Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ciencia de andar por casa

El método Edison para encender la creatividad

Descubre un truco para despertar la inspiración y que se te encienda la bombilla.

La 'bombilla' se nos enciende de manera diferente a lo largo del día.
La 'bombilla' se nos enciende de manera diferente a lo largo del día.

¿Qué pasa cuando te recuestas a echar una cabezadita sujetando una taza u otro objeto en la mano? Que seguramente, transcurridos unos instantes te despertarás de golpe –y con el golpe- con una taza rota y buenas ideas.

Aunque dicho así pueda a sonar a chiste o chascarrillo, en realidad se trata del denominado como 'método o sistema Edison'. Un truco para despertar la inspiración bautizado así en honor al mago de Menlo Park, ya que al parecer el prolífico inventor gustaba de echarse la siesta con unas esferas metálicas en las manos con el propósito de que en cuanto se quedase dormido el estrepito de las bolas contra el suelo lo despertase justo a tiempo para capturar las ideas que se le habían aparecido en ese entresueño. Resulta que Edison estaba convencido de que había un momento justo en el momento de conciliar el sueño y antes de dormirse como un tronco, especialmente propicio para que se le encendiese la bombilla. Un truco que también ha sido atribuido a Salvador Dalí y que ahora un reciente estudio ha comprobado que, efectivamente, funciona. Y también por qué. 

Explicado con más detalle, la investigación ha confirmado que en la fase inicial del sueño existe un punto exacto –una ventana que dura apenas unos pocos minutos- de máxima creatividad y explotarlo o aprovecharse de él pasa por levantarse justo en ese momento y no caer en un sueño más profundo durante el que la ideas surgidas se difuminan y cuesta mucho más recuperarlas. Pero, ¿por qué justo entonces? 

Bueno, el primero que hay que tener en consideración es que la creatividad reside en el equilibrio entre las regiones del cerebro –o, mejor aún, las redes neuronales- implicadas en el pensamiento espontáneo y el control cognitivo. 

El primero es el responsable de producir todo tipo de ideas, desde las más geniales a las más locas; las cuales se generan al incorporar y asociar las experiencias e informaciones recientes a los recuerdos almacenados en la memoria de un modo 'creativo' -aunque parece más apropiado referirlo como libre o sin reglas ni ataduras; y el mismo sistema o procedimiento que genera los sueños-. 

El segundo, el control cognitivo, es el encargado de juzgar si esas asociaciones son peregrinas o ideas valiosas.

Bien, pues la fase inicial del sueño, conocida como N1, se caracteriza por ser un estado de semilucidez. Por decirlo de un modo sencillo: un estado en el que el pensamiento espontáneo se activa o entra en ebullición y el centro de control lógico o racional todavía no se ha desactivado y mantiene su capacidad para discernir entre locura y genialidad. Y es precisamente esto último lo que marca la diferencia entre esta fase de duermevela inicial con respecto al sueño profundo, durante el que ya no ejerce ningún tipo de supervisión “y los sueños, sueños son” (que lamentaba Calderón por boca de Segismundo).

Y en realidad, si uno se para a pensarlo, tampoco es algo tan insólito. Al fin al cabo seguro que alguna vez te has quedado 'en trance' durante la sobremesa mientras resolvías los pasatiempos del periódico y, al caerse el boli de la mano y despertarte de golpe, esas definiciones en las que te habías atascado te han venido a la cabeza.

El experimento

De hecho, en esencia ese fue el experimento planificado por los responsables del estudio para testar el método Edison. En el mismo, enfrentaron a los participantes a una serie de problemas matemáticos o lógicos; después se les concedió un periodo de 20 minutos para que se relajasen en un asiento reclinado, con los ojos cerrados y sujetando un objeto con la mano de tal modo que al caer, el ruido les despertara; tras lo cual tenían que intentar resolver de nuevo los problemas. Comprobándose que la posibilidad de éxito se triplicaba. (Puedes hacer la prueba en casa).

Y ya que esta sección es de ciencia de andar por casa, como despedida no me resisto a recuperar un fragmento de un libro de Isaac Asimov 'Los robots del amanecer' (1983), que estoy releyendo porque andaba por casa (el libro y yo): “Baley se hallaba en el mundo de nunca jamás de la duermevela, cuando la mente se libera y sigue sus propias leyes. Es como el cuerpo que vuela, surcando el aire y sin gravedad. Espontáneamente iba saliendo lo sucedido… pequeños aspectos que él ni había notado… reuniéndose… añadiéndose una cosa a otra… poniéndose en su lugar… formando una red….”.

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