Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Los engaños entrañables

Daniel Auteuil y Fanny Ardant, en el estreno de 'La belle épóque'.
Daniel Auteuil y Fanny Ardant, en el estreno de 'La belle épóque'.
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Cuando se ha caminado lo suficiente en la vida para hacer del todo legítima la nostalgia, es normal echar de menos la época en la que uno era más joven e iluso, no sabía nada acerca de la declaración de autónomos y creía que se iba a comer el mundo. Lo normal, pasado el tiempo, es que el mundo que te has comido haya encontrado aposento en tu cintura, seas un experto en los equilibrios financieros para evitar la bancarrota y tu conquista soñada sea una velada sin dolores de espalda.

En el terreno de los sentimientos, los resabios (que no te hacen sabio) complican la jugada de la ilusión, ya sea nueva o renovada: oyes una y mil veces el discurso del amor que se transforma en cariño y la costumbre que apaga la llama, en aras de la compañía. Son verdades relativas o mentiras directas, por ser imposible convertirlas en absolutas: supondría negar la individualidad del ser humano. 

El filme galo ‘La belle époque’ (2019) plantea una historia curiosa: tomar una persona mayor con su vida hecha trizas y llevarla al escenario elegido de su juventud, reproducido fielmente por un equipo de profesionales. La ambientación, el escenario añorado, los personajes con sus frases reconocibles y dejes gestuales... un engaño entrañable del cual todos son conscientes, y que se recrea con entusiasmo para que los sentimientos afloren genuinamente. Fanny Ardant y Daniel Auteuil, los veteranos, están fabulosos; los ‘jóvenes’, que frisan en los 40 (Doria Tillier y Guillaume Canet) también resuelven con éxito sus papeles. 

Del derroche de humor somarda (en francés), la ternura y los toques de crueldad en los que se mueve el metraje, con una exquisita selección musical como sazón, el poso sí puede ser común a casi todos los espectadores: en el fondo, la vida es hermosa y la gente que queremos, demasiado valiosa para no cuidar los detalles.

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