generacional.

La pareja decidió trasladar su vida y su trabajo, asentada en Barbastro, a la plena naturaleza oscense en la que han crecido, para recuperar la tradición de la finca rural. Brun continúa con su trabajo como enólogo en una bodega y de ahí el interés por la plantación de viñedos en la finca. Ya en el 2012 comenzó con una plantación experimental en la zona que ahora, tras coger las riendas, cuenta con casi cuatro hectáreas.

Un vino especial

Es una tierra con características que complican su trabajo. Por eso se deshabitó. Sin embargo, este enclave a 900 metros de altura, en la falda de la Peña Montañesa y entre muros ancestrales de piedra, reúne todas las condiciones para elaborar un vino particular. "Para hacer un vino especial necesitamos unas viñas especiales", añade Araujo.

Gracias a este trabajo, la pareja ha podido recuperar distintas variedades de viñedos de la zona, incluso algunas que datan del siglo XI y que "no están en otro lugar", añade Brun. A través de esta recuperación y de la nueva plantación, contribuyen a mantener el equilibrio del ecosistema y regeneración de la vida de los suelos.

Las viñas se encuentran a 900 metros de altura.
Las viñas se encuentran a 900 metros de altura.
Casas Rurales Moliniás

Es una tierra con historia vitícola en la que la pareja trata de producir un vino ecológico con muy poca intervención. La calidad del suelo complica este trabajo, "una plantación de viñedos para crecer y expandirse necesita muchos años, en nuestro caso tiene tres o cuatro veces más coste", explica Brun.

En primer lugar, apuestan por "el consumo de la gente que viene a vernos y después trabajar en exportarla", cuentan. "Hay gente que ya pregunta por ello", añade Rebeca Araujo.

Otros trabajos desarrollados durante este tiempo para devolver la vida a la finca han servido para recuperar caminos antiguos. Por este motivo cuentan también con una red propia de senderos, con las rutas que conectaron a diferentes niveles los pueblos de la zona durante siglos. Además, estos parajes y la altura en la que se encuentra la finca favorecen a un espacio libre de contaminación que permite por las noches observar las estrellas sin inconvenientes. Para mejorar esta experiencia, Rebeca y Nicolás trabajan en la instalación, junto a los viñedos, de una plataforma de madera desde la que observar e interpretar el cielo nocturno. También prevén hacer catas originales con vistas a la montaña y el valle.

Respecto al vino, el objetivo es contar en el futuro con una "experiencia que englobe la naturaleza con la gastronomía y poder entrar en el mundo del enoturismo", explica Rebeca Araujo, que espera de este modo darle una nueva vida a la finca familiar hasta la siguiente generación.

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