Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 4.000 millones de personas vive en zonas muy vulnerables al cambio climático. Estas cifras lo convierten en un problema de primer orden contra el que la inteligencia artificial puede ayudar a luchar gracias a sus múltiples aplicaciones.

El derretimiento de los glaciares es una de las preocupaciones de los expertos ante la previsible subida del nivel de los mares. Científicos de la Universidad de Leeds han creado una IA que puede cartografiar en una centésima de segundo imágenes de grandes icebergs, lo que permitirá controlar ese deshielo.

La deforestación también se puede mapear. Así lo afirma Space Intelligence, cuya tecnología mide a distancia parámetros como los índices de deforestación y la cantidad de carbono almacenada en un bosque.

Las comunidades vulnerables al cambio climático en Burundi, Chad y Sudán son las beneficiadas por un proyecto de las Naciones Unidas que utiliza tecnología de IA para ayudar a predecir los patrones meteorológicos. La herramienta IKI les permite planificar los efectos de la crisis climática y mitigar su impacto.

Reciclar es una de las actuaciones que ayudan a la conservación del planeta al dar una segunda vida a residuos. Greyparrot ha desarrollado un sistema de IA que analiza las instalaciones de tratamiento y reciclaje de residuos para ayudarles a recuperar y reciclar más material de desecho.

La inteligencia artificial también está limpiando el océano. En concreto, una herramienta ha creado mapas detallados de basura marina para que sea más fácil retirarla.

Descarbonizar las operaciones de algunas industrias también es uno de los objetivos que se persigue como forma de alcanzar un planeta más sostenible. La empresa estadounidense Eugenie.ai se ha puesto manos a la obra y se ha convertido en un aliado perfecto de los sectores metalúrgico, minero, petrolero y gasístico, gracias a una plataforma de seguimiento de emisiones, que combina imágenes de satélite con datos de máquinas y procesos y analiza los datos para ayudar a las organizaciones a seguir, localizar y reducir sus emisiones entre un 20% y un 30%.

Acciones e ideas

La inteligencia artificial también es una herramienta útil para realizar acciones concretas más allá de la predicción. La ciudad brasileña de Río de Janeiro es un claro ejemplo. El ayuntamiento de esta localidad costera se alió con la startup Morfo, que se dedica al cultivo de semillas en zonas de difícil acceso. Esta colaboración iniciada en enero va a permitir reforestar las colinas que rodean el municipio con drones, dispositivos que pueden dispersar 180 cápsulas de semillas por minuto, cantidad que es 100 veces más rápida que si la reforestación se hiciera a mano.

Por último, Google DeepMind, el laboratorio de investigación de IA de Google, se ha unido a Climate Change AI para elaborar una lista completa de conjuntos de datos que permitirían avanzar en soluciones de IA con las que combatir el cambio climático. Otras herramientas de este gigante tecnológico permiten mejorar las previsiones meteorológicas o aumentar el valor de la energía eólica por su predicción.

Estrategia aragonesa

Aragón es un territorio que también se preocupa por el cambio climático y trata de hacerle frente a través de la inteligencia artificial. Su estrategia es una palanca del Gobierno autonómico para impulsar el desarrollo de esta tecnología que plantea dos misiones regionales en relación con la sostenibilidad: