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Volar de Zaragoza a Londres: La ruta turística del ‘brexit’

La salida del Reino Unido de la Unión Europea se cuela en los puntos turísticos de la ciudad y en las fotos de los visitantes. Heraldo.es se encuentra en la capital británica para conocer, y contar, cómo se vive el cambio.

Protesta delante del Parlamento británico, en Londres.
Lynne Hall y Brian Sadler, participantes en la protesta delante del Parlamento británico, este miercoles en Londres.
B. A.

Cuesta encontrar alguna señal en Londres de que el Reino Unido ya no forma parte de la Unión Europea. No hay ninguna campaña del Gobierno visible en el centro de la capital británica para recordar la nueva etapa en solitario del país. Las celebraciones del fin de semana quedaron atrás y fueron más bien discretas, porque como recuerda un taxista, el viernes "a las once ya estaba todo el mundo en casa". Pero si se visita la ciudad en miércoles es probable que el turista se tope con los incombustibles europeístas, de los que todavía queda un pequeño grupo que se reúne a las puertas del Parlamento para abuchear al primer ministro, Boris Johnson, cuando acude a la sede parlamentaria situada a orillas del Támesis.

Inconfundibles con sus banderas de la Unión Europea, probablemente unas de las últimas que quedan en suelo británico, sus boinas azules con estrellas amarillas y pancartas pidiendo la vuelta atrás de la decisión de abandonar a los socios comunitarios, la protesta atrae a los turistas en un punto de paso obligado de todas las rutas, incluidas las de los grupos de escolares que visitan el centro ataviados con chalecos reflectantes. Uno de ellos mira con sorpresa el colorido grupo y un profesore les explican que las puertas de a Cámara es un lugar donde acude gente a protestar. La reivindicación añade colorido a la triste vista del Big Ben cubierto de andamios.

"Es un desastre"

"Es un desastre", lamentaba Lynne Hall, británica de 82 años, que esperaba este miércoles con un grupo de unas 20 personas ver aparecer el coche oficial de Johnson poco antes del mediodía. Su pancarta rezaba 'Todavía estoy aquí porque aún me importa'. "Toda la campaña del 'brexit' ha traído todo lo más bajo como la xenofobia", denunciaba y criticaba la libertad de movimientos que van a perder los británicos.

"Esto no es Corea del Norte o, al menos, no todavía", añadía con ironía. Con una energía envidiable y vestida de azul comunitario de la cabeza a los pies calificaba de "ridículo" al "premier" por presumir de todos los "maravillosos" acuerdos comerciales que iba a alcanzar ahora.

"Es un mentiroso", añadía su compañero de protesta, Brian Sadler, de 76 años. Ambos confiaban en que todavía podía ocurrir algo que diera la vuelta a la situación, aunque fuera que "implosionara" por los propios problemas que va a conllevar.

Además de turistas curiosos, a la concentración no tardaba en acercarse algún defensor del 'brexit' y se vivía algún momento de tensión verbal en forma de gritos cruzados. A los de "¡Boris, eres un mentiroso y un tramposo!", uno de sus defensores respondía con un "¡Vamos, Boris!". Y cuando este y otro espontáneo les contestaba: "¡Democracia! ¡Habéis perdido!", los europeístas coreaban: "¡La democracia incluye el derecho a oponerse!". En esta ocasión ganaban los europeístas porque contaban con un megáfono casero gigante. Un careo que no espantaba a los turistas que buscaban también llevarse para el álbum de fotos un fragmento de un momento histórico.

Jake Clarke y Martin Moir, de 31 y 37 años,  respectivamente, eran dos de los británicos a favor del ‘brexit’ que intercambiaban argumentos durante la espera del líder del Gobierno. Martin criticaba la llegada "masiva" de inmigrantes que estaba "bloqueando", por ejemplo, el sistema sanitario. "Y Reino Unido no es el único país que sufre esto" y citaba a Francia y Alemania. Ambos denunciaban que "todo el sistema está mal" y la existencia de conspiraciones a todos los niveles.

El gaitero del puente de Westminster 

Gaitero en Londres.
Músico callejero en el puente de Westminster, en Londres.
B. A.

Pese a la expectación ante la llegada de los coches oficiales, que terminó por atraer a más turistas que manifestantes, no fue posible ver al primer ministro. Pero los gritos del grupo stopbrexitsteve.com los escuchó  con claridad porque le siguieron desde el exterior de las verjas. Y algunos de los manifestantes no pensaban irse en todo el día. Como resistía un gaitero londinense que ponía música escocesa a las vistas al Parlamento por un lado y a noria  London Eye por otro desde el puente de Westminster. Un toque también europeísta ante la defensa de Escocia de sus lazos europeos que ha llevado a la nación a plantear su independencia. No quería hablar de ‘brexit’ ni de política y aceptaba gustoso euros por su actuación.

La isla de Picadilly

Picadilly en Londres.
Pantalla gigante curva de iluminación led en Picadilly Circus en Londres.
B. A.

De noche, la ciudad respira vida en el centro incluso en los días entre semana. Y esta procede de todos los países, una de las razones por las que el voto de los londinenses fue para quedarse. Entre las luces, ya no de neón sino led, solo unas recuerdan la transición que vive el país, aunque sea sin haberlo pretendido. Al doblar la esquina de uno de los puntos más buscados por los turistas, Picadilly Circus, la mítica fachada de luz que la preside, ahora con la publicidad del banco británico HSBC, da la bienvenida a la ciudad con el lema 'No somos una isla'. Un mensaje que resuena tras haberse lanzado hace un año y que entonces la entidad financiera aseguró que no trataba de posicionarse contra el ‘brexit’, tras ser criticada en las redes sociales, pero que tras la salida parece ir contra la reciente vuelta al aislamiento que busca el país, en el que quizás, la isla sea Londres. Un giro que no altera la vida diario porque como dice el taxista que recoge a una turista rezagada "tampoco ha pasado ningún tsunami por salir de la UE". Al menos, no este año.

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