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CORONAVIRUS

¿Cuándo dejará de ser obligatorio llevar mascarilla en los espacios abiertos?

Estos días se plantean distintas hipótesis: los más optimistas auguran que en julio y los agoreros dicen que habrá que llevarla hasta finales de año. Fernando Simón vincula su desaparición al logro de la llamada 'inmunidad de rebaño'.

Reparto de mascarillas en la calle poco después del fin del confinamiento.
Reparto de mascarillas en la calle poco después del fin del confinamiento.
Oliver Duch

Casi sin pretenderlo, el presidente gallego ha abierto la caja de los truenos. Núñez Feijóo ha augurado que para “julio o agosto” todos podremos en las calles "ir mudando la máscara por la faz" (la mascarilla por el rostro, vaya). Es una previsión optimista, que otras autoridades han tratado de enfriar. Sin ir más lejos, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el zaragozano Fernando Simón, se ha apresurado a decir que todo dependerá de cómo evolucione la vacunación y que dejar de llevar mascarilla sería “dar un paso atrás”, al menos, hasta que no haya más de un 70% de población vacunada.

Los planteamientos en los distintos países están siendo muy dispares: Estados Unidos plantea que los vacunados dejen de llevarla, en Israel ya es una rareza verla en espacios abiertos e, incluso, en Gibraltar ya se han hecho experimentos para suprimirla.

Es cierto que el proceso de vacunación en España está cogiendo velocidad de crucero en las últimas semanas, pero parece poco probable que para julio esté el 70% de los españoles inmunizados. Los epidemiólogos, además, advierten de que todos estos cálculos se están haciendo teniendo en cuenta únicamente a la población mayor de edad y que la franja de los adolescentes pueden ser también un factor de riesgo. De hecho, las farmacéuticas está sugiriendo que debería vacunarse también a los jóvenes de entre 12 y 15 años porque recuerdan que mientras haya no vacunados el virus seguirá moviéndose libremente.

No saber cuánto tiempo dura la inmunización generada por las vacunas puede prolongar la recomendación de uso de los cubrebocas

Al actual ritmo de inoculaciones, la ansiada ‘inmunidad de rebaño’ España la alcanzaría a finales de agosto (en cien días, calcula Pedro Sánchez), pero los retrasos en el suministro y la amenaza de las nuevas y más resistentes variantes hacen temer que se cumpla este calendario. Señalan los expertos que, no obstante, en Israel se eliminó la obligatoriedad de portar mascarilla en espacios abiertos con solo el 53% de la población vacunada y no se generaron excesivos problemas.

El deshacerse de las mascarillas es un deseo común desde que hace un año se impusieran por ley y de forma de forma generalizada: la norma del Ministerio de Sanidad se publicó en el BOE el 20 mayo de 2020. Tras una terrible primera ola del virus y dado que el verano fue mucho más benigno, se incluyeron excepciones en el articulado como la posibilidad de quitársela en las playas, extremo que no ha dejado de generar polémica.

Por descontado, en la actualidad, tal y como se ha planteado en el Consejo Interterritorial, solo se contempla permitir relajar esta norma en el exterior y siempre y cuando pudieran respetarse las distancias de seguridad. Advierten los expertos de que en espacios cerrados y sin ventilación -en esencia, bares y oficinas- y en el transporte público aún se tardarán muchos meses (puede que incluso años) para poder regresar a la vieja normalidad.

En España durante toda la crisis sanitaria se ha discutido mucho si se peca de prudencia o de exceso de celo por la obligatoriedad de portar la mascarilla en todas las situaciones. De hecho, en la mayoría de los países europeos no es obligatoria en parques, zonas de recreo o espacios al aire libre. La mascarilla, aunque ya asumida y convertida en costumbre y gesto cotidiano (pocos son ya los que se la olvidan en casa), ha sido una de las consecuencias más engorrosas de la pandemia. De hecho, la mayor parte de las multas que se han tramitado en el último año corresponden a incumplimientos del toque de queda o a no llevar correctamente el también llamado cubrebocas. En Aragón en los diez meses de pandemia de 2020 se elevaron 23.438 propuestas de sanción por parte los cuerpos de seguridad y el 72% de ellas estaban vinculadas al uso de la mascarillas en espacios públicos.

Una máquina de 'vending' de mascarillas en la parada del tranvía.
Una máquina de 'vending' de mascarillas en la parada del tranvía.
Oliver Duch

En las últimas semanas se han ido completando pequeños hitos que avanzan hacia un escenario sin mascarillas, pero el levantamiento de esta restricción es todavía tímido. El Boletín Oficial de Aragón publicó el pasado viernes un decreto-ley para regular el control de la pandemia y, entre las principales novedades, se encontraba que la mascarilla dejaba de ser obligatoria en los partidos de deporte base en Aragón. Son más de 50.000 los deportistas aragoneses (no profesionales) que desde este fin de semana podrán volver a coger aire a pleno pulmón, si bien el BOA especifica que podrán practicar deporte sin mascarilla solo en el momento de los partidos, esto es, en los entrenamientos y calentamientos ha de seguir siendo prenda habitual. Lo mismo sucede en los gimnasios, donde no se ha levantado la restricción.

La última de las voces en sumarse al debate es la Rafael Bengoa, experto en Salud Pública (y exasesor de Barack Obama) que también considera que para finales de verano se podría prescindir de las mascarillas, a no ser que haya contratiempos como las aglomeraciones vistas tras decaer el estado de alarma. Bengoa, no obstante, explica que el fin de las epidemias no es un “de repente” sino que los virus siguen circulando y, aunque sea de forma más apagada, puede haber rebrotes. 

Además, añade una nueva incógnita a la ecuación y es que aún no se sabe a ciencia cierta cuánto tiempo dura la inmunización generada por las vacunas. Así, muchos médicos creen que el reto está en asumir que la mascarilla habrá que seguir llevándola en el bolsillo para hacer uso de ella cuando se llegue a un lugar cerrado concurrido, aunque es probable que en otoño-invierno se pueden llevar al aire libre de forma más relajada o, incluso, su uso sea solo voluntario.

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