A la hora de comprar una vivienda, los futuros propietarios cada vez se muestran más preocupados por la contaminación y demandan inmuebles eficientes y cuidadosos con la naturaleza. No solo por la conciencia medio ambiental, sino movidos también por las ventajas en cuanto a la factura de la electricidad y la calefacción que suponen este tipo de construcciones. Esta tendencia ha llevado a que las técnicas constructivas hayan evolucionado y que se apueste de forma creciente por cuestiones como el uso de materiales sostenibles o el tratamiento de residuos a través de procesos orientados a la economía circular.

La investigación y el uso de nuevos materiales que sustituyan o complementen los más tradicionales (como el ladrillo o el hormigón) juegan un papel fundamental en el futuro del sector. Por ello, se está invirtiendo e investigando en el desarrollo de alternativas basadas en fibras de origen vegetal, bioplásticos e, incluso, materiales autorreparables gracias a la presencia de bacterias.

Objetivos

El esfuerzo que la humanidad está desarrollando para alcanzar construcciones sostenibles está recogido en la Agenda 2030. Aparece en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 11, el que hace referencia a las ‘Ciudades y comunidades sostenibles’, cuyas principales metas pueden resumirse en aumentar la urbanización inclusiva y sostenible, así como la capacidad para la planificación y la gestión participativas de las viviendas en todos los países, e incrementar el número de ciudades y núcleos que adopten políticas y planes integrados para promover el uso eficiente de los recursos y la mitigación del cambio climático.

Ambos objetivos ponen de manifiesto los importantes y difíciles desafíos que tiene el ámbito de las construcciones de este tipo a corto y medio plazo, y que pasan, en primer lugar, por redoblar la apuesta por las medidas destinadas a la preservación del entorno, tanto en el plano público como en el privado.

Además, según refleja también la Agenda 2030 en este ODS: "La energía es el factor que contribuye principalmente al cambio climático y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero". Una situación que obliga a los agentes del sector de la construcción a contribuir de manera firme a la lucha contra este fenómeno mitigando la energía que se emplea en su actividad y la que emplean, a posteriori, los edificios construidos.