"Mudar o alterar algo, introduciendo novedades". Esta es la definición de ‘innovación’ que ofrece la Real Academia Española. Si se aplica al ámbito empresarial, habría que añadir que la incorporación de procedimientos, servicios o productos dentro de una organización tienen como fin mejorar sus procesos corporativos y aumentar sus ingresos.

Son muchos los casos de éxito asociados a la implantación de innovaciones empresariales, especialmente derivados de la aplicación de las tecnologías y de la adaptación a los nuevos gustos del consumidor. Así, en el ámbito del comercio electrónico existen trayectorias emblemáticas como la de Amazon, líder en el sector; y en el de las plataformas digitales, fue Netflix quien revolucionó el ‘streaming’ con su propuesta de contenidos y sus recomendaciones personalizadas a los usuarios.

Ambos ejemplos se corresponden con innovaciones externas, orientadas al lanzamiento o mejora de un producto o, como en los casos mencionados, a una apuesta por un modelo de negocio que se anticipa a los cambios de la sociedad. Se conocen como innovaciones disruptivas, en las que se complementa u optimiza algo que ya existía: las plataformas digitales frente a la televisión o el comercio electrónico frente a la compra física. Este tipo de innovaciones son las que más riesgo conllevan, pero también las más paradigmáticas para ilustrar el progreso y el crecimiento empresariales resultantes del afán por mejorar.

Innovar en el ámbito de los productos es una de las estrategias más comunes en las empresas. Ya sea a través de cambios en el empaquetado o con la inclusión de nuevos componentes o funciones. El objetivo es atraer a nuevos clientes y diferenciarse del resto de competidores del mercado. Solo con echar un vistazo a los lineales del supermercado es posible percibir cómo ha cambiado la oferta en los últimos años, con el auge de las bebidas sin azúcar, las líneas veganas de marcas de alimentación y la preferencia por el granel frente a los envases de plástico, entre otras innovaciones convertidas en tendencias de consumo.

Desde dentro

Igualmente se pueden aplicar innovaciones empresariales internas, optimizando los sistemas de gestión en las áreas que conforman la empresa. Este tipo de innovación se basa en replantear los pasos de la cadena productiva de una empresa, lo que puede llevar a una reestructuración total del proceso de negocio con la introducción de soluciones que suelen ser de naturaleza tecnológica. Un ejemplo podrían ilustrarlo las empresas que han implantado ‘softwares’ especializados para aumentar y optimizar su producción.

No escapan a la innovación las estructuras organizativas, cuya remodelación responde a mejorar el rendimiento, disminuir los costes operativos, crear un mejor clima laboral, fomentar una nueva cultura organizacional e, incluso, introducir un enfoque de sustentabilidad ambiental.

De lo que no hay duda es de que la innovación es un camino de obligado recorrido para las empresas que quieran crecer y competir en el mercado, atendiendo a los gustos del exigente consumidor.