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¿Es posible exportar y ser eficiente a la vez?

Vender a otros países implica producir más y, probablemente, consumir más energía. Sin embargo, la globalización tambien proporciona mercancías y tecnologías más respetuosas con el entorno.

El respeto por el medioambiente es una cuestión central en las operaciones internacionales y otorgan mayor competitividad.
Pixabay

La primera vez que el estudio del impacto medioambiental se incluyó en un tratado comercial fue en 1999, en el acuerdo que regulaba las operaciones en América del Norte. Ya entonces los expertos establecieron en qué aspectos debían detenerse para estudiar la relación entre la apertura del comercio y el cambio climático.

El primero de ellos analiza el efecto que tiene el aumento de la producción sobre las emisiones de gases de efecto invernadero como consecuencia de las exigencias comerciales. Así, el incremento de la actividad económica conlleva un mayor consumo de energía, lo que genera más emisiones. Este se conoce como el efecto en la ‘escala’.

El segundo hecho objeto de estudio se detiene en el efecto de la ‘composición’ de la producción de cada país. La exportación se centra en aquellos bienes o servicios en los que se tiene una ventaja comparativa frente a otros mercados, aumentando su producción y reduciendo la actividad de otros ámbitos que no son objeto del comercio. Si estos sectores en expansión consumen más energía, se incrementa la emisión de gases invernadero. Si bien es cierto que también podría disminuir si estos fueran más eficientes desde el punto de vista energético.

Por último, el impacto del medioambiente en la apertura del comercio también puede medirse a través del efecto en la ‘técnica’ empleada, que puede reducir la contaminación, incluso. Por un lado, la libre circulación aumenta la disponibilidad de las mercancías, los servicios y las tecnologías inocuos para el medioambiente. De este modo, las mayores oportunidades de acceso a los mercados pueden incitar a los exportadores a desarrollar propuestas que contribuyan a mitigar el cambio climático. Por otro lado, el aumento en los ingresos que genera el comercio internacional alentaría las inversiones hacia una mayor calidad ambiental.

Este efecto en la técnica es el principal mecanismo por el que la apertura del comercio puede ayudar a mitigar el cambio climático, al aumentar la disponibilidad de bienes, servicios y tecnologías que pueden ser importantes para mejorar la eficiencia energética.

Comercio y transporte

Es por ello que la inversión en transporte ecológico, mediante la incorporación de vehículos eléctricos, por ejemplo, podría ser una de las soluciones para la distribución de la mercancía, responsable de la mayor parte de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que genera el sector del transporte.

El reciente informe publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente en septiembre de 2021 muestra que los buques producen el 13,5% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del sector transporte en la UE, por detrás de las generadas por el transporte terrestre (71%) o aéreo (14,4%). Teniendo en cuenta que la Organización Marítima Internacional calcula que aproximadamente el 90% del volumen del comercio mundial de mercancías se transporta por mar, podría deducirse que el comercio internacional no contribuye de manera importante a generar más emisiones.

  • ¿Ayuda comprar kilómetro cero?

    En la cesta de la compra, cada vez son más los que adquieren alimentos de origen local y demandan que las etiquetas de los productos faciliten información sobre su origen. Sin embargo, determinar la huella de carbono real de los alimentos de producción nacional y la de los importados es algo muy complejo, según se explica desde la Organización Mundial del Comercio. El modo de transporte y la distancia no son los únicos factores que contribuyen a las emisiones de CO2. El ciclo de vida de los productos, con inclusión de los métodos de producción (por ejemplo, invernaderos con calefacción o producción al aire libre; técnicas modernas con uso intensivo de energía o métodos manuales), también cumple una función importante.
    Tanto es así que algunos estudios sobre la relación entre la distancia recorrida y el carbono han mostrado que el efecto puede ser el opuesto al que comúnmente se cree. Por ejemplo, se ha señalado que las flores producidas en Kenya y transportadas por vía aérea a Europa generarían menos emisiones de CO2 que las producidas en Holanda; o que el transporte de corderos de Nueva Zelanda hacia el Reino Unido generaría un 70% menos de CO2 que el de los producidos en el Reino Unido.

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