Cáritas de Zaragoza está detectando un aumento de los problemas de vivienda entre los sectores más vulnerables de la población y señala, al mismo tiempo, la cronificación de las situaciones de pobreza debido a la precariedad del empleo y a los bajos salarios que perciben muchas personas. Son problemas sociales que tienen detrás nombres y caras y ante los que el conjunto de la sociedad y las instituciones tienen que redoblar sus esfuerzos.

La actividad de Cáritas es quizás el mejor termómetro para valorar la situación de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Por eso sus informes, sus advertencias y sus recomendaciones deben tenerse muy en cuenta. En la presentación de la Memoria de 2018, el director y la secretaria general de la entidad benéfica pusieron ayer de relieve la precarización creciente de la vivienda, que lleva a que muchas personas vivan realquiladas o en condiciones inadecuadas, tanto más por cuanto entre quienes acuden a solicitar la ayuda de Cáritas abundan las familias con niños.

También recordaron que las circunstancias económicas y del mercado laboral han propiciado la aparición de una nueva pobreza, que afecta a personas y familias que tienen empleo pero que no obtienen ingresos suficientes para mantener una vida digna. Los socios y voluntarios de Cáritas realizan una labor indispensable de acogida y acompañamiento a quienes viven en circunstancias que les hacen vulnerables, pero es evidente que para superar estas situaciones es necesaria una intervención decidida de las administraciones públicas. Diseñar políticas que combatan la pobreza y la exclusión social requiere en primer lugar asignar los recursos adecuados, pero también agilizar los procedimientos.

El crecimiento económico y la creación de empleo son la base para el progreso social, pero las instituciones deben disponer los medios para que todos puedan incorporarse al avance general de la sociedad.