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relevo generacional

La mujer se abre paso en el campo

La presencia de la mujer en el sector agrario sigue siendo escasa, pero cada vez son más las féminas que comienzan a considerar esta actividad.

Las mujeres muestran mayor preferencia por explotaciones ganaderas de intensivo y mayor valor añadido.
Las mujeres muestran mayor preferencia por explotaciones ganaderas de intensivo y mayor valor añadido.
DGA

Los jóvenes no son precisamente el colectivo con mayor presencia en el sector agrario. Y la cifra se estrecha cuando además son mujeres. Pero lo cierto es que las féminas comienzan a pedir paso en una actividad que lleva años exigiendo un rejuvenecimiento y una mayor feminización.

Este avance puede leerse en la cifras de las cinco convocatorias de ayudas que hasta ahora ha publicado la consejería de Agricultura del Gobierno de Aragón para impulsar y facilitar el acceso de los jóvenes al campo. Unas ayudas que desde 2016 suman 100 millones de euros y que han permitido ya la incorporación al sector de 1.600 jóvenes. De ellos, el 23% son mujeres y aunque la cifra (es un promedio) puede parece todavía insuficiente, lo cierto es que si se pone la lupa en lo sucedido en cada una de las convocatorias se observa cómo cada año el número de expedientes aprobados que llevan nombre de mujer aumentan su peso respecto al total de los presentados, aunque es cierto que el número de los planes empresariales liderados por hombres continúa siendo notablemente superior.

De hecho, en la resolución provisional de la última convocatoria, dotada con 10 millones de euros cofinanciados por la Unión Europa a través del Programa de Desarrollo Rural, son 65 los expedientes aprobados a futuras agricultoras. Suponen el 30% del total de proyectos, pero marcan una tendencia al alza que se venía detectando especialmente en 2019.

La estadísticas no explican cuáles son las circunstancias que están llevando a las mujeres a interesarse ahora por el sector primario, aunque desde la consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente destacan que el objetivo del departamento siempre ha sido conseguir un cambio de actitud en este colectivo para que comience a considerar la actividad agraria como un futuro profesional. "Queremos creer que eso es lo que se está produciendo. Desde que se puso en marcha la primera convocatoria hay una clara tendencia al alza, por lo que creemos que la mujer empieza a sentir la posibilidad de ser empresaria agrícola o ganadera", señala Jesús Nogués, director general de Desarrollo Rural.

Estas ayudas públicas, en la que las mujeres tienen prioridad (se les otorga un mayor número de puntos para la aprobación) dan facilidades, pero el camino no es fácil. Como critican los jóvenes agricultores -y en sus reivindicaciones no hay género- el camino para acceder al campo se hace largo y duro por una ingente burocracia que termina por desesperar así como por el olvido total hacia este colectivo de una política común (PAC) que vive anclada en un pasado muy alejado a la realidad actual del sector y que priva de recursos a los que están llamados a ser su futuro.

Pasos profesionales

Se llaman Marta, Isabel, Victoria o Lorena. Y un día, como más de 300 mujeres en los últimos cinco años, decidieron encaminar sus pasos profesionales en un sector en el que no sobran los jóvenes y apenas existen las mujeres. Todas, o al menos la práctica totalidad, tienen raíces en el medio rural y una tradición familiar agraria que les hace conocer la dureza de esta actividad. Unas llegaron al campo o la granja por auténtica vocación, porque desde que eran pequeñas tenían claro que querían seguir los pasos de sus progenitores. Otras dejaron sus profesiones y volvieron a su pueblo natal para seguir el negocio familiar, para ampliar la explotación de su pareja e incluso porque consideraban que su nueva profesión era una oportunidad para mejorar la conciliación familiar. También las hay que, aun sin tradición y sin haber pensado nunca dedicarse a la agricultura, encontraron en ella una vocación que no creían tener.

Y aunque Marta, Isabel, Victoria o Lorena, como las más de 300 mujeres que se han incorporado al campo en los últimos años, son todavía minoría en el sector, su presencia se va haciendo cada año más visible. Ahí están las cifras de los expedientes de ayuda de incorporación de jóvenes. En 2016, de los 440 expedientes que recibieron el apoyo económico a través de Plan de Desarrollo Rural de Aragón, solo el 19% eran mujeres. Este atípico año, y con todas sus dificultades, el porcentaje se eleva al 30%.

Las cifras evidencian que parece haber un cambio de actitud y que las mujeres comienza a plantearse el campo como una salida laboral. Pero no lo hacen tanto cuanto más jóvenes son. Los datos de la consejería de Agricultura demuestran que la edad media de las mujeres que se incorporan al sector es de 34 años, cuando en los hombres es de 27. Aún más, de las 361 incorporadas en los últimos cinco años, apenas 36 tienen entre 18 y 25 años (en este tramo hay 550 hombres) y 63 se encuentran entre 26 y 30 años (251 hombres). Y mientras el número de nuevos agricultores desciende conforme va aumentando la edad, el de las agricultoras aumenta. Entre 2016 y 2020 han llegado al sector 262 mujeres entre los 31 y los 40 años y de ellas, 172 ya habían superado los 35 años.

"Que la edad de incorporación sea superior a la de los hombres puede ser porque acceden al sector una vez que los hijos son más mayores y tienen menos cargas familiares, pero también porque entonces ven la agricultura como una posibilidad no prevista a priori", señala Jesús Nogués, director general de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón.

Nogués reconoce que hay un cierto cambio de actitud entre este colectivo que parece ahora mostrar un mayor interés por el sector, aunque asegura que queda camino por recorrer, en especial para cambiar también algunas mentalidades en la propia actividad. "Hay mujeres jóvenes que se incorporan que nos transmiten que sus padres no veían con buenos ojos que se dedicaran al campo. Son conductas que pueden parecer todavía chocantes, pero existen. Quizá haya que esperar que pase una generación para que no sea así", destaca el director general.

Ganade´ria intensiva

Cuando la mujer decide trabajar de pleno derecho en el agro, opta, de forma muy clara, por liderar explotaciones extensivas, ya sean agrícolas (cereales y grandes cultivos) o ganaderas (vacuno y porcino), que generan mayor valor añadido. De hecho en los últimos cinco años, casi el 35% de las nuevas féminas en el sector lo son en grandes cultivos y cereales, un 13% dirige una explotación de porcino y el 10% se ocupa de una ganadería de vacuno.

En la mayoría de los casos, puntualiza el director general, la existencia de mujeres en explotaciones ganaderas se explica porque ellas tienen una menor base territorial -es decir menos propiedad de tierra-, por lo que resulta más sencillo invertir en este tipo de granjas. "Las explotaciones en intensivo generan más valor y más empleo, pero también exigen más trabajo", añade Nogués.

También se decantan por una agricultura más intensiva. Y el motivo vuelve a ser el mismo: son propietarias de menos superficie por lo que la aprovechan, por ejemplo, con cultivos hortícolas. Sucede asimismo en los cultivos permanentes, como frutales o leñosos, a los que se han incorporado en este periodo más del 14% de las nuevas agricultoras aragonesas.

Las cifras muestran también un interés por la ganadería de ovino, un sector que no pasa precisamente por sus mejores momentos y donde el relevo generacional es más que complicado. Pero, en los últimos cinco años han sido 42 las mujeres que han entrado en el sector de la mano de este tipo de actividad extensiva. La cifra representa el 11,63% del total de las incorporaciones y se sitúa entre los porcentajes más elevados.

Nogués detalla que hay un factor añadido que explica también estos datos. Las ayudas priorizan determinadas actividades y añaden una mayor puntuación (y, por lo tanto, más posibilidades de aprobación en un proceso de competencia competitiva) a aquellos planes empresariales que ponen el acento en sectores "complicados" como el ovino y caprino.

En las zonas más productivas

Ejea de los Caballeros, Calatayud o La Almunia, en la provincia de Zaragoza; el Bajo Cinca o la Hoya de Huesca, en la provincia altoaragonesa; y el Bajo Aragón, en la provincia turolense, son las zonas geográficas en las que se sitúan las explotaciones con las que las mujeres se convierten en nuevas agricultoras y ganaderas.

El mayor atractivo que estas localizaciones tienen para los nuevos profesionales -también sucede así con los hombres- es que en ellas se encuentran las tierras más productivas. Nogués matiza, sin embargo, que también se está observando cómo aumenta la presencia de mujeres (con crecimientos incluso por encima del 30%) en zonas que no son tan intensivas, como sucede en la comarca de Calatayud o en la de Daroca.

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