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coronavirus

Un mes sin mascarillas en exteriores: ¿Ha influido su retirada en el aumento de los contagios?

Los expertos creen que, aunque su eficacia epidemiológica en espacios abiertos es limitada, su "efecto simbólico" es enorme y su uso contribuye a no relajarse en la batalla contra la pandemia.

Muchos zaragozanos continúan usando mascarillas en la calle.
Muchos zaragozanos continúan usando mascarillas en la calle.
Oliver Duch

En Reino Unido celebran la "libertad total". En Australia se ha vuelto a restituir la mascarilla obligatoria. La variante delta del coronavirus ha reavivado el debate en torno a este elemento de protección y en España también hay opiniones de la más diversa índole. Baleares y el País Vasco llevan días pidiendo al presidente Pedro Sánchez que vuelva a imponer las mascarillas en la calle y relacionan la nueva y cruda ola de contagios con la liberación de algunas restricciones.

Fue el pasado 26 de junio cuando las mascarillas dejaron de ser obligatorias en espacios abiertos. Aquel día se contabilizaron en Aragón 66 contagios. Ahora, casi un mes después, son 766 los notificados por el Departamento de Salud de la DGA. Entonces, la positividad era del 6,5% y ahora se está rozando el 20%. Hace un mes había 74 camas ocupadas en los hospitales por pacientes covid, mientras que en la actualidad son más de 200. ¿Se puede encontrar un vínculo entre el fin de algunas restricciones y la eclosión de la sexta ola de contagios? ¿O es todo exclusivamente achacable a las nuevas y más resistentes variantes del virus? 

Para evitar la propagación de la covid, los expertos coinciden en señalar en que la mascarilla es recomendable siempre que no se pueda mantener la distancia de seguridad, ya sea en espacios abiertos o cerrados. No entran los epidemiólogos a valorar si las restricciones se levantaron de forma precipitada, pero el propio Fernando Simón, director del Centro de Alertas Sanitarias, ha insistido esta semana en que “la mascarilla sigue siendo obligatoria al aire libre cuando existen aglomeraciones y situaciones de riesgo”.

Las mascarillas puede que no sean el elemento más efectivo de protección contra el virus, pero sí tienen efecto psicológico importante y contribuyen a recordar que la pandemia sigue presente. La división de opiniones sobre su eficacia se deja entrever también en la calle y en los centros de salud aragoneses, donde comentan que mucha gente que la dejó de llevar el mes pasado ha vuelto a ponérsela con motivo de esta nueva ola. A las puertas del centro de vacunación del Seminario calculan que más del 60% de los zaragozanos siguen llevando la mascarilla por la calle aunque haya dejado de ser obligatoria y lamentan que esta prudencia no se esté traduciendo en menos cifras de contagios.

El epidemiólogo Pedro Gullón no cree que la administración haya trasladado un mensaje contradictorio al permitir quitarse la mascarilla en espacios abiertos porque aquello “era un hito”, que ni siquiera llegó a darse en la mayoría de países europeos. “Las mascarillas al aire libre tienen un efecto simbólico enorme, pero su efecto epidemiológico es relativamente pequeño. La mascarilla es sobre todo útil cuando en sitios cerrados, pero cuando tenemos distancia y al aire libre existe mucho debate”, dice Gullón. Algunos de sus colegas afirman que las mascarillas sí son un barrera de protección efectiva como ha podido verse, por ejemplo, a la hora de frenar los casos de gripe o bronquitis, que este año, al menos hasta el momento, han sido muy escasos.

En el Consejo Interterritorial de este martes algunas Comunidades Autónomas pusieron sobre la mesa la conveniencia de volver a la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores. Las que abanderan el regreso a las restricciones ya han recomendado encarecidamente a sus ciudadanos que no se despojen de las mascarillas en ningún momento, pero son conscientes de que no tienen un poder coercitivo. De hecho, los decretos y leyes que prohíben u obligan a su uso son competencia del Gobierno central, que no parece dispuesto a dar pasos atrás con esta medida. Otras herramientas con las que sí podría tratar de frenar esta ola son las consabidas de restricción de movilidad, el toque de queda o los confinamientos perimetrales, que han de aprobar los gobiernos autonómicos, y cuya amenaza sobrevuela localidades aragonesas en picos máximos como puede ser Jaca.

Los ciudadanos prefieren seguir usando la mascarilla en el exterior

María Sastre, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, cree que se está atribuyendo el aumento de contagios a la preponderancia de la variante delta y, aunque reconoce su incidencia, "lo más relevante es que se han relajado las medidas contra el virus". Considera que el problema de que la nueva ola se haya originado entre los jóvenes la hace potencialmente más peligrosa porque, por un lado, son los más vulnerables al no estar vacunados y, por otro, son grandes transmisores del virus por su  amplia vida social. De hecho, "quizá más efectiva que la vuelta a las mascarillas sería ralentizar la desescalada del ocio nocturno", entendiendo, además, que los jóvenes son los que menor o peor uso hacen de las mascarillas. De hecho, el origen de los  nuevos rebrotes se atribuyen en muchos casos a las fiestas de final de curso, las concentraciones de la Evau, las primeras escapadas de verano...

Los sanitarios advierten de que la reunión
de un grupo numeroso en una terraza también debería considerarse una situación de riesgo

Explican en los centros de salud que uno de los problema "a la vista de cualquiera- se da cuando se junta un grupo de seis u ocho jóvenes en la terraza de un bar.  Suelen hablar casi a gritos y no llevan la mascarilla por estar en exterior y porque van a consumir. Éste sería uno de los supuestos donde más riesgo de contagio se corre y podría incluirse en lo que Simón llama 'situación de riesgo o ‘aglomeración’. Peor es el caso de los interiores de los bares, donde el cliente tras cada sorbo debería volver a poner y quitarse la mascarilla pero, de facto, nadie lo hace. Los ascensores y otros espacios de escasa ventilación siguen siendo una trampa si se va sin mascarilla. Una prueba de que la sexta ola es eminentemente joven es que el decreto del pasado 26 de junio también permitió que dejara de llevarse esta protección en las residencias sociosanitarias donde más del 80% de los usuarios hayan sido vacunados con la pauta completa. El personal y las visitas sí deben seguir llevando la mascarilla, pero  en estos espacios, en las últimas semanas, no se están dando excesivos problemas.

Hace menos de un mes del cambio y los contagios no han dejado de aumentar

“La covid se contagia sobre todo hablando con alguien sin mascarilla, porque el virus sale de la respiración del infectado y el sano respira parte de ese aire que está muy concentrado”, explica el experto en aerosoles José Luis Jiménez, que advierte que no hay que quitarse la mascarilla para hablar o cantar porque entonces “sale de diez a cien veces más virus que simplemente respirando”. El catedrático de Química y Ciencias Ambientales de la Universidad de Colorado también pone el acento en que quienes hagan uso de la mascarilla la lleven bien ajustada y, de hecho, comparte un vídeo en Twitter como tutorial para evitar que el virus "se escape entre los huecos” a pesar de la barrera de protección.

En lo que están de acuerdo todos los expertos consultados es que, a pesar del incremento de la vacunación e incluso de la inmunidad colectiva, aún habrá que acostumbrarse a llevar mascarillas durante muchos meses más (si no años) en el transporte público, los museos, los comercios, los gimnasios… El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) publicó hace unas semanas una guía para orientar a los países europeos en el ansiado regreso a la antigua normalidad y también invita a ser prudente en lo que a recuperar la libertad nasobucal se refiere. En este documento se habla de los geles hidroalcohólicos, la ventilación, la distancia social y, por supuesto, las mascarillas, cuyo ocaso vincula estrechamente con el porcentaje de vacunación de la población.

“Lo peor que podemos hacer los epidemiólogos es predecir. Por ahora, todas las predicciones exactas y con tiempos exactos que hacemos, salvo aquellas que son a muy corto plazo, suelen salir mal”, comenta Gullón. Por descontado, ahora que se está preparando la vuelta del público a los estadios (las ligas empiezan en apenas tres semanas) también dentro de los pabellones será imprescindible portar la mascarilla, aunque sea más incómodo vitorear y silbar con ella puesta. Los profesionales de los centros de salud advierten también de que son los mismos jóvenes los que llevan peor la llamada ‘fatiga pandémica’ y eso les lleva a relajar la protección personal de costumbres como ventilar correctamente, usar los geles hidroalcóholicos o portar las mascarillas.

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