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Niños del Brasil: tres décadas desde aquella noche en la sala En Bruto

Se cumple hoy el 30 aniversario del primer concierto de Niños del Brasil. Fue en la sala En Bruto de Zaragoza acompañados por un joven Enrique Bunbury.

Fotografía del primer concierto de Niños del Brasil el 15 de abril de 1988 en la sala En Bruto de Zaragoza
Fotografía del primer concierto de Niños del Brasil el 15 de abril de 1988 en la sala En Bruto de Zaragoza
Eduardo Bayona / Archivo Heraldo

Hoy se cumplen 30 años del primer concierto oficial de Niños del Brasil; tres meses antes ya habían pisado un escenario juntos en la sala M-tro, pero fue dentro del concurso Medio Kilo de Rock; allí tocaron con Niños dos Héroes del Silencio, Pedro Andreu y Enrique Bunbury.

En la sala En Bruto, aquél sábado 16 de abril de 1988, Bunbury también formó con Niños del Brasil como cantante y guitarrista; nueve canciones y una hora de concierto con el pop electrónico como base fueron suficientes para recibir grandes elogios de la crítica, convencer al público y dar el primer paso de una carrera que tendría impacto nacional.

En la formación estaban Santi Rex (voz), Antonio Estación (bajo) y Nacho Serrano (teclados), el trío que siempre ha sido la columna vertebral del grupo; varios guitarristas y baterías han completado las grabaciones y las presentaciones en directo a lo largo de los años.

El último concierto del grupo hasta ahora fue en las Fiestas del Pilar en octubre de 2017; dos años antes grabaron un deuvedé en directo en la Plaza del Pilar en Zaragoza.

Vídeo de la actuación de Niño del Brasil con Enrique Bunbury el 16 de abril de 1988

Así fue la crítica que Matías Uribe le dedicó a la célebre banda aragonesa.

En los pequeños anales de la historia musical de la ciudad, este concierto quedará marcado como uno de sus días cimeros. Los Niños del Brasil acudieron a En Bruto a recibir su bautismo de fuego y salieron bañados en oro, cubiertos de gloria y a la espera de que una compañía discográfica se percate del valioso diamante sonoro y visual que custodia este grupo zaragozano. El 16 de abril, ante una sala abarrotada de gente joven y guapa, Los Niños hicieron méritos más que suficientes para ganarse el billete a la fama.

Bastaron nueve canciones del repertorio y una hora de actuación para constatar las expectativas de futuro que este grupo tiene. Fueron nueve canciones ejecutadas bajo una concepción absolutamente moderna y divertida, pero también seria y rigurosa, del pop actual con un dominio de escenario notable. Entre el cantante Santi, los dos ex Boda de Rubias y Quique de Héroes del Silencio, más el complemento de dos componentes de Gaza -¡qué tremendo acierto su fichaje!-, amasaron un sonido de tono epopéyico, espeso, vertebrado en torno a unos textos inteligentes y comunicativos que adquirieron sus cotas del máximo relieve cuando llegaron canciones como ‘Entre tú y yo’ y ‘Tu futuro’, los dos hallazgos más innovadores y brillantes de Los Niños.

Y ahí radica una de las mejores cualidades de este grupo: que junto a canciones de tono más serio y elaborado hay luego otras que resultan todo un trallazo de diversión y eficacia para el baile. Hasta esa ‘ordinariez’ que antaño resultaba ‘Party Party’, sonó con sentido, con cuerpo y magníficas maneras. En Niños, aparte de una imagen fantástica y una puesta en escena cuidadísima, hay un gran sentido de la mesura y el equilibrio, de navegar en muchas direcciones pero, pese a pequeños errores y cruces de instrumentos, sin salirse de tiesto ni perder rumbo. No es poco en un océano sonoro como el que ha elegido este grupo donde en cuestión de segundos puede ocurrir el naufragio más estrepitoso por uso indebido de grandilocuencia, banalidad y desmesura.

Sobra decir en estas condiciones como estaba la plaza: si, ‘abarrotá’. Y animosa, y atenta, y participativa. Y absolutamente encandilada. Siendo testigo consciente de que estaba asistiendo a uno de los mejores y más modernos recitales de música pop que aquí haya ofrecido un grupo local en años. Hubo palmas, coreo de canciones, petición insistente de bises, repeticiones, y hasta desmayos. Eso lo dice todo. Y es que sobre el escenario hubo grupo con voz y caligrafía propia, aun cuando sobre él se palpan fácilmente las huellas y el estigma de la música internacional de su tiempo.

Un grupo, en definitiva, llamado a ocupar un puesto de honor en la música española. Ahora es cuestión de una buena casa de discos y de un avispado e inteligente productor. A buen seguro que el oro de Los Niños del Brasil será metal cotizado desde hoy mismo entre compañías y productores y no le faltarán ofertas.

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