Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Ucrania, ¿asunto propio o ajeno?

Ucrania, ¿asunto propio o ajeno?
Ucrania, ¿asunto propio o ajeno?
POL

Imagino un mundo de palabras organizadas con jerarquías sociales semejantes a las humanas; con sus grupos, reuniones... 

Hay algunas tocadas por el éxito, con las que todos quieren contar, y otras marginadas, que sufren la degradación en la escala social. Las causas de esta caída en desgracia son variadas; por ejemplo quedar encadenadas en una frase o expresión, como el actor que no consigue distanciarse de uno de sus muchos papeles y queda siempre vinculado a un personaje. ‘Propio’ es una de estas palabras refinadas durante siglos que en nuestro contexto actual ha terminado condenada a formar parte de una expresión funcionarial tan poco afortunada como los "días de asuntos propios" El Diccionario de la Lengua Española, apenas ayuda para restituir su precisión; deja fuera significados interesantes y afina poco en muchos de los que incluye.

Lo intentaremos con nuestros recursos. ¿Qué palabra o familia de palabras son las que se nos ofrecen espontáneamente como sus compañeras de significado? Probablemente las primeras contienen la idea de ‘pertenencia’: propiedad, propietario... forman parte del léxico español básico. Siguiendo esta primera línea de significado la pregunta que abre esta tribuna resulta una tontería porque Ucrania no pertenece a España ni a la OTAN. Habrá que buscar por otro lado. Una segunda familia de acepciones contiene la idea de ‘proximidad’; en el lenguaje usual está escondida, pero podemos localizar sus huellas en términos como ‘propincuo’, adjetivo de uso común en los programas de televisión con aroma cítrico. Hay otras, pero vamos a quedarnos con esta idea de proximidad para continuar nuestra reflexión.

Se supone que existen valores que nos impulsarían a considerar como asunto propio lo que está ocurriendo en Ucrania

Estamos ante una línea de significado con grados intermedios, en uno de cuyos extremos estaría ‘más próximo o cercano’ y en el opuesto ‘más lejano’ (si recorremos su árbol etimológico encontraremos ‘ajeno’).

Ya vamos teniendo elementos para orientar la decisión: para España, las cosas de Ucrania ¿son propias o ajenas? Creo útil traer aquí una de las máximas fundamentales del derecho, en especial del derecho internacional: ‘res inter alios acta’. No tiene buena traducción literal pero sí hay buenas y conocidas expresiones equivalentes: ‘no es asunto mío’, ‘no me incumbe’ (el argot francés es más basto: ‘ce ne sont pas mes oignons’).

La proximidad de los asuntos permite o exige intervención. El alejamiento inhibe o prohíbe la acción.

¿Qué es proximidad? Hay una geográfica, evidente y poco discutible, cuando hay frontera común. España no tiene frontera con Rusia; la OTAN en Ucrania tampoco. Entonces, para considerarlo asunto propio, habrá que pensar en otro matiz; debemos desplazarnos al delicado plano de la proximidad moral. En realidad, para justificar la intensidad de las acciones de las que se habla, más que proximidad habría que pensar en identidad. Ucrania es políticamente idéntica a España. Una amenaza a Kiev es así una amenaza a Madrid. La identidad moral actúa como vaso comunicante que legitimaría una reacción proporcional. Parece que esta es la línea de argumentación en que se sustentan las decisiones: Rusia, que es ajena a los valores europeos, amenaza a Ucrania, con la que nos identificamos. ¿Cuántos minutos aguanta este razonamiento? La práctica política en Rusia ¿es significativamente distinta a Ucrania?, ¿y a Hungría? ¿Comparten valores europeos del Racionalismo y la Ilustración las monarquías de la península arábiga y por esa proximidad llevamos allí nuestras competiciones deportivas nacionales?

Pero Occidente ha equivocado demasiadas veces su percepción sobre a quién debemos considerar próximos morales

El despliegue de T-90 y T-14 da miedo; en realidad debe darnos mucho más miedo del que somos capaces de representarnos. Acudimos constantemente a la imagen de Chamberlain, cuando creyó haber conjurado la amenaza hitleriana; sabemos que se equivocó. Pero eso que denominamos ‘Occidente’ ha equivocado demasiadas veces su valoración de quiénes debemos considerar ‘próximos morales’, los que merecen nuestro apoyo, y quiénes son amenaza (los talibán, por ejemplo). Hemos cambiado tantas veces la consideración de ‘propio-ajeno’ que debiéramos reflexionar: ¿Afganistán?, ¿Iraq?, ¿Siria?, ¿Libia? ¿Asuntos propios o cosas ajenas? ¿Intervenimos o les dejamos? Como ciudadano atemorizado solo quiero saber en qué valores y prácticas concretas Ucrania se hace tan idéntica y Rusia tan ajena como para fundamentar tratamiento tan opuesto.

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