¿Cómo surgió la iniciativa de organizar este congreso nacional dedicado al hormigón?
Anteriormente ya se habían organizado otros tres congresos en España, aunque habían sido internacionales. Pero desde 2008 no se había hecho absolutamente nada, porque la crisis de construcción paralizó muchísimo la actividad. Este congreso es el primero nacional exclusivamente y nuestra idea es continuar organizándolo cada tres años. Estamos viviendo una época muy convulsa en la construcción y en concreto en el hormigón, porque se ha renovado mucha normativa y tenemos importantes retos medioambientales y también de digitalización. 

Hay, por tanto, importantes temas que tratar en estas jornadas.
Tenemos muchas cosas de las que hablar y queríamos juntar a todos después de tantos años para actualizarnos y poner en común dónde creemos que está el sector y hacia dónde va. No podía ser de otra manera que organizando un congreso. Solamente el hecho de juntar proveedores –de maquinarias, de materias primas, etc– con clientes resulta muy rico para todos los congresistas. Buscamos dar un espaldarazo al sector.

¿Por qué eligieron Zaragoza como sede?
Queríamos un punto intermedio entre las grandes capitales y donde todo el mundo se sintiera a gusto. Zaragoza es una ciudad acogedora donde además hay experiencia en el tema de construcción, ya que acoge cada año el Salón Internacional de Maquinaria de Obras Públicas, Construcción y Minería (Smopyc), al que siempre acudimos. Nos parece una ciudad muy bien comunicada, con un buen clima y con buena oferta gastronómica. Y el Palacio de Congresos nos resulta idóneo. 

Los cambios en las normas del hormigón, ¿han sido importantes?Se ha renovado la normativa que rige el producto del hormigón, que es el Código Estructural, sustituyendo a la EHE-08. También hay otra nueva norma que atañe al control de producción, el Real Decreto 163/2019. Todo es muy reciente y nos ha cambiado tanto la forma de trabajar como la de producir. 

La sostenibilidad es un tema que afecta a todos los sectores productivos. ¿De qué modo está influyendo en el hormigón?
El cemento está mirado bajo lupa y es nuestra principal materia prima. Debemos reducir la huella de carbono sí o sí. Estamos trabajando en ello. 

¿Y cómo pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono? 
Hemos elaborado una hoja de ruta con la que nuestros asociados ya trabajan. Pero queremos que todo el sector la conozca. En ese sentido, el congreso será muy útil también porque hemos invitado a todo el mundo, incluidas las empresas que no están en Anefhop. En esta hoja de ruta se definen todos los pasos que hay que dar para reducir la huella de carbono. Esto es bastante importante, porque los nuevos cementos que vamos a tener que utilizar con menos huella tienen una trabajabilidad diferente. Nos tenemos que adaptar a los nuevos productos. Y las medidas sobre sostenibilidad no solo atañen al cemento, sino también al transporte, el nuevo diseño de construcción... Para 2030, nuestro objetivo es bajar la huella de carbono del año 1990 en un 40%. Es una aspiración exigente pero alcanzable.

En ese sentido, Anefhop también cuenta con un sello propio.
Efectivamente, es el Distintivo Expert, relacionado con la sostenibilidad. Surgió a raíz de la crisis en la construcción, porque se produjo una situación muy compleja en la que muchas empresas dejaron de atender temas fundamentales. Desde la asociación se decidió establecer como obligatorio este distintivo para todas nuestras empresas, una garantía de mínimos de que se cumplen las exigencias legales. Se buscó que todo el sector se hiciera más fuerte, queríamos dar un paso hacia delante en el cumplimiento de la legalidad. 

Y respecto a la digitalización...
Tenemos que subirnos al carro de los nuevos tiempos. Por ejemplo, introducir todos nuestros productos en sistemas de información como el BIM, que utilizan los arquitectos en sus proyectos y que en un tiempo será obligatorio. Además, debemos establecer la factura y el albarán electrónicos. Por no hablar de que si no nos digitalizamos, no seremos un sector atractivo para los jóvenes y no captaremos talento. 

¿Cómo es la situación del sector en España? 
Evidentemente nos encontramos muy por debajo de las cifras de 2007 y 2008. Entonces se vendían 100 millones de metros cúbicos de hormigón al año y ahora estamos en 26 millones. Aunque todos somos conscientes de que esa situación no va a regresar, después de haber tocado mínimos de 15 millones en 2012, tenemos un crecimiento no muy fuerte pero sí continuado que nos permite mantener un buen ritmo de trabajo. 

¿Cuáles son sus objetivos?Deberíamos estar entre los 30 y los 40 millones de metros cúbicos de hormigón al año. Arrastramos un déficit de inversión desde el año 2008, y aunque con los fondos Next Generation ahora se está notando mejoría, no se ha llegado a subir de manera exponencial. Se están haciendo esfuerzos por parte de la Administración pero los proyectos se ejecutan de manera muy lenta. Tampoco ha ayudado la pandemia ni la reciente crisis energética. Hubo proyectos que se quedaron desiertos y ahora hay que retomarlos. Tenemos un camino importante que recorrer.

¿Qué perfil de empresas hay en el sector?A raíz de la crisis de ladrillo hubo un cambio en la composición empresarial del hormigón. Prácticamente solo sobrevivieron las pequeñas y medianas empresas familiares. En la actualidad, han vuelto a surgir las grandes compañías y las estrategias son diferentes, pues se sitúan cerca de los grandes centros de consumo con plantas potentes en Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia. De las 310 empresas que tenemos en Anefhop, casi la mitad son familiares de una sola planta.

¿Qué ventajas ofrece pertenecer a Anefhop? 
Damos asesoría técnica a nuestros asociados y les atendemos de forma muy personalizada. Tenemos asociados en toda España y nuestro trato es directo. Además, nos adelantamos a las necesidades antes de que lleguen. Sobre todo, trabajamos para las pequeñas y medianas empresas, porque las grandes ya cuentan con equipos propios. Queremos que las empresas pequeñas sigan al mismo ritmo que las grandes con nuestra ayuda.