José Eustasio Rivera: el Orfeo colombiano. 'La Vorágine' cumple un siglo

Un viaje a esta singular novela que encarna «la naturaleza agobiante de pesadilla»

José Eustasio Rivera, el gran escritor colombiano de la naturaleza.
José Eustasio Rivera, el gran escritor colombiano de la naturaleza.
Archivo HA.

Una palabra que se me quedó en esa vorágine lingüística de localismos y expresiones populares fue ‘chinchorro’. Es una hamaca, para mí simboliza una calma ligera y casi imposible en medio del frenesí agobiante de la jungla. Un intento de vivir y soñar sin presiones por unos instantes en medio de los agobios incesantes.

Al poeta Arturo Cova le secuestran a su novia Alicia y va a rescatarla por las montañas y los llanos, por las lagunas y los bosques, hasta la Amazonia. Pasa cien mil peligros, lo atacan los mosquitos y las fiebres, se vuelve loco y se cree muerto, ve visiones, se escinde en personalidades. Y al final la encuentra. Está en medio de la vorágine humana de los caucheros, de un capitalismo feroz, de tipos que esclavizan a sus semejantes para vender caucho, de funcionarios corruptos, de empresarios que compran y venden personas, que hacen lo que sea por vender el caucho.

Alicia es de Bogotá y tiene vida y personalidad propia. No se deja dominar fácilmente. Conserva su elegancia y su integridad en todos los peligros. A un cauchero que intenta violarla le marca la cara con una botella rota. Y así la encuentra el poeta. Es una colombiana contradictoria y viva, que a veces el poeta no comprende, con la que tiene a veces sueños en el crepúsculo.

José Eustasio Rivera nació en Neiva, en el interior montañoso de Colombia. Su novela cuenta como Alicia-Eurídice se mantiene elegante y personal en medio de la vorágine de mil formas de vida y mil formas de ambición embrutecida. También Consuelo es colombiana y su madre era de Neiva. Y también se mantiene orgullosa y elegante. Una vez en un autobús fuimos muchas horas desde Bogotá a Popayán y pasamos cerca de Neiva. Y llegamos a Popayán con una fiebre que ella cogió en México y yo acechaba su mejoría tomando ron viejo de Caldas.

Cuando vuelve la Eurídice del mito griego trae un poco de sombra y de infierno en el pelo. Pero en la novela de Rivera los protagonistas no vuelven. La última frase es «Se los tragó la jungla».

‘La vorágine’ se parece obviamente a la historia de Orfeo que va al infierno a rescatar a Eurídice. Pero cuando vuelve Eurídice tiene algo del infierno. Una parte oscura, una vitalidad incomprensible e indomeñable. Igual que Unamuno quería que el cielo tuviera algo de infernal. Y William Blake defendía ‘Las bodas del cielo y el infierno’.

Pero también me recuerda ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad y su internarse en el horror. Solo que José Eustasio Rivera habla de como la elegancia se puede mantener dentro del horror. Y me recuerda el ‘Viaje al fin de la noche’ de Celine y su sinceridad radical. Y la poesía visionaria de algún fragmento recuerda ese hincharse de vida del día antes de morir en el poema al crepúsculo de Guillermo Valencia, el poeta de Popayán.

Y pienso en que ahora sufrimos la vorágine tecnológica, este agobio sin fin de comprar a la fuerza artilugios cada diez minutos, este perseguirnos las tecnológicas que nos exprimen y nos inventan necesidades y lo manosean todo. Si ‘La vorágine’ es la naturaleza agobiante de pesadilla , actualmente vivimos la vorágine del manoseo sin fin y el alejamiento de la naturaleza. Y que nos machaquen sin fin para obtener beneficios y encima digan que es para salvarnos.

Igual que al final de ‘La vorágine’ hay una matanza espantosa para sublevarse contra un gobernador , solo para poner otro gobernador igual de prepotente, y dice que actúa en nombre de la libertad.

Cuando vuelve la Eurídice del mito griego trae un poco de sombra y de infierno en el pelo. Pero en la novela de Rivera los protagonistas no vuelven. La última frase es «Se los tragó la jungla». El que debía encontrarlos solo encuentra el manuscrito de Arturo Cova. Espero que a nosotros no se trague la jungla tecnocrática de idioteces artificiales y artilugios que apartan a los humanos o nos complican la vida para enriquecer a los potentados. Espero que algún día o por un instante salgamos a un chinchorro con calma viva de sueños humanos.

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