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El milagro cotidiano de Jekyll & Jill

La editorial de los aragoneses Jessica Aliaga y Víctor Gomollón llega a los 15 títulos convertida en una referencia nacional de la edición arriesgada y exquisita.

En la imagen, Víctor Gomollón y Jessica Aliaga, 'ambientados' en el tema del libro de Huygens.
En la imagen, Víctor Gomollón y Jessica Aliaga, 'ambientados' en el tema del libro de Huygens.
guillermo mestre

Corría el año 2011, el sector editorial español vivía una crisis galopante (las ventas habían caído un 20% desde 2005) y dos aragoneses decidieron dar un doble salto mortal y crear una editorial. Pero no una editorial cualquiera. Jessica Aliaga y Víctor Gomollón querían mimar la literatura tanto en su esencia intelectual como en su presentación: publicar libros de calidad, no sujetos a los tirabuzones de la moda, y con un mimo exquisito en tipografía, papel e impresión. Así nació Jekyll & Jill, una fabrica de pequeños fetiches bibliográficos que ha conquistado a los lectores más exigentes.


Y es que comprar un libro de Jekyll & Jill es adquirir varias horas de jugosa lectura, una joya bibliográfica y... un puñado de tiempo libre de Jessica Aliaga y Víctor Gomollón. Cada ejemplar es ‘el ejemplar’. Si usted acude hoy a una librería y compra el último título de la editorial, la primera edición en castellano de un tratado cosmológico del siglo XVII, el ‘Cosmotheoros’, de Christiaan Huygens, sepa que en el ejemplar que acarician sus manos Jessica o Víctor habrán empleado 13 minutos de su tiempo libre. Ni uno más, ni uno menos. La chilena Alejandra Acosta ha imaginado una veintena de posibles vidas extraterrestres y ha ilustrado con ellas el libro. Cualquier editorial las hubiera reproducido sin más, pero esa no es la forma en que trabaja Jekyll &Jill. Están impresas aparte, en calidad extraordinaria, y luego se pegan a mano, una a una, en su página correspondiente. Jessica Aliaga lo tiene todo cronometrado. "Si disponemos las ilustraciones en orden en una mesa y trabajamos a buen ritmo, nos cuesta 13 minutos pegar todas en un ejemplar". Las casas de ambos aún están llenas de libros (de cada título suelen imprimir 1.000 ejemplares) a la espera de que, por las noches o en fines de semana, preparen más ejemplares para llevar al distribuidor.


Los dos tienen mucho trabajo: él es diseñador para otras editoriales y ella profesora de Lengua Inglesa en el Centro Universitario de la Defensa, tarea que combina con la investigación. "No es que queramos que los libros sean artesanales –subraya Víctor Gomollón–, sino que no podemos pagar a otras personas para que hagan ese trabajo". Cada título es un pequeño milagro. El milagro cotidiano.


Se conocieron en 2011. "Estaba buscando una fotografía para un disco de Grabaciones en el Mar –relata Víctor Gomollón–, y encontré una en el blog de Jessica que me recordaba mucho a las películas de Tarkovski. La llamé para quedar, llegamos a un acuerdo para la portada del disco y empezamos a hablar de libros. Vimos que teníamos una visión muy parecida de cómo debía ser una editorial y dimos el salto".


En ese momento entró en escena Paco Goyanes, de la librería Cálamo, y les echó una mano. Les consiguió una entrada para ‘Otra mirada’, el encuentro de librerías y editoriales independientes iberoamericanas en Cartagena de Indias. "Aprendimos muchísimo –recuerda Jessica Aliaga–, desde las cosas más básicas como calcular bien el IVA, hasta saber cómo elegir el distribuidor más adecuado".


Pusieron dos mil euros cada uno y empezaron a funcionar. El primer título marcó su línea de gran calidad. Ambos conocían a Miguel Ángel Ortiz Albero y decidieron debutar con su ‘Un día me esperaba a mí mismo’. Meses después recibió el premio al libro mejor editado en 2011 en Aragón. Y al año siguiente repitieron galardón con ‘Del enebro’, cuento de los hermanos Grimm ilustrado por Alejandra Acosta y que hoy va por su cuarta edición.

Un ‘regalo’ para cada libro

Ahora llevan quince títulos, tan variopintos que apenas hay más nexo en común entre ellos que la editorial que los ha dado a conocer.


"Decidimos publicar o no un libro por una pulsión, porque hay libros que son luminosos y piden a gritos ser publicados –asegura Víctor Gomollón–. Los lees y ves que resplandecen, que no te queda otro remedio que publicarlos". "No buscamos la coherencia. Nos aburriría mucho seguir una línea editorial muy definitda. Los dos somos lectores con intereses diversos, somos de mucho picoteo, y eso lo trasladamos a la edición", sostiene Jessica Aliaga.


Todos sus títulos incluyen un pequeño ‘regalo’, desde postales a un recortable. "La idea surgió con el primer título. Cuando empezamos, nos dijeron que era importante que nuestros libros se parecieran, que fueran reconocibles. Así que hicimos lo contrario y quisimos darle a cada uno su propia personalidad. Hay veces en los que el ‘regalo’ se nos va de las manos y exige mucho trabajo, pero sabemos que a nuestros lectores les gusta. Hay lectores que compran dos ejemplares, uno para leerlo y otro para conservarlo inmaculado", apunta Víctor Gomollón. Y Jessica Aliaga añade: "Quiza fue algo que empezó medio en broma medio en serio, pero hoy es como la marca de la casa. Los lectores fetichistas nos buscan". Aunque no publican para ese tipo de lector, porque lo suyo es el riesgo y la apuesta. "Editar es arriesgarse, porque siempre caminas a ciegas. Nuestro lujo es que, como no vivimos de la edición, podemos publicar solo aquello en lo que creemos". Y Víctor concluye: "La edición es muy venenosa. Yo no pensaba que era ludópata hasta que me hice editor. Y lo somos. Hacemos apuestas y nos jugamos el dinero. No en una mesa de juego, sino con la literatura".

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