LETRAS ESPAÑOLAS. ocio y cultura

Andrés Neuman: "La primera infancia es carnavalesca, transgresora, festiva y sin tabús"

El escritor argentino, afincado en Granada, ha presentado en el Paraninfo un nuevo libro dedicado a su hijo Telmo: 'Pequeño hablante' (Alfaguara).

Andrés Neuman sigue celebrando la vida y el crecimiento de su hijo Telmo: lo ha convertido en fuente de vida, de observación y de experimentación literaria.
Andrés Neuman sigue celebrando la vida y el crecimiento de su hijo Telmo: lo ha convertido en fuente de vida, de observación y de experimentación literaria.
Guillermo Mestre.

Hace casi cuatro años, el escritor Andrés Neuman (Buenos Aires, Argentina, 1977), quizá contra sus propios pronósticos, era padre de Telmo, nacido de su relación de con la poeta y profesora de literatura iberoamericana Erika Martínez. Algo tan excepcional y a la vez tan cotidiano le cambió la vida: entonces llevaba 250 páginas de una novela que no estaba muy lejos de culminar, pero la experiencia de la paternidad le cambió por completo. Primero firmó ‘Umbilical’ y ahora aparece la continuación: ‘Pequeño hablante’, ambos en Alfaguara. Los dos son dos libros fronterizos que participan de la narrativa, de la poesía, del diario, el aforismo e incluso a veces de la greguería, esa mezcla de metáfora, humor e ingenio que inventó Ramón Gómez de la Serna. La trayectoria literaria de Andrés Neuman es impresionante: hijo de músicos argentinos exiliados reside en Granada y entre otros galardones logró el Premio Alfaguara y el Premio de la Crítica con ‘El viajero del siglo’. En el ciclo ‘La buena letra’, en el Paraninfo, conversó con la gestora cultural y colaboradora de HERALDO Eva Cosculluela.

Dice usted: “Y por fin nos quisimos como hablante”.

Ahora el personaje, Telmo, hace más cosas, dice cosas y está la lengua de por medio. ‘Umbilical’ era como una exploración en la fase preverbal de la vida, y eso tiene limitaciones. Y sobre todo era un libro de bienvenida al mundo a mi hijo. Un regalo.

Sí, aunque era una novela, o uno de sus libros abiertos y frondosos, muy física, llena de detalles y también de elementos abstractos.

Claro. Ahora ha habido un cambio: hay un cuerpo que se mueve, un conocimiento mutuo y está el tema de la lengua que es importante. Los dos temas del libro son la infancia y la lengua. Qué pasa a la lengua de los padres, también. Mi novela ‘El viajero del siglo’ es una historia de amor entre traductores. Faltaba muchísimo para que nuestro hijo naciera, bueno, pues aquí hay un retrato d ellos padres y madres como traductores de su hijo cuando es un hablante incipiente. Y toda historia de amor genera un lenguaje, toda pareja cuando se enamora genera su léxico. Y toda familia tiene como su folclore verbal, propio. Estos fenómenos, que son profundamente lingüísticos, del lenguaje de la tribu o de la traducción del ser querido a unas palabras que tú puedas entender, estos son temas que me han interesado siempre. Y ahora con mi hijo son el pan de cada día.

"Con mi hijo descubro todo el tiempo senderos hacia la literatura, y creo que en este libro están los temas esenciales de la existencia y de casi toda la creación literaria: la vida, el amor y la muerte"

Ese hijo le ha cambiado la vida y no sé si la escritura. Dice usted: “Ya no puedo escribir lo que escribía”.

El nacimiento de nuestro hijo Telmo fue un terremoto. En realidad, ‘Pequeño hablante’ es un libro que nace del insomnio: en estos momentos en que el niño logra dormir y tú estás a su lado, en alerta, casi temiendo que se despierte. Y entonces tomas notas, escribes en el móvil, en los cuadernos. Y ese terremoto también ha modificado la escritura.

¿Cómo?

Como le decía tenía una novela y me faltaba poco para terminar, y fue tal terremoto el nacimiento de nuestro hijo que hice un par de intentos y vi que era incapaz de reanudarla. Y esa novela estuvo paralizada y yo creí que perdida durante tres o cuatro años. Este año he podido reanudarla. Una vez que han pasado los primeros años de crianza, que son duros y fascinantes, y que he podido ir escribiendo estos libros, que son extremadamente breves y condensados, y que es lo único que he escrito en estos cuatro años, he podido reanudarla.

O sea que ha descubierto que puede escribir sobre otra cosa.

Ja ja ja. Después de tres o cuatro años de creer que no, poco a poco he podido volver. A no mucho tardar podré publicarla, pero no es una novela que haya escrito entre pañal y pañal, sino que ya andaba por ahí.

Se le ve feliz en estos libros, que no son tan frecuentes. ¿Cómo reaccionan sus amigos?

La mayoría con emoción y gratitud. Te agradecen que abordes estos temas. Ha habido desde hace años padres con estas experiencias e impulsos. Hay muchos libros de hijos sobre sus padres, pero menos al revés, de los días de crianza, que es una experiencia que se olvida, por eso también es estimulante observarla, contarla, documentarla y convertirla en ficción. No había un reparto de tareas, domésticas y familiares, pero desde hace tiempo los padres han estado implicados, aunque no hemos alcanzado la simetría. Eso es obvio, pero tampoco se ha hecho porque también había una jerarquía de lo que era un gran tema.

¿Eso le parece? ¿Cuáles eran los grandes temas?

Se podía escribir sobre enamorarte todo lo que quisieras, podía escribir sobre el estado, el capitalismo tardío, la inteligencia artificial, o sobre fútbol o política. Son los grandes temas… ¿Puedes hablar del cuerpo de tu hijo? ¿O de las escatologías de un bebé? Las mujeres han escrito de la maternidad de distintos registros y a nadie le ha molestado. Y a veces sí alguien lo hace es llamado adanista.

Andrés Neuman, tras esa pieza de orfebrería que fue 'Umbilical', insiste en su forma de ver, contar, glosar y reflejarse en su hijo Telmo.
Andrés Neuman, tras esa pieza de orfebrería que fue 'Umbilical', insiste en su forma de ver, contar, glosar y reflejarse en su hijo Telmo.
Guillermo Mestre.

Solo se trataba de atreverse.

Algunos padre se han volcado en los cuidados. Incluso han sido o son el cuidador principal de la familia. En ‘Umbilical’ y en ‘Pequeño hablante’ hablo de los sentimientos de alguien que como yo que pensaba que nunca iba a ser padre.

¿Eso pensaba?

Sospechaba que no porque la vida y mi biografía, en particular, y los discursos educativos en general me educaron para convencerme de que no sabría, no podría o no querría. Yo tenía mucho miedo de ser padre, no solo de la responsabilidad de ser padre, pensaba que no estaría a la altura del cuidado que necesita un hijo, y esa baja autoestima de muchos hombres al respecto del cuidado me parece un tema fascinante y mucho más interesante que el presente adanismo, que a veces me pueden reprochar. El hecho de abordar un tema como si no se hubiera tocado antes.

¿Por qué hay tantos hombres que crecimos pensando que son seríamos incapaces de cuidar?

Quizá porque no nos enseñan a cuidar. ¿Es un tema digno de literatura? Yo creo absolutamente que sí. Cuanto te dicen, si volvemos al adanismo (ese hecho de abordar un tema como si no se hubiera tocado antes) que ahí estás descubriendo el Mediterráneo yo siento que hay una reacción defensiva o temerosa a la posibilidad de adentrarse en un terreno que como Baudelaire decía es mitad antiguo como el mundo y mitad nuevo.

"Hay muchos libros de hijos sobre sus padres, pero menos al revés, de los días de crianza, que es una experiencia que se olvida, por eso también es estimulante observarla, contarla, documentarla y convertirla en ficción. No había un reparto de tareas, domésticas y familiares, pero desde hace tiempo los padres han estado implicados, aunque no hemos alcanzado la simetría"

‘Pequeño hablante’ es un libro muy cuidado, el libro de un padre, de un observador, de alguien que está sintiendo de modo especial, con una percepción poética, que es ingenioso y tiene un gran sentido del humor.

Gracias. Me encanta que mencione el humor. La infancia es carnavalesca, sobre todo la primera infancia, en cuanto a que no tiene tabús, es transgresora, intuitivamente transgresora, es festiva y al mismo tiempo secretamente trascendental, igual que lo es el carnaval. Y es muy física, muy lúdica y en el fondo muy seria. Trabaja con conflictos, represiones y tradiciones, que van siendo desafiadas. En eso consiste el carnaval, y en eso consiste la primera infancia, insisto.

También es seria, grave.

Desde luego. Las cuestiones que plantea ‘Pequeño hablante’ podría ser, si lo piensa, tremendamente seria: se habla de muchos asuntos, algunos dramáticos, autobiográficos, vinculados a mi madre y mis abuelos, etc. Y a más cosas: cómo se desvía la libido cuando tienes hijos, las crisis conyugales cuando tienes hijos, los conflictos laborales… Todo esto podría devenir en la mater-paternidad en muchísima angustias, pero yo prefiero adherirme al carnaval de mi hijo. Todo esto me apetecía más tratarlo de manera más desdramatizadora que es lo que hace mi hijo con casi todas las cosas. Me resultó inmensamente placentero ver que mi Telmo ha descubierto que los padres somos neuróticos y obsesivos, ve nuestro talón de Aquiles, y en los juegos decide hacer las cosas mal. Y entonces los dos, o los tres, jugamos a ser torpes y a desdramatizar los errores. Con mi hijo descubro todo el tiempo senderos hacia la literatura, y creo que en este libro están los temas esenciales de la existencia y de casi toda la creación literaria: la vida, el amor y la muerte.

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