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Mosqueruela: el descanso de los ganaderos trashumantes

El sector turístico se ha abierto paso en Mosqueruela conviviendo con el que antaño era su principal recurso económico: los rebaños ovinos y vacunos que salpican sus montes.

La responsable de la Oficina de Turismo, Milagros Gil, entre los soportales de la plaza Mayor de Mosqueruela.
Mosqueruela: el descanso de los ganaderos trashumantes
Antonio García/Bykofoto

La tradición ganadera asoma por los cuatro costados en la localidad de Mosqueruela. Empezando por su nombre, que proviene del término ‘mosquera’ (descansadero del ganado trashumante), un lugar en el que solía haber arbolado y fuentes para que los animales hicieran un alto en el camino en su itinerario en busca de pastos en las tierras cálidas castellonenses. Y terminando por el gran número de casas solariegas que se extienden por la calle de los Ricos Hombres, una huella de la intensa actividad económica que en torno a la ganadería y la lana se desarrolló en la Edad Media y dio lugar al enriquecimiento de una parte de la población.

En medio de una villa rodeada de vestigios amurallados, casonas de fachadas construidas con sillares, torreones y extensos pinares, realiza su trabajo como responsable de la oficina municipal de turismo Milagros Gil. Desempeña su labor desde hace cuatro años en unas dependencias históricas, rodeadas de mobiliario antiguo y situadas en el edificio de la Casa Consistorial.

Mosqueruela: el descanso de los ganaderos trashumantes

Milagros se fue y regresó. Pero su caso es una excepción. Asegura que la mayor parte de los jóvenes que se van a estudiar fuera ya no vuelven, y mucho menos las mujeres, que no encuentran ni en Mosqueruela ni en la comarca un medio de vida que se ajuste a su perfil profesional. "La despoblación es una lacra en esta y otras comarcas turolenses y, mientras no se protejan a estos pueblos con medidas drásticas, la tendencia será su desaparición", pronostica.

La localidad, sin embargo, resiste. La presencia de parejas jóvenes con hijos ha supuesto un soplo de aire fresco a la decadencia poblacional. Incluso, ha conseguido sostener el censo. "Las últimas estadísticas confirman que el 30% de la población tiene más de 65 años, un porcentaje mucho más bajo que años atrás", afirma Milagros Gil.

Entre semana, en los meses más crudos del invierno, se registra poco movimiento en las calles empedradas del casco histórico. Pero en otoño, en la época de la recolección de setas, el pueblo es un hervidero. Mosqueruela es el paraíso de los hongos y esa riqueza atrae cada año a cientos de aficionados, que toman en bandadas los montes de su término municipal. Para controlar la masificación y evitar daños en los pinares y pastos privados y públicos, el Ayuntamiento de la localidad fue de los primeros de la provincia de Teruel en regular esta práctica con un reglamento que controla el volumen de recolección.

Las fechas de mayor afluencia turística abarcan también el verano y la temporada de esquí. Las cercanas pistas de Valdelinares, a las que se llega en quince minutos tras la reciente apertura de un nuevo acceso, son un importante reclamo para los visitantes. De hecho, en torno a este sector se ha desarrollado una variada oferta de casas de turismo rural, apartamentos y un hotel: más de 300 plazas para un pueblo que no llega a 600 habitantes.

El turismo es un pilar muy importante en la economía de Mosqueruela, pero la ganadería vacuna y la cantería, que parece reflotar esta última después de superada la crisis del ladrillo, siguen siendo las principales fuentes de ingresos de sus habitantes.

Milagros Gil actúa de guía cuando el momento lo requiere. Muestra el entramado urbano que se constituye como el mejor ejemplo de trazado ortogonal medieval amurallado que se conserva en las sierras turolenses. Su casco histórico orbita en torno a la plaza Mayor, un espacio rodeado de soportales del que parten las principales calles en un trazado perpendicular.

La iglesia de la Asunción y su torre sobresalen en la plaza. La primera, con su portada gótica, conserva la huella de la destrucción que sufrió el templo durante la Guerra Civil. Los rostros de las figuras de los doce apóstoles que presiden el dintel del pórtico fueron arrancados, lo mismo que todos los retablos del templo, que sucumbieron pasto de las llamas. La torre barroca, la más alta de la comarca, brilla con luz propia.

Los lienzos de la muralla han quedado absorbidos por las viviendas, y en ellos sus moradores no tuvieron inconveniente en abrir ventanas o balcones para airear las recias estancias. Milagros Gil asegura que hasta 1982, en que Mosqueruela fue declarado conjunto histórico artístico, su conjunto patrimonial fue objeto de "destrucción". No hay casas solariegas cuyas fachadas no hayan sido transformadas en mayor o menor medida. Incluso, se ha retocado el palacio del Rey Don Jaime –en realidad palacio de los Gil de Palomar–, llamado así por una creencia (falsa) popular que sitúa al monarca en el edificio durante los meses de verano. Las fechas de construcción de la casona de ventanas ajimezadas contradicen esta versión. Se conservan en pie 5 de los 7 torreones de la muralla, con el de San Roque, que alberga una capilla interior, destacando sobre el caserío.

Los aleros de la calle de los Ricos Hombres, el patrimonio de más altura

Las casas solariegas se suceden, una tras otra, en la calle de los Ricos Hombres, donde los turistas no pueden bajar la mirada ni un momento ante la admiración que suscitan los aleros de estas nobles edificaciones. De madera y bellamente esculpidos, sobresalen los tejadillos, la mayoría restaurados por los actuales propietarios de las casas. En los medallones que se abren entre las flores del más antiguo se aprecian el año en que fue tallado: 1689. La calle de los Ricos Hombres es una de las más destacadas de la localidad. Su pavimento luce empedrado con losas que, al igual que el resto del casco histórico, fueron reutilizadas tras ser expoliado el antiguo monasterio de Santa Ana, del que solo se conserva en la actualidad un muro.

Sorprende a la vuelta de esta vía, cuyas casas ya se ocuparon sus moradores de orientarlas al sur para mejor aprovechamiento de las horas de sol, la presencia del Torreón del Postigo. Por esta peculiar puerta amurallada accedían al pueblo los hombres adinerados para no tener que pasar por la calle principal, donde podían ser vistos por todos los vecinos.

Un archivo secreto con más de diez mil legajos, la mayoría de época medieval

El archivo de Mosqueruela fue el depositario por un privilegio real de todos los fondos provenientes de las 65 aldeas de la Comunidad de Teruel. Se conservan más de 10.000 documentos originales, que pervivieron al saqueo y la quema de que fueron objeto con el paso de los años. Se guardan en dos estancias secretas de techos abovedados de la iglesia, a las que se accede a través de una estrecha escalera que parte de la zona del coro. Una pequeña puerta metálica, con tres cerraduras, custodia este rico patrimonio. Solamente con las tres llaves que guardan el alcalde, el cura y el juez de paz se puede llegar al archivo. Cuentan que en los años sesenta, los legajos fueron catalogados y restaurados en Valencia por unos historiadores de esa ciudad, que luego se mostraban reacios a su devolución. Tras numerosos requerimientos, un buen día, una expedición compuesta por los hombres ilustres del pueblo se trasladó a Valencia para reclamar su patrimonio. Su iniciativa dio sus frutos, porque se lo trajeron de vuelta, si bien con pérdidas notables. En el Museo de los Documentos Históricos, habilitado en la ermita de Santa Engracia, se pueden ver algunos originales, varios del siglo XV.

LOS IMPRESCINDIBLES

Santuario entre barrancos

El santuario de la Estrella, un colosal edificio reformado en el siglo XVII, se encuentra en el barrio de la Estrella; se trata de un caserío enclavado en medio de espectaculares barrancos, que dista 24 kilómetros de Mosqueruela.

El Niño de la Estrella

El recuerdo de Silvino Zafón, ‘El Niño de la Estrella’, que llegó a torear en los años treinta en las Ventas, perdura en la localidad. Su carrera quedó truncada tras la Guerra Civil al huir a Francia, donde murió en los sesenta tras un accidente.

El Niño de la Estrella

El recuerdo de Silvino Zafón, ‘El Niño de la Estrella’, que llegó a torear en los años treinta en las Ventas, perdura en la localidad. Su carrera quedó truncada tras la Guerra Civil al huir a Francia, donde murió en los sesenta tras un accidente.

El cronista de Aragón

Los vecinos se muestran orgullosos de la relación con la villa del zaragozano Jerónimo Zurita (1512-1580), el que fuera el primer Cronista Oficial de Aragón. Su padre, Miguel Zurita, médico de cámara de Carlos V, nació en Mosqueruela.

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