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infraestructuras hidráulicas

El ‘taladro’ gigante de Mularroya entra en acción

Más de 80 personas trabajan en la tuneladora que excava la montaña para hacer un túnel crucial para el embalse. "Es como una fábrica entera que se va moviendo", resume el jefe de obra.

La tuneladora de Mularroya es un mastodóntico ‘taladro’ que, desde hace algo más de una semana, perfora día y noche la montaña en busca de las aguas del río Jalón. La máquina ha iniciado un camino que le debe llevar a recorrer 12,6 kilómetros bajo tierra durante alrededor de dos años. En tres turnos, se trabaja mañana, tarde y noche para ejecutar una obra imprescindible para el futuro embalse y que, al margen de la polémica que rodea a todo el proyecto, supone un gran reto técnico y de ingeniería.

El túnel es, en realidad, una enorme tubería por la que se llevará agua del río Jalón al río Grío. Este último no se bastaría para abastecer al embalse de Mularroya, así que su caudal se va a reforzar con un suministro desde el Jalón que aportará un máximo de 8 metros cúbicos por segundo. Para facilitarlo, también será necesaria la construcción de un azud de derivación en este cauce.

La excavación del túnel comenzó en marzo de forma manual, y desde junio se ha estado trabajando también en el montaje de la enorme tuneladora, que comenzó a sacar tierra hace dos semanas. Todas las cifras que la rodean son enormes: 150 metros de longitud, 310 toneladas de peso, un año de estudios para diseñarla, 80 trabajadores para hacerla funcionar, una valoración económica de 8 millones de euros, una cinta para sacar tierra de otros 3 millones... "Es como una fábrica entera que se va moviendo", resume Rodrigo Blas, jefe de obra del proyecto del embalse, que ejecutan Acciona y Sacyr.

Esta especie de factoría móvil excava la montaña al tiempo que se va construyendo el túnel mediante anillos de hormigón prefabricados. Conforme va avanzando, se coloca la tubería y se rellena el hueco que queda entre esta y la propia montaña. Además, simultáneamente también se van extendiendo las instalaciones de agua, luz y comunicaciones necesarias para poder avanzar, así como las vías del tren que entra y sale del túnel para abastecer a la cabeza de la tuneladora tanto de los materiales como de los trabajadores necesarios.

El túnel tiene un diámetro de 2,9 metros. Es, por tanto, mucho más estrecho que las galerías que se excavan para construir metros o carreteras. "No hay túneles hidráulicos tan pequeños y tan largos en el mundo", apunta Blas, quien destaca que este desafío de la ingeniería ha traído hasta la provincia de Zaragoza a "los primeros espadas de las mejores empresas del mundo".

Rodrigo Blas, jefe de obra del embalse, saluda a Iván González, 'piloto' de la tuneladora
Francisco Jiménez

Un gran puzle en poco espacio

La estrechez del túnel lo condiciona todo. Al no poder ocupar el espacio a lo ancho, la tuneladora tiene que ser necesariamente alargada, hasta los 150 metros. Dentro, cualquier hueco está más que cotizado. Por esos 2,9 metros de diámetro del túnel por el que circulará el agua en el futuro ahora pasan todos los servicios de la tuneladora, el ferrocarril que entra y sale con materiales, los trabajadores que pasan de un lado a otro, la cinta transportadora que extrae la tierra... Se podría haber optado por sacar estos materiales en el tren, pero finalmente se decidió instalar una cinta de ingeniería suiza que sobrevuela por la parte superior del túnel. "Con eso quitamos tráfico ferroviario y mejoramos la seguridad", apunta el jefe de obra del embalse. En total, por las cintas pasarán 150.000 metros cúbicos de tierra de la montaña, que ocuparían el espacio equivalente al de 60 piscinas olímpicas.

Cerca de la cabeza de corte de la enorme máquina, que es la que va abriendo el camino, las estrecheces son aún mayores. Iván González es uno de los ‘pilotos’ de la tuneladora. En su pequeño compartimento vigila varias pantallas, entre ellas una que le dice si la máquina sigue el rumbo correcto. "Tiene fijado el camino, pero si se encuentra con materiales de distinta dureza puede desviarse, así que hay que corregirla para que corte más por un lado u otro", cuenta.

"Si se encuentra materiales de distinta dureza la tuneladora puede desviarse, por lo que hay que corregirla", dice el 'piloto' que la controla 

Esta tuneladora es de escudo simple, y en 25 minutos consigue excavar 1,2 metros de la montaña. Ese es el espacio que necesita para colocar un nuevo anillo de la tubería. Cuando se ha avanzado lo suficiente, se colocan las seis dovelas de hormigón que conforman cada anillo, fabricadas en Talavera de la Reina. Sobre el lateral de las dovelas recién colocadas se apoyan unos gatos y cilindros hidráulicos que dan a la cabeza de corte la potencia suficiente para seguir avanzando. Como si fuera un enorme puzle, se colocarán 10.500 anillos para poder llegar hasta el otro lado del túnel, a una velocidad media de unos 20 anillos al día.

Entre el túnel y el hueco de la montaña se inyecta un compuesto formado por bentonita, cemento, agua y aditivos. "Es la técnica más avanzada del mundo, y permite que el sellado perimetral sea mejor que con gravilla o cemento", apunta Rodrigo Blas. Toda la tierra que se saca sale en la cinta y se pesa antes de salir "para comprobar que no tenemos sobrexcavaciones", es decir, para ver que no ha caído más tierra de la necesaria, lo que «podría ser peligroso», dice Víctor Díaz, jefe de turno del túnel.

Víctor Díaz, jefe de turno del túnel, en la parte ya construida.
Francisco Jiménez

La máquina apenas ha entrado 50 metros dentro de la montaña, por lo que de momento se puede entrar andando sin problema hasta la cabeza de la tuneladora. Conforme se vaya avanzando la obra aumentará la distancia, así que los trabajadores accederán en un pequeño habitáculo con 12 asientos que se incorpora a la locomotora. Esta máquina eléctrica se ha fabricado específicamente para este proyecto, y en ella también entra el material necesario para avanzar.

"El cien por cien de lo que entra en el túnel, entra en el tren", apunta Rodrigo Blas. En cada viaje, además de a los trabajadores puede arrastrar 12 dovelas, las necesarias para cerrar dos anillos de la tubería. Alcanza una velocidad máxima de 15 kilómetros por hora, aunque no superará los 12. Por lo tanto, cuando la tuneladora esté trabajando al final del túnel, tardará una hora en recorrer todo el trayecto.

Debido a la complejidad del proyecto, la máquina ha incorporado una cámara de rescate minero, en la que los trabajadores podrían refugiarse en caso de que haya un derrumbe importante. Ha sido fabricada en Australia, e incorpora una fila de asientos, un sistema de vídeo y comunicaciones y conexión con el oxígeno del exterior. "La máquina está preparada para las peores situaciones", asegura Blas, quien admite que en un proyecto de estas características "pueden pasar muchas cosas".

Una obra polémica que ya está al 71% de ejecución

El túnel de abastecimiento está previsto que se lleve un tercio del presupuesto total del embalse de Mularroya. El coste total de la obra, pendiente de las revisiones de precio que subirán la cifra, asciende a 154,7 millones, 25 más de los previstos. Es decir, que solo la tubería que llevará el agua del Jalón al Grío costará más de 50 millones

Imagen de la campa exterior que abastece al túnel.
Francisco Jiménez

Esta polémica infraestructura está al 71% de su ejecución, y el último plazo de finalización habla de enero de 2023, según los plazos que maneja la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). Además del túnel, falta por construirse el azud de derivación de las aguas del Jalón, cuyo plazo depende de las medidas compensatorias y correctoras que se están ejecutando. La principal es la adecuación de 130 líneas eléctricas de alta tensión en una zona de protección de aves. Las obras de este proyecto comenzaron en 2008, pero se paralizaron en 2013 al declararse ilegal su estudio de impacto ambiental. Los colectivos de regantes aplauden su construcción, pero varias plataformas ciudadanas han mostrado su oposición y han pedido reiteradamente su paralización.