Aragón

Del negocio de los galgos y las cañas de Juslibol, al tráfico de heroína

Cinco personas fueron juzgadas ayer por vender estupefacientes y tres admitieron haber cometido el delito.

Los cinco acusados, ayer en la sala del juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
francisco jiménez

"Dice que la perra no le gusta, que no es tan suave como la otra y no corre bien detrás de la liebre", dice un interlocutor. "Pues dile que es la misma y que si pasa eso es porque ha estado mucho tiempo en el congelador", le contesta el otro.


Esta conversación fue escuchada atentamente el 11 de diciembre de 2014 por agentes de la Unidad contra la Droga y el Crimen Organizado de Zaragoza que llevaban tiempo investigando a los integrantes de un clan familiar del barrio zaragozano de Juslibol. El diálogo lo habían entablado Miguel García García, alias El Nano, y Ramón Maya Fernández, dos madrileños que hacían sus negocios en el asentamiento ilegal de la Cañada Real. El que se quejaba de que la "perra" era "suave" era David Giménez Giménez, residente en el barrio de Alfocea y propietario de un terreno en Juslibol. Este zaragozano se había trasladado hasta Madrid, junto a Antonio Alcalde Ordovás, para adquirir un kilo de heroína y luego distribuirlo en las provincias de Zaragoza y Huesca. Una vez probada la nueva mercancía que le ofrecieron, acordó la compra y regresó de nuevo a la capital aragonesa. Él volvió en AVE y Antonio Alcalde en un Fiat que fue interceptado a la entrada del Actur por la Policía y en cuyo interior llevaba dos paquetes con un kilo de heroína.


Tanto David Giménez como Antonio Alcalde y Miguel García reconocieron ayer en la Audiencia Provincial haber cometido todos estos hechos y aceptaron una condena de tres años y medio de prisión y el pago de 20.000 euros de multa. Sus letrados, José Luis Melguizo, Olga Oseira y Juan Carlos Macarrón pactaron con el fiscal rebajar su petición de pena. Sin embargo, los que no se conformaron fueron Dolores Muñoz, esposa de David Giménez, y Ramón Maya. Ambos mantuvieron no saber nada de compraventa de heroína y dieron sus particulares explicaciones a las llamadas interceptadas por la Policía.


En el caso de Dolores Giménez, relató al tribunal que se dedica al negocio de compra de cañas que recogen para ella personas de etnia gitana fundamentalmente –según declaró– y que luego vende a una empresa para hacer instrumentos musicales. Con este negocio logra tener dos o tres ingresos al mes de entre 7.000 y 8.000 euros, dijo. Además, su marido es cazador y cría galgos, lo que supone otra vía de ingresos a la economía familiar. Por eso cuando ese 14 de diciembre David Giménez le llamó para decirle que le había comprado una "perrica muy suave", a ella no le pareció raro. Lo que resultó extraño a la Policía es que Giménez regresara en AVE a Zaragoza sin perra alguna. Por su parte, Ramón Maya también habló de animales para defenderse, aunque en su caso dijo que conocía al Nano de venderle gallos.