LITERATURA ESPAÑOLA. OCIO Y CULTURA

Javier Castillo: "Escribo de lo que me aterra y sé que mis pesadillas son las de muchos otros"

El escritor malagueño presentó su última novela, 'La grieta del silencio' (Suma de Letras) en la librería General y concentró a multitud de lectores

Javier Castillo empezó a publicar en 2014 y desde entonces, libro a libro, trilogía a trilogía, se han convertido en un fenómeno de masas.
Javier Castillo (Málaga, 1987) empezó a publicar en 2014 y desde entonces, libro a libro, trilogía a trilogía, se han convertido en un fenómeno de masas.
MÁLAGA, 16/04/2024.- El escritor

Qué impresionante en San Jordi, fue de los más vendidos, y ayer en su presentación y firma en la Librería General, de Zaragoza, con ‘La grieta del silencio’ (Suma de Letras). Enhorabuena por todo.

Ahí seguimos en la batalla. La respuesta del público está siendo increíble. Ha sido muy abrumador, una acogida muy espectacular, que no esperaba. Y estamos todos en la editorial celebrando el éxito. Estamos muy felices de que la gente haya abrazado esta historia con tantísimo entusiasmo. Es una inmensa alegría: cuando se alinean los astros a favor del trabajo. En esta novela he estado trabajando los últimos cinco años, saltando de una cosa a otra, pero de repente todo va de maravilla. Que le guste a tanta gente y que no pare de recomendarla es un disfrute increíble.

Es una novela que tiene algo doloroso, incómodo. Usted es padre de tres niños… ¿No le da un poco de escalofríos un tema así?

Al final yo escribo de mis pesadillas. Y una vez que eres padre, una de las grandes pesadillas es que les pase algo a tus hijos, que puedan desaparecer. Pienso en muchas situaciones cotidianas, que damos por hechas y que nos pueden parecer triviales (coger a tus hijos del cole, sin ir más lejos), y cambiando un detalle, un matiz, se pueden convertir en una absoluta pesadilla. Y eso es lo que yo quería conseguir en ‘La grieta del silencio’ con esa desaparición de un niño que iba con toda su ilusión al colegio y con su bicicleta, y como se convierte en la peor de las pesadillas durante 30 años para un padre. Y luego como un personaje esencial está la periodista Miren, al que ya tanta gente conoce, que se implica en algo así: es muy abrumador y doloroso.

¿Tenía en la cabeza aquel niño pintor de Málaga que desapareció?

Me acuerdo… No lo tenía en la cabeza, en ‘El juego del alma’ aparece el niño pintor de Málaga. Y lo pongo como unos de los guiños de ese texto porque es uno de esos casos sin respuesta, sin solución y lleva tanto tiempo enquistado en el imaginario de la sociedad. Duele mucho pensar que algo así puede suceder y prolongarse durante tanto tiempo sin saber qué pasó.

¿Cómo se lleva eso de que alguien principio no le quisieran publicar y ahora le quiten los libros de la mano?

Ja ja ja. Es normal. Ser editor es muy difícil. Elegir un libro, acertar, saber si puede tener éxito o no es complejo. Y mi primera novela reconozco que no era nada fácil: ver a un hombre paseando con la cabeza de una mujer, con 85 capítulos, era muy distinto a todo lo que había funcionado... Y de repente surgió esta magia. ¡Veo tan difícil el trabajo de editor! Algunos reciben hasta 400 manuscritos a la semana.

¿Por qué sitúa sus obras en Estados Unidos?

Por una cuestión práctica para mí. Empecé con mi primera novela, ‘El día que se perdió la cordura’, pasaban tantas cosas y me pasaban a mí mismo, durante la escritura, que me resultaba muy chocante situarla ante mi casa, y casi en mi país. Me decía: “Tantas cosas aquí no pueden pasar de golpe en la vida cotidiana de mi barrio o de mi provincia”. Me dije: “La alejo, la pongo en Estados Unidos, que allí puede pasar de todo, casi cualquier cosa”. Fue una decisión un poco meditada, para sentirme más libro. El siguiente libro era la continuación; luego el tercero, era una narración sobre guionistas y lo mejor era ambientarla en Los Ángeles, y al final toma decisiones por la trama y por la inercia. ‘La chica de nieve’ era una crítica al mundo del periodismo y no quería criticar ningún periódico en concreto, así que me invento una periódico en Nueva York y me funciona para una crítica universal de los medios.

El periodismo es capital en ‘La grieta del silencio’. ¿Qué le duele, qué le incomoda del periodismo, qué le decepciona?

Me decepciona que de manera espontánea y natural no surja un periódico que sea capaz de ser universal. Me incomoda que todos tengan su sesgo ideológico y que para enterarte al 100 % de lo que pasa tengas que leer varios periódicos muy distintos para coger todos los matices de lo que uno cuenta y de lo que el otro no cuenta. A mí incomoda mucho. En la universidad se enseña un tipo de periódico mucho más puro, mucho más honesto, de búsqueda de la verdad, de meter el dedo en la llaga del poder, sea de quien sea el poder, y que luego en las redacciones tristemente todo eso se difumina, hay intereses, línea editorial… A mí eso siempre me ha generado mucha frustración porque creo que en una sociedad moderna se merecen periódicos que sean capaces de señalar con el dedo a quien esté haciéndolo mal, sea quien sea.

"Me decepciona que de manera espontánea y natural no surja un periódico que sea capaz de ser universal. Me incomoda que todos tengan su sesgo ideológico y que para enterarte al 100 % de lo que pasa tengas que leer varios periódicos muy distintos"

Después de todos sus argumentos y de esta facilidad que tiene para inventar historias, ¿se inspira en la vida real, son sus sueños, son sus pesadillas?

Es una mezcla de todo. Al final, lo que uno desea como escritor es crear algo único, muy anclado en la verdad, y para hacerlo o llegar ahí tienes que leer muchas noticias, ver muchos hechos reales y luego ser capaz de jugar con las reglas de la imaginación. Escribo de lo que me aterra y por eso mis novelas tocan ese imaginario colectivo, y veo que mis pesadillas son las mismas que las de los demás. Y luego intento llenar toda mi ficción de mucha verdad, y ahí están los casos reales… Todo ello acompañado de un entorno real que cualquier lector puede sentir o percibir que lee algo que ha pasado de verdad.

Si escribe de lo que le aterra, ¿sus novelas son un exorcismo, una liberación?

Mis novelas suelen ser, sobre todo, un proceso mío de autorreflexión, de aprendizaje emocional, de tratar de indagar en cómo superar mis mis miedos. El proceso de escritura es intenso, lo sufro muchísimo, hay momentos en que acabo llorando, que acabo completamente derrotado encima del teclado y siento que estoy tocando heridas que muchas veces ni sabía que tenía.

Javier Castillo señala su nuevo libro de suspense y periodismo, centrado en la desaparición de un niño hace 30 años.
Javier Castillo señala su nuevo libro de suspense y periodismo, centrado en la desaparición de un niño hace 30 años.
Efe/Heraldo.

Eso impresiona: ese vuelco de intimidad que parece realizar hasta las lágrimas. Parece transferirle usted a su escritura emociones muy dolorosas… Eso parece muy literario y a la vez teatral.

No, no. Es verdad. Y creo que es eso lo que hace que el lector note, entre líneas, una emoción muy distinta. No digo que todo lo que escribe refleje al cien por cien todas las emociones, pero es verdad que cuando un párrafo duele más de la cuenta a mí también me duele. Yo soy muy empático…

Lo dice a menudo. ¿Podría concretarlo un poco?

Yo soy de esas personas que no puede ver a nadie llorar, que ve a alguien pasándolo más y tengo que abrazarlo, soy así. Y cuando escrito algo duro, me afecta, y aunque sepa que no es real, que es una creación literaria, por dentro lo vivo como si fuera verdadera y lo vivo como un drama.

¿Diría también que es un hombre bondadoso?

En mi visión del mundo, entiendo que la mayor parte de la gente es buena. Y trato de contribuir a eso: quiero ser buena gente, pienso en los demás, sé que en mi casa vivo una situación muy privilegiada, la vida me va muy bien, pero siempre estoy pensando en quién no tiene esa suerte. En la vida te encuentras sorpresas, asombros, decepciones, hay de todo, sí, hay gente que trata de hacerte daño, pero yo trato de huir de lo tóxico, seguir mi camino con una actitud vital positiva. Con la conciencia tranquila: sé que cuido a la gente que me cuida. Mi máxima es cuidar a los demás y tratar que todo el mundo esté bien. La vida ya es un poco dura para hacer aún más complicada.

"El personaje de Miren surgió un poco de la necesidad de crear esta voz del periodismo universal, de buscar la verdad, caiga quien caiga, y sobre todo jugar a creer que buscando la verdad de ahí fuera, en los conflictos, se iba a encontrar a sí misma. Y con esa idea surgió también que ella estaba rota, que había sufrido una agresión sexual"

Háblenos de Miren Triggs, a la que ya hemos citado ¿Cómo surge este personaje que se proyecta hacia el periodismo?

Cuando me embarqué en ‘La chica de nieve’ yo tenía la idea de crear tres personajes, tres dolores o tres traumas continuos y tres viajes al pasado, tres personajes que estuvieran atrapados en un momento concreto de su vida. Y el personaje de Miren surgió un poco de la necesidad de crear esta voz del periodismo universal, de buscar la verdad, caiga quien caiga, y sobre todo jugar a creer que buscando la verdad de ahí fuera, en los conflictos, se iba a encontrar a sí misma. Y con esa idea surgió también que ella estaba rota, que había sufrido una agresión sexual y se sentía por dentro tan perdida que se bloqueaba mentalmente. Está como vengativa, luchadora, reivindicativa, y surgió con esa dualidad: buscar algo ahí fuera para encontrarse, de algún modo, a uno mismo.

Llama la atención cómo cuenta su sexualidad un poco animal… ¿Hay algo en ella inhumano, quizá bestial?

Sí. Y tiene ese componente de rabia interior que ella expresa de esa manera. Lo expresa poco, pero los personajes que están con ella perciben que en cualquier momento puede arañar. Se comporta de una manera muy felina, muy irascible, tiene esa facultad sí de comportarse muy salvajemente. Como lo hería un felino en la selva.

¿Qué está buscando como escritor?

No quiero aleccionar, aunque en todos los libros hay un tema de fondo. Y ‘La grieta del silencio’ trata de como afrontar el dolor por una pérdida, cómo seguir adelante pese a varios traumas horribles, como en el caso de Ben Miller, que ha desaparecido su hijo y lleva treinta años sin saber de él, o en el de Miren, cómo consigue pasar página. Hay este tema de fondo. Pero lo que quiero es que la gente cuando entra en uno de mis libros sepa que les va a vapulear, que los va a llevar de un sitio a otro todo el tiempo, que no van a poder mirar el móvil, que van a meterse en un mundo muy particular y los va a atrapar. Siempre tengo la obsesión de que el lector no cierre el libro y que si lo cierra no pueda dejar de pensar en él hasta que lo abra de nuevo. Esa es mi obsesión, pero luego hay otras cosas que van calando…

¿Quién son sus maestros?

No sabría decir. Leo cosas muy distintas. Por ejemplo, aunque no me ha influido, disfruto mucho con la oscuridad de Mariana Enríquez, me encanta su voz muy poderosa; me fascina Joël Dicker; me gusta mucho Pierre Lemaitre. Hay elementos de todos que me interesan. También Donato Carrisi en Italia...

Aunque solo lleva diez años escribiendo, ¿ya sabe por qué necesitamos las novelas?

Llevo mucho tiempo escribiendo, desde hace mucho años, sobre todo relatos de diversa extensión. Necesitamos escapar de la vorágine mental que vivimos. No nos hemos dado cuenta, pero la sociedad en los últimos años ha ido acelerando, exigiéndonos más, y todo va a un ritmo tan rápido que necesitamos estas vías de escape. Necesitamos lugares donde abres una ventana, la primera página del libro, estás en otro sitio, en otro momento, con otra gente, con otras voces. Y te dices: “Estoy aquí con esta gente que va al ritmo que yo quiera”. Lo leo al ritmo que quiera. La gente ha vuelto a los libros como un refugio en este sociedad donde peleamos por ver quién dice la voz más alta, la barbaridad más grande o quién hace la locura más increíble. Estamos todos agotados de los estímulos externos y los libros nos permiten buscar estímulos dentro de nosotros de una manera muy distinta.

"Lo que quiero es que la gente cuando entra en uno de mis libros sepa que les va a vapulear, que los va a llevar de un sitio a otro todo el tiempo, que no van a poder mirar el móvil, que van a meterse en un mundo muy particular y los va a atrapar"

¿Cómo se ha visto en las series que le han hecho? ¿Se reconoce?

Tengo la suerte de participar en los dos procesos de adaptación, llevamos tres en realidad, ‘La chica de nieve’, ‘El juego del alma’, que acabamos de terminar, y estamos ahora desarrollando ‘El cubo de cristal’. Tengo la suerte de estar en el proceso. Un proceso que me aporta ilusión porque se mantiene este lenguaje que, como se empieza a reconocer, está marcado por esa oscuridad, esa melancolía, ese dolor, del que hemos ido hablando, y me gusta muchísimo. Es un mundo muy distinto, pero el alma de lo que cuento está ahí y es una manera especial y distinta de verlo, con el poder que tiene el mundo audiovisual que se cuela en las casas de todo el mundo. Te cuenta de otro modo la historia, pero es la misma historia, y es algo muy bonito. Yo me disfruto mucho el proceso y sobre todo con ‘La chica de nieve’, que he tenido la suerte de contar con un equipazo alucinante, Netflix, Milena Smit, José Coronado. Ha sido un regalo contar con todos ellos.

Por qué le dedica el libro a su hijo Pablo. Usted tiene tres hijos.

Ja ja ja. Es el último. Tiene un año y ha hecho que durante el último año, mientras escribía el libro, yo no parase querer dejar de escribir y él no paraba de pensar en él… Es el culpable de que un personaje se muera en la novela porque esa noche no me dejó dormir. Lloró mucho en la cuna.

Javier Castillo atrajo a mucho público a la Librería General de Zaragoza para que les firmases sus libros, repletos de oscuridad, dolor y melancolía.
Javier Castillo atrajo a mucho público a la Librería General de Zaragoza para que les firmase sus libros, repletos de oscuridad, dolor y melancolía.
Archivo Heraldo.
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