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Palomar de Arroyos: a veces, la vida te da una segunda oportunidad

El alcalde de Palomar de Arroyos era minero y salvó la vida por media hora; reconvertido a granjero, echó raíces en el pueblo de su mujer, que ya es también el suyo tras cuarenta años en él.

La mina no es para todo el mundo. Todos aquellos que se han ganado la vida picando o barrenando en las profundidades de una explotación saben que, a pesar de todas las medidas de seguridad, el accidente siempre planea sobre el día a día. Antonio Ruiz lo puede decir alto y claro; estuvo catorce años en la profesión, los últimos doce como picador, y en una ocasión salvó la vida por apenas media hora. Trabajaba en una de las minas de carbón de Palomar de Arroyos, que cerró en 1991. De pie frente al acceso desde la superficie, cuando ha pasado más de un cuarto de siglo del suceso, todavía siente escalofríos. Por cierto, ahora es el alcalde del pueblo.

"Bajábamos por dos bocaminas. Una llegaba a mil metros, y otra, en la que estamos, casi seiscientos. Hacíamos turnos de ocho horas seguidas, ya fuera mañana, tarde o noche. Yo era picador de primera, íbamos en equipos con gente en diferentes funciones. Un sábado me tocó trabajar, algo que no era muy normal, y el encargado me dejó salir media hora antes junto a mis cuatro compañeros de equipo, porque tenía la comunión de unos sobrinos. Estábamos en la ducha cuando se oyó una gran explosión".

A Antonio le cuesta seguir el relato, pero quiere concluirlo. "Pasó algo que podía ocurrirle a cualquiera; había que barrenar en un punto y no se hizo correctamente, lo que provocó una onda expansiva en la dirección opuesta a la prevista. Entonces se invirtió la ventilación de la mina y dos compañeros, un vigilante y un mecánico, murieron asfixiados. A nosotros nos correspondía estar en esa zona, pero la generosidad del encargado nos salvó. Entendí el mensaje con esta segunda oportunidad y cuando la mina cerró muy poco después, no traté de reengancharme en otra. Decidí probar como granjero, y en eso sigo".

Palomar de Arroyos: tras la mina, los manantiales

Antonio lleva tres años de alcalde en Palomar. Como pasa a muchos otros colegas de responsabilidad en municipios de escasa población, su llegada al ayuntamiento fue algo casual. "Nos decidimos el último día, tras una conversación en el bar del pueblo, para que hubiese una alternativa a la otra lista que se presentaba. Al final, aunque hubo algún enfado, me votaron y el consistorio quedó compuesto por dos del pueblo que somos de partidos distintos, una concejal de Teruel que viene a los plenos, otra de Utrillas y otra de Zaragoza. Vamos haciendo sobre todo obras que no se habían podido terminar; eso sí, no sé si volveré a presentarme, porque mi trabajo exige muchas horas de atención, y la alcaldía también".

Reconversión

El alcalde se gana la vida con una granja de pavos; antes tuvo pollos, pero los clientes fueron bajando por las distancias a los centros de producción, según apunta Antonio, y el cambio a los pavos –que exigió una fuerte inversión en las instalaciones– fue positivo. "Yo vine a los 16 años desde Ciudad Real para trabajar en la mina, y allí estuve hasta el cierre, que llegó cuando cumplí los 30, en 1991. Desde entonces llevo con las granjas, como te decía antes; mi mujer, Encarna, es de aquí, y aquí es donde hemos hecho nuestra vida. Quedamos tres granjeros y ganaderos, y luego también está el bar como iniciativa privada, ha reabierto la tienda... pero siendo sinceros, el cierre de la minería fue fatal para el pueblo: la gente joven se fue, cerró el colegio y estamos muy pocos, la mayoría prejubilados de la mina tras haberse buscado la vida en otros pueblos mientras hubo posibilidad".

El pueblo dispone de un entorno muy agradable, y una particularidad subterránea que no está relacionada con la mina. La central térmica de Escucha estuvo a punto de abrirse en Palomar; se llegaron a hacer sondeos, porque al parece hay una gran laguna de agua de manantial. Finalmente, por problemas burocráticos y de propiedad de las tierras, no se dio el paso.

Víctor y la tienda

Representa la excepción local que confirma la regla, y es que Víctor Escobedo es joven, del pueblo y se ha quedado por gusto. Desde hace un año y medio lleva la tienda de ultramarinos local, y desempeña su trabajo con una alegría que sorprende; parece llevar toda la vida en la tarea, como si alguien mucho mayor se hubiese reencarnado en él.

"Había una necesidad en el pueblo, y yo no tenia trabajo cuando se me abrió esta posibilidad –afirma Víctor, con una sonrisa– así que probé y mira, a gusto que estoy. Me encanta el pueblo y ser útil a mis vecinos, y ellos responden. A ver, me preocupo: me traen pescado fresco de Montalbán, carne de Teruel y fruta y verdura de Aguaviva, todo de primera. Y además tengo muchas otras cosas, un ultramarino a lo grande. Así que bien, y ahora me sacáis en el periódico; no me puedo quejar, ¡publicidad y todo!".

LOS IMPRESCINDIBLES

Ermita del Salvador

Restaurada por la DGA en 2010, con actuaciones en la cubierta, fachada e interiores, esta ermita construida en 1739 tiene nave de tres tramos; está cubierta con bóvedas esgrafiadas, separadas por falsos fajones.

Alfonso Azuara

El periodista de RTVE y Onda Cero nació en Palomar en 1952. Azuara se especializó en información deportiva; se recuerda su entrevista a pie de campo a Miguel Muñoz en el histórico 12 a 1 de España a Malta en 1983.

El bar

El bar de la plaza es actualmente la referencia hostelera del pueblo, tras el cierre del Churro. Edu, de Utrillas, se encarga de su gestión, con la barcelonesa Pili Morilla (encantada de la acogida vecinal en Palomar) tras la barra.

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