Aragón

Jánovas

La escritura nos ayuda a desarrollarnos como personas.

Jánovas y otros pueblos fueron abandonados traumáticamente.
Rafael Gobantes

Siempre me ha parecido que la escritura puede ser un medio para desarrollarnos como personas, para participar en la sociedad y para comprender y mejorar la realidad que nos rodea. Comencé a hacer uso de la escritura con estas finalidades el día que mi abuela lloró lágrimas de silencio e impotencia al cerrar para siempre la puerta de su casa en Javierre de Ara. La echaba de su pueblo aquel pantano de Jánovas que, finalmente, no se ha construido, pero que, en su momento, obligó a una parte de la población de la ribera del Ara a marchar de allí, en busca de una nueva tierra en la que vivir, de un nuevo hogar que habitar y de una nueva forma de subsistir.

Ya que todos los momentos de muerte simbólica en nuestras vidas pueden ser oportunidades para renacer y crecer como personas, en esa marcha de la tierra en la que yo misma me crie, también las hubo para mí. Como digo, las lágrimas de mi abuela se convirtieron en mis primeras palabras escritas en trozos de papel roto, que fueron transformando mi tristeza inicial en ilusiones de niña que aspiraba a convertirse en hada de su propio destino.

Aún sigo haciéndolo. Y pienso que, gracias a todo lo que se ha escrito y se escribe sobre Jánovas, algunos descendientes de los que tuvieron que marchar regresarán a la ribera del Ara. Seguramente mis circunstancias personales no me permitirán hacerlo, pero seguiré confiando en la escritura para aceptarlo y para que haya un plan de restitución real y justo en aquel territorio.

María Pilar Benítez es profesora y escritora