¿Médicos sin vocación?

¿Médicos sin vocación?
¿Médicos sin vocación?
Krisis'24

El sistema MIR (Médico Interno Residente) dio sus primeros pasos en los años 60 del siglo pasado. El Real Decreto 2015/1978 reguló la obtención de títulos de especialidades médicas creando un marco para la formación basado en un proceso de selección competitivo, asignando plazas de residencia en diferentes campos. 

Ha sido fundamental para garantizar la calidad y la homogeneidad en la formación de médicos en España. Abrió la puerta al mérito y la capacidad, relegando a un segundo plano familias, linajes y otras formas de poder.

A lo largo de cinco décadas, ha evolucionado para adaptarse a las necesidades cambiantes de la atención médica y sigue siendo un pilar en la formación de profesionales de la salud de nuestra sociedad. A este sistema de formación se han incorporado progresivamente otros perfiles como los titulados en farmacia, biología, psicología, físicas, química. Y lo mismo se ha hecho para especialidades de enfermería, con el sistema EIR, ‘especialista interno-residente’. Faltan todavía fisioterapia, trabajo social y alguna disciplina más. Pero, en cualquier caso, es muy poco probable que los profesores Segovia de Arana y Martín Zurro hubieran imaginado en 1980, cuando impulsaron la especialidad de medicina familiar y comunitaria, el punto en el que nos encontramos.

La formación de médicos en España comienza en el bachillerato. Sólo los más competitivos en la rama biosanitaria consiguen la nota para estudiar la carrera

El sábado pasado se podía leer en HERALDO que "Calatayud y Barbastro no cubren ni una sola de sus seis plazas convocadas en cada unidad docente; Alcañiz solo contará con una nueva residente, de los ocho puestos que tenía; y en Teruel quedan tres libres de cinco. En toda España han quedado 459 plazas vacantes de esta especialidad". Y el domingo M. Sádaba y S. Campo retomaban el tema firmando la pieza "Las sociedades médicas señalan la ‘agónica’ situación en primaria ante las plazas mir sin ocupar". Todo un síntoma. Y un aviso. Sin médicos de familia el Sistema Nacional de Salud quebrará.

En la ‘Historia de la formación sanitaria especializada en España y sus claves docentes’ descrita por Tutosaus, Morán y Pérez (2018) se muestra el camino recorrido pero no se intuye esta deriva. Ni quienes redactaron la Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones Sanitarias y el RD 183/2008 de Formación Sanitaria Especializada en Ciencias de la Salud tuvieron en mente este escenario. Como tampoco se refleja en la elaboración de las memorias de verificación de los títulos de Medicina, ni en los sistemas de acceso a los grados de las distintas universidades. Ahí se inocula un virus que, en buena medida, provoca estos efectos.

En ese camino se pierden muchas vocaciones porque
se prima la competitividad sobre la vocación

La formación de médicos en España comienza en el bachillerato. Sólo los más competitivos en la rama biosanitaria consiguen la nota de corte para estudiar la carrera universitaria. En ese camino se pierden muchas vocaciones. Muchos buenos médicos, chicos y chicas, expulsados por un modelo donde se ha primado la competitividad sobre la vocación. Y cuando se llega a la etapa final de especialización, se remata la dinámica. Se compite para ganar prestigio y dinero. Lógico, esos son los valores destacados de nuestra sociedad que, sumados a la comodidad, hacen que el cuidado y la relación de ayuda no sean prioritarios a la hora de elegir. Justo lo esencial de un médico de familia, sin desmerecer ni quitar nada a las demás especialidades. En la ‘maratón’ para formarse como médico en España no parece prestarse atención suficiente a estos aspectos. Así estamos donde estamos. Como dice el dicho, dime que siembras y te diré qué cosecharás.

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Chaime Marcuello en HERALDO)

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