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Condenado a 6 años de cárcel y a la expulsión a Gambia por violar a una joven junto al Ebro

El tribunal le obliga a indemnizar a la víctima con 5.000 €

El acusado durante el juicio celebrado el pasado 2 de septiembre en la Audiencia.
Guillermo Mestre

La Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza ha condenado a seis años de prisión al acusado Osuman Jagana por un delito de agresión sexual que cometió a una mujer en la ribera del Ebro, unos hechos ocurridos la noche del 1 al 2 de marzo de 2019.

La sentencia considera probado el testimonio de la víctima, que había conocido esa noche a su agresor y fue conducida a la fuerza al parque situado en el paseo de Echegaray y Caballero. «Me violó esa noche tres veces e intentó matarme. No fue consentido, no nos conocíamos», declaró la mujer.

El fallo recuerda que un testigo que había salido a pasear su perro llamó a la Policía para avisar de lo que había visto en la ribera. De hecho, la sentencia menciona su declaración ante el juez instructor cuando les preguntó si pasaba algo y él contestó: «No pasa nada. Que lo diga ella». Al regresar y ver la situación, optó por llamar al 091. Pero en la vista oral, el testigo se limitó a manifestar que avisó porque se trataba de «un acto incívico». La víctima, que se quedó a escuchar su testimonio tras pedírselo al presidente del tribunal, José Ruiz Ramo, no se quedó conforme porque esperaba que fuera más claro respecto a la violación que sufrió.

La Audiencia de Zaragoza ha impuesto al acusado, de 35 años, la futura expulsión a su país, Gambia, cuando haya cumplido tres cuartas partes de la pena, al aplicarle el artículo 89 del Código Penal. Asimismo, le impone una indemnización de 5.000 euros a la víctima por las consecuencias sufridas con la agresión sexual y el tratamiento hospitalario que ha recibido.

La mujer reconoció que lo había conocido esa misma noche a la altura del hotel NH, situado cerca de la línea del tranvía, mientras tomaban bebidas y fueron hablando hacia la ribera.

De hecho, unos peritos señalaron que ella había consumido bastante alcohol y drogas. Esa situación fue aprovechada por el acusado para obligarle «a que follara con él», poniéndole los brazos en cruz, después de haberse colocado un condón.

El tribunal también ha valorado que el acusado le quitó el móvil a la víctima para que no pudiera dar la voz de alarma y lo escondió en sus calzoncillos. En este sentido, la llegada de dos agentes del 091 aclaró que la mujer estaba siendo agredida porque se puso a llorar. Además, el agresor se puso muy «alterado», negó que tuviera el móvil de ella, y los policías descubrieron que lo llevaba escondido. Además, un análisis en un laboratorio de la Policía confirmó que el condón hallado entre la tierra tenía ADN de la víctima.