Contra el trasvase, sin ambigüedades
El pasado 23 de abril, día nacional de Aragón, el regalo de PP y Vox para los aragoneses fue el viejo libro de recetas trasvasistas de la derecha. Ese fue el día elegido para llevar al Congreso el debate para resucitar el trasvase del Ebro.
Vox presentó una moción abiertamente trasvasista, que proponía interconectar todas las cuencas para llevar el agua "sobrante" a las "deficitarias". Y el PP la enmendó para que no se hablara de interconexiones, y así tener una excusa para abstenerse. Pero en Aragón no podrán engañarnos: en la proposición que presentó el PP en marzo no se atreven a usar la palabra trasvase, pero sí se habla de "infraestructuras" que afecten a "más de una cuenca" para "responder a los déficits hídricos" y lo envuelven con el celofán de la "solidaridad". No tenemos ninguna duda: están hablando de trasvases. Y esa iniciativa fue firmada por tres de los diputados del PP de Aragón, lo que contradice gravemente el discurso de Azcón, que, aunque insista en su rechazo al trasvase del Ebro, carece de toda credibilidad ante el empuje trasvasista de su partido.
Y es que, cuando la derecha no sabe qué hacer, echa mano al retrovisor. El trasvase no se pudo hacer en el 2000 y no se podrá hacer ahora. Basta con repasar la opinión científica mayoritaria cuando se evaluó el Plan Hidrológico de Aznar, que se expresó claramente en contra de los trasvases. Ninguno de los cinco representantes de la comunidad científica en el Consejo Nacional del Agua apoyó el Plan Hidrológico de Aznar (cuatro votaron en contra y el quinto se abstuvo). La inmensa mayoría de los informes científicos que se encargaron entonces no fueron favorables al trasvase del Ebro. Al contrario: denunciaban el incumplimiento de la Directiva Marco del Agua que consagra el principio de unidad de cuenca, así como graves deficiencias ambientales, sociales, económicas y territoriales. Pero los dirigentes de Vox y del PP no han aprendido nada.
Hay alternativas al trasvase sostenibles desde el punto de vista medioambiental, social y económico y que algunos se niegan a estudiar (podemos imaginar por qué intereses), como la desalación, la reutilización de aguas residuales, el control de pérdidas en las redes o el transporte de agua en barcos.
¿Por qué se habla de déficit de agua y no se habla de territorios sobreexplotados? ¿Por qué se levantan megalópolis turísticas insostenibles en áreas con oferta de agua insuficiente? ¿Por qué nadie habla del principio de recuperación de los costes asociados al trasvase? La recuperación de costes, exigida por la Directiva del Agua, hace inviable económicamente cualquier gran trasvase. Los regantes quieren agua, pero no pueden pagarla. Digamos la verdad. Sólo sería rentable para las piscinas de complejos turísticos y campos de golf (y quizás ni eso).
Y hablando de agua, una apostilla sobre el fracasado embalse de Biscarrués que el Sr. Azcón intenta resucitar, aunque los tribunales lo tumbaran. He emplazado a la ministra para la Transición Ecológica a desestimar definitivamente de forma oficial en el BOE el embalse de Biscarrués. Hay que entender la inquietud con la que el territorio vive cada amenaza del Sr. Azcón. Por eso hay que desestimarlo, es de justicia.
Finalmente, quiero comentar lo que no se vio en el debate del Congreso. Casi al finalizar mi intervención pregunté a los diputados de Vox y PP: "¿Les da igual hacer el trasvase, aunque ello perjudique a Aragón si es en beneficio de otras comunidades autónomas?". La respuesta fue rotunda: "Sí".
Aragoneses y aragonesas, estos son los que nos gobiernan. No escuchen sus cantos de sirena cuando dicen que no quieren que Aragón sea una comunidad de segunda, pues cuando van a Madrid todos quieren ser ‘diputados de primera’, aunque ello les suponga traicionar a sus paisanos.
Jorge Pueyo Sanz es diputado de CHA por Sumar
