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un verano en los pirineos

Todas las rotondas de Pau llevan a ‘Saragosse’

La relación entre el Bearne y Aragón la trazan años de Historia y de pequeñas historias, de esas que se tejen a base de amor, amistad, estudios o trabajo. Nos unen 8,6 kilómetros de un túnel perfecto. Nos separan 33 de un tren malogrado. El túnel del Somport divide dos mundos, pero una vez inmersos en ellos constatamos que las diferencias no son tantas.

En el año 2022, la ciudad de Pau recibió a un total de 314.590 españoles.
En el año 2022, la ciudad de Pau recibió a un total de 314.590 españoles.
N. L.

"¿Un erasmus familiar, pero eso qué es?" Acababa de presentarme en mi clase del Instituto de Estudios Franceses para Estudiantes Extranjeros (IEFE) de la Universidad de Pau y mi profesora y compañeros se quedaron atónitos al escucharme. "Nos hemos mudado desde Zaragoza, con nuestros hijos de 14 y 11 años, durante un curso escolar para sumergirnos en otro país y aprender su lengua, su cultura y sus costumbres", acerté a explicar en francés. Para la siguiente pregunta que me hicieron– "¿Por qué Pau?, ¿por qué el Bearne para vivir esta experiencia?"- ya no tenía respuesta. Hoy, un año después, podría defender un argumentario imbatible en cualquier intenso debate televisivo, muy al gusto francés.

La ciudad la elegimos al azar, pero enseguida descubrimos que es fácil sentirse como en casa al otro lado de los Pirineos. En el Bearne todos los caminos llevan a Aragón y, en Pau, todas las rotondas (es literal, hay una salida a ‘Saragosse’). Una historia compartida desde la Edad Media, y una rica relación cultural, económica y comercial que sigue alimentándose a día de hoy. El tránsito de visitantes es constante. En 2022, Pau recibió a 314.590 españoles, y la mayoría –confirman en Pau PyrénéesTourisme– son aragoneses. Una cifra que ha crecido un 27% desde 2019 y el objetivo es seguir impulsándola, tal como confirman desde los Ayuntamientos de Pau y Zaragoza.

Tras las cifras de ida y vuelta para conocer el Castillo de Henri IV o la Basílica del Pilar, encontramos otro tipo de viajes. De esos que cambian vidas. Como el que hemos hecho nosotros (con billete de vuelta a Zaragoza) o el que hizo Marie Paule Jiménez-Lahitton hace 34 años (con billete de regreso a Pau). Esta bearnesa conoció al que hoy es su marido en plenas fiestas del Pilar en Zaragoza, un mismísimo 12 de octubre. Un flechazo a la aragonesa, con sello bearnés, para culminar una larga y profunda historia de amor entre dos tierras. "Aragón es parte de mi ADN", explica esta profesora del IEFE de la Universidad de Pau. "Ambos pueblos tenemos muchas en cosas en común: la hospitalidad, la amabilidad y, aunque pueda parecer menos positivo, también la testarudez", detalla. ¿Y qué nos diferencia? También lo tiene claro: "El sentido del humor, la forma de pensar y también la forma de cocinar".

El clima especial es uno de los puntos en común entre Pau y Zaragoza.
El clima especial es uno de los puntos en común entre Pau y Zaragoza.
Guillermo Mestre

Aquel otoño de 1990 fue especial, pero no era la primera vez que Marie Paule visitaba Zaragoza. De la mano de su amiga María Teresa y su familia, ya había pasado largos veranos en la capital aragonesa y conocía bien las fiestas de Tornos o Calatayud. "Guardo recuerdos entrañables de aquellos años, como cuando en alguna reunión alguien empezaba a cantar una jota y se creaba un ambiente mágico en la sala. Es difícil de explicar", rememora, emocionada. "Hay un conjunto de cosas que hacen que yo ame Aragón: el calor de las personas, el paisaje y hasta el viento".

Sí. El viento. Está bien transcrito y traducido. Deben saber quienes nos leen en el lado francés que en Zaragoza sopla el cierzo 317 días al año; y quienes nos leenen el lado español deben estar informados de que en Pau llueve casi la mitad del año. Eso sí, el día que sale el sol todo queda perdonado. La postal de la cadena de los Pirineos desde el Boulevard de Pyrénées es una de esas imágenes que serenan el alma. Está claro que a uno y otro lado de la frontera hay que lidiar con un clima especial. Otro punto en común.

De momento, guardamos el paraguas porque seguimos en la Universidad y no es casual: esta institución es eje vertebrador del intercambio Bearne-Aragón y forja también esas pequeñas historias que tejen la Historia. "El primer convenio entre las universidades de Zaragoza y Pau se firmó en 1981. Zaragoza es, actualmente, nuestro socio más antiguo y uno de los más importantes en cooperación internacional", explica Natalia Hochman-Lefèvre, responsable de proyectos transfronterizos en la Universidad de Pau et des Pays de l’Adour. "Son 43 años de colaboración, una historia basada en una relación de confianza mutua que nos permite crecer", añade María Villarroya, directora del Secretariado de Internacionalización de la Universidad de Zaragoza. En estos años, el flujo de estudiantes ha sido constante. Centenares de aragoneses y bearneses han cruzado la frontera para formarse a uno y otro lado y la relación sigue creciendo gracias a dobles titulaciones en grados y másteres. A ello se suman la alianza europea Unita (con programas como la movilidad rural), el Erasmus y los proyectos de investigación transfronteriza. "Los aragoneses son estudiantes que destacan porque quieren conocernos e integrarse, tienen interés en ser parte de la cultura local", subraya Natalia Hochman-Lefèvre.

"Todo en Aragón nos llevó al Bearne. Todos los caminos de 'Saragosse’ nos
condujeron a Pau"

Es el caso de Julia Olmedo. Ella ha cambiado Villanueva de Gállego por Pau durante este curso y, además de estudiar en la Universidad, se ha integrado en una familia francesa para cuidar a los dos pequeños de la casa. "Creo que el hecho de ser vecinos nos asemeja en el carácter, aquí siempre me han recibido con una gran sonrisa y con amabilidad", asegura esta maestra, que vuelve a casa tras una experiencia educativa y vital inolvidable, pero con sentimientos encontrados: una parte de ella se queda en el Bearne.

La vida, las pequeñas historias y sus casualidades siguen uniendo y entrelazando a estas regiones vecinas, que se quieren y buscan. Los Pirineos, imponentes, atraen y unen, pese al clima, las angostas carreteras y la falta de ese tren malogrado que nos separa por tan solo 33 kilómetros.

Lo hemos dicho al principio, este era un viaje con billete de vuelta, así que regresamos al comienzo del reportaje, al ‘erasmus familiar’. El trayecto ha llegado a su fin y, ahora sí, podemos responder a la pregunta de por qué elegimos esta zona de Francia para vivir nuestra experiencia. Sencillamente, no podría haber sido otra: todo en Aragón nos llevó al Bearne. Todos los caminos de ‘Saragosse’ nos condujeron a Pau.

REALIZADO POR AML
Este contenido ha sido elaborado por Aragón Media Lab, unidad Branded Content de Henneo.

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