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INVESTIGACIÓN

La flor de las abejas

Los abejorros son los mejores polinizadores de las más de 1.000 especies de abejas que hay en España
abejorro
PABLO VARGAS

La naturaleza ha ido diseñando sus estrategias a lo largo de los siglos. Sobrevivir es el desafio diario al que se enfrentan todas las especies, y elegir el mejor modo exige decisiones arriesgadas. En el mundo botánico hay dos estrategias básicas: las generalistas y las especialistas. Solo en la región mediterránea se encuentran unas 25.000 plantas con flores y, de todas ellas, son los dragoncillos unas de las más especializadas.


Dentro de la familia de las escrofulariáceas, los dragoncillos han desarrollado una corola en forma de tubo rematado por una tapita que las vuelve muy herméticas. Tal es así que únicamente pueden acceder a ellas las abejas, tal y como acaba de demostrar un equipo de investigadores del Real Jardín Botánico-CISC, cuyo trabajo ha publicado la revista científica ‘Journal of Natural History’.


Los datos presentados para este trabajo científico proceden de tres especies concretas de las 23 presentes en España: dragoncillo de Cabo de Gata (Antirrhinum charidemi), dragoncillo del centro (Antirrhinum graniticum) y dragoncillo cantábrico (Antirrhinum braunblanquetii). “Son plantas de regiones tan alejadas y diferentes como Almería, centro de España y Cordillera Cantábrica y en todos los casos los resultados han sido iguales: solo las abejas han sido capaces de entrar y polinizar la flor”, explica Vargas, quien sigue estudiando el resto del territorio español donde se encuentran las demás especies de dragoncillos.


“Acabo de volver de Panticosa, donde se da el Antirrhinum serpervirens, endémico de los Pirineos, que llega hasta los 2.500 metros de altitud, el más alto de todos”, ratifica el investigador. No es esta la única localidad de Aragón donde se pueden ver dragoncillos: A. molle está presente en La Litera y baja hasta el Valle del Ebro, y A. microphyllum se da en el embalse de la Tranquera y Monasterio de Piedra. Ninguna tiene ningún tipo de protección en la Comunidad. En todos los puntos estudiados en Aragón “se repite el mismo comportamiento en la interacción entre dragoncillos y las abejas polinizadoras”, ratifica Vargas.


“Las moscas y las mariposas lo intentan, pero solo las abejas tienen la fuerza suficiente para abrir la flor y penetrar hasta los pistilos”, explica Pablo Vargas, investigador del grupo.


UNA RELACIÓN EXIGENTE

“Para las abejas es un fastidio -explica Vargas-, porque deben meterse en un espacio cerrado donde no ven nada y en el que no tienen otra vía de escapatoria, solo aquella por la que han entrado”, lo que les deja a merced de todos sus depredadores.


Es una relación exigente para ambos. Las abejas se arriesgan a entrar a los dragoncillos porque saben que contienen mucho néctar y estas plantas acaban exhaustas al ofrecerlo todo a las abejas, porque son como grupo uno de los mejores polinizadores del mundo: tienen un cuerpo grande y lleno de pelos, con lo que se impregnan de polen más que ningún otro insecto, que luego van dispersando al posarse sobre otras plantas.


Sin embargo, apostar a un solo ganador puede ser un riesgo que compromete a toda la especie. “Su dependencia de las abejas es tal que sin ellas la mayor parte de las especies de Antirrhinum se extinguirían”, subraya Vargas. “Ahora queda por comprobar si el elevado número de poblaciones de dragoncillos amenazados se enfrentan al riesgo de la extinción por la ausencia de abejas polinizadoras en su área de distribución”, explica el científico del CSIC.