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elecciones 26-m

Amplio abanico de pactos en busca de la gobernabilidad

La aritmética que se deriva de los resultados electorales abre un elenco de posibilidades que permitirían garantizar la investidura del presidente de Aragón y una cierta estabilidad. 

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En Aragón hay que remontarse a la primera legislatura, 1983-1987, para encontrar a un presidente, en este caso el socialista Santiago Marraco, gobernando en solitario los cuatro años. Aragón es tierra de pactos y la DGA, un Ejecutivo abonado a las coaliciones. Y hacia una nueva alianza se encaminan, una vez celebradas las elecciones, los dos partidos más votados el 26-M, el PSOE de Javier Lambán, con 203.591 votos y 24 escaños, y el PP de Luis María Beamonte, con 127.884 votos y 16 parlamentarios. Aunque les corresponderá a ellos tomar la iniciativa, la llave de la gobernabilidad de la Comunidad está en manos de Ciudadanos, que con doce diputados puede inclinar la balanza a la derecha o a la izquierda. Su papel es tan decisivo que ni siquiera descarta pedir la Presidencia de la Comunidad . O del PAR, el ‘centro necesario’ que, una vez más, puede jugar un papel importante, definitivo, a pesar de haber perdido la mitad de sus escaños para quedarse solo con tres y 33.255 votos.

Históricamente, el PAR ha sido el partido que en más coaliciones se ha integrado en la Comunidad. De hecho, gobernó con el PP de Luisa Fernanda Rudi (2011-2015), con el PSOE de Marcelino Iglesias (1999-2011), con el PP de Santiago Lanzuela (1995-1999) y lideró coaliciones con los populares (1991-1993) con Emilio Eiroa y con Hipólito Gómez de las Roces (1989-1991).

La constitución de los ayuntamientos, prevista para el próximo 15 de junio, marcará el ritmo de la negociación que, al menos de manera informal, ya ha comenzado. Son tanteos a pie de territorio, previos a las negociaciones definitivas en las que Madrid tendrá mucho que decir. Precisamente ayer, a escasas horas del fin del escrutinio del 26-M, los tres partidos en liza, PSOE, Cs y PP, constituyeron comités negociadores que trabajarán de forma coordinada con las autonomías afectadas.

Si no se consigue fraguar un acuerdo global de aplicación en toda la Comunidad, los plazos se ampliarían aún más. Los 67 diputados electos tomarán posesión en la sesión constitutiva que el Parlamento autonómico celebrará el 20 de junio en el Palacio de La Aljafería. En esta sesión se elegirá, además, al undécimo presidente, o presidenta, del Parlamento aragonés desde 1983, y al resto de los miembros de la Mesa de las Cortes: dos vicepresidentes y dos secretarios. Unos días después, probablemente a inicios de julio, se podría encarar la sesión de investidura del presidente de la DGA.

1. El pacto de la izquierda con el centro

Gobierno de coalición PSOE-Cs. Resultaría la alianza más sencilla, rápida, directa y efectiva. Sumaría, en total, 36 diputados, dos más que la mayoría absoluta. El principal escollo a superar es el veto que en las generales estableció Albert Rivera a los pactos con el PSOE, aunque todo apunta a que en Aragón esa resistencia estaría superada. El barón socialista Javier Lambán siempre se ha situado más al centro que su jefe de filas, Pedro Sánchez, y ha mostrado más firmeza al plantar cara a los separatistas catalanes. Estas dos bazas jugarían a su favor. La incógnita a despejar es saber si la negociación, en la que también participará Madrid, afecta exclusivamente a la DGA o si se incluyen más instituciones, tanto de Aragón como del resto de las comunidades.

2. Pacto entre los cuatro partidos de la derecha

Gobierno en coalición de PP-Cs-Vox-PAR. La alianza a la andaluza de los partidos aragoneses requeriría, a su vez, del apoyo del PAR. Y ahí es donde llegan los problemas. El aragonesista tendría que aceptar compartir Gobierno con Vox, un partido que propugna la supresión de las comarcas y que aboga por la desaparición del Estado de las autonomías. Este pacto con cuatro partidos que van del centro a la extrema derecha se podría extrapolar a otras instituciones aragonesas, entre las que se incluyen los ayuntamientos de Huesca y Zaragoza.

3. Un tripartito aragonesista

El PAR se suma a la unión de PSOE y Cs. Aunque aritméticamente no sería necesario, PSOE y Ciudadanos podrían invitar al PAR a integrarse en su coalición para arrinconar al PP que sufriría además la presión de Vox. De esta manera, el gobierno tripartito lograría una mayoría holgada (39 de 67 diputados), dejaría a los lados los extremos políticos, con Vox a la derecha e IU, Podemos y CHA a la izquierda, y rebajaría al mínimo la capacidad de maniobra del PP. Se trataría, en este caso, de una estrategia a cuatro años vista, para afianzar una legislatura tranquila. Los aragonesistas han gobernado en coalición con el PSOE en la V, VI y VII legislatura, bajo la presidencia del socialista Marcelino Iglesias.

4. Un pacto de izquierdas y nacionalista

PSOE, Podemos, CHA e IU, con la abstención del PAR. Aunque Lambán encabezaría un gobierno en minoría, sería el as bajo la manga que podría utilizar frente a Ciudadanos en el caso de que considerase excesivas sus exigencias para formar Gobierno. La debacle de Podemos Equo, que se ha dejado 85.000 votos y nueve escaños por el camino, impide reeditar la coalición PSOE-CHA y el apoyo de la izquierda en la investidura, como ocurrió en 2015. En este caso, sería necesario integrar al PAR en la alianza, opción que se antoja compleja o, por lo menos, lograr su abstención.

5. Un pacto socialista y con sabor aragonés

PSOE, CHA y PAR, con la abstención de Podemos Equo. La opción resulta compleja, al sumar a los dos partidos regionalistas que en la actualidad apenas concentran el 10% del voto y seis escaños y que dista mucho de sus tiempos más prósperos (en 2003 alcanzaron 17 escaños). Requeriría, además, de la abstención de Podemos Equo, que no vive su mejor momento. De hecho, su representación en las Cortes se limitará a tres miembros de la corriente oficial, su secretario general Nacho Escartín, Maru Díaz y Marta Prendes, y dos del sector crítico, Erika Sanz e Itxaso Cabrera, que deberán consensuar sus posturas. O al menos intentarlo.

6. Un gobierno en solitario y poco estable

PSOE en solitario, con la abstención de PP y Cs o PP y Podemos. Es la opción más compleja, y condicionaría la estabilidad política durante toda la legislatura, pues requeriría buscar consensos para cualquier decisión trascendental del Gobierno. A pesar de ello, la aritmética parlamentaria permitiría que Javier Lambán fuera investido presidente de la Comunidad en segunda vuelta con la abstención de Partido Popular y Ciudadanos o de PP y Podemos Equo, pues solo se precisa que el partido que opta al Gobierno tenga más votos a favor que en contra.

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