narrativa. artes & letras

La música universal de Casetas, las cosas del campo, el clarinetista y la bruja

Antonio Iturbe elabora una conmovedora historia de la banda municipal del barrio y la vida de su director, Manuel Lozano, y de su propio abuelo

Antonio Iturbe, gracias a la memoria de su abuelo, reconstruye la historia de la banda musical de Casetas.
Antonio Iturbe, gracias a la memoria de su abuelo, reconstruye la historia de la banda musical de Casetas.
Francisco Jiménez.

El paso del tiempo y el peso de la memoria son dos asuntos complementarios que le interesan cada vez más a Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) como se ve en libros como ‘La bibliotecaria de Auschwitz’, inspirado en un hecho real y en un personaje que ya ha dado la vuelta al mundo, en ‘La playa infinita’, donde su padre y su existencia en Barcelona y la propia ciudad son los protagonistas, y vuelve a suceder ahora con su nueva novela, ‘Música en la oscuridad’, inspirada en su abuelo, que vivió muchos años en Casetas, pegado a la tierra, al paisaje y a algunos sueños, entre ellos la música.

Es su abuelo el principio de esta crónica de España, en un pequeño lugar del mundo llamado Casetas, cercano a Zaragoza, que explica muchos afanes, entre ellos el deseo de pasar de una sociedad marcada por el caciquismo, la pobreza de recursos y las múltiples supersticiones y temores a otra más moderna, alfabetizada y esperanzada, de la mano de la II República.

Antonio Iturbe inicia su novela con una pregunta: el nieto pequeño de diez años que fue quiere saber cosas de su abuelo. «¿Por qué nunca lo escuchó tocar? ¿Por qué en los años 30 en una población pobre, de gente mayormente analfabeta, con casetas tan bajas que había que entrar rezando, un campesino rudo como su abuelo llegó a aprender a tocar un instrumento tan refinado como el saxofón? ¿Cómo es posible que de sus dedos encallecidos de esquejar remolacha y sus manos orinadas para aliviar la piel agrietada emergiera la delicadeza de la música?». El intento de responder a estas preguntas le va a llevar a Iturbe –ahora director de la revista literaria ‘Librújula’ y colaborador de estas páginas desde hace años– a realizar una auténtica inmersión en un barrio donde se confirmará algo que se sabe: «La música es mágica».

Con todo, en esta novela que abraza a muchos seres de reparto de carne y hueso y emoción, y que suena como una sinfonía narrativa colectiva, el protagonista no es el abuelo propiamente, sino que es un sastre que viene de Mallén y toca el clarinete. Y pasea un planeta nuevo en la cabeza. Ideales. Será él, el forastero, quien se atreve a convertirse en un aparente ‘enemigo del pueblo’: es obstinado, soñador, voluntarioso y, cómo no podía ser de otro modo, es pertinaz. Se atreve a contagiar su entusiasmo por la vida y por la música tras ser nombrado director de la banda de Casetas.

Antonio Iturbe indagó por aquí y por allá, rastreó la huella de sus conciertos, encontró reseñas elogiosas en la prensa. Y no solo eso, hizo un trabajo de campo exhaustivo en Casetas (halló a la hija del director), sobre todo, en Mallén, en Garrapinillos, rellenó huecos con su imaginación de novelista. Con la esponja de la realidad y los materiales de la ficción armó una historia llena de humanidad, que ahonda en una idea: una pequeña parte del mundo, humilde, olvidada, cruzada de emociones y disputas, puede explicar un país y acaso el mundo entero.

Nada fue fácil para Mariano, casado con Joaquina y padre de dos niñas. Pronto surgió una antagonista, Hilaria ‘La Bruja’, una de esas criaturas que manejan a la perfección las supersticiones, que atesoran una cultura popular riquísima y compleja y que van a su aire, libres, casi soberanas en medio de un ambiente de suspicacia, temor y hambruna. Aunque representan mundos distintos, Hilaria es sabia y hay algunos diálogos entre los dos que los definen a ambos. «Mariano va a decir algo más, pero decide no hacerlo. Le incomoda sentir esa intimidad al lado de esa mujer rara. Los dedos de Hilaria son largos como los de los pianistas, no puede dejarse atrapar por ellos». Unas líneas más atrás, ella le dice: «Un músico, para emocionar ha de tocar emocionado». Entre sus diálogos y sus disputas, los conciertos y las giras de la banda, las fiestas y los diálogos en los bares, se cuela una nueva sombra: la de la Guerra Civil.

‘Música en la oscuridad’ recupera giros y términos y caracteres muy aragoneses, no exentos de somardería; recupera una época, un espacio (Casetas, Zaragoza, los caminos que van y vienen hacia Garrapinillos y los poros misteriosos de la historia) y unos personajes sencillos, profundamente humanos y azotados por la penuria, y es una exaltación de la música y de la cultura, como un arma irreductible en medio de la adversidad. Y todo ello escrito con honestidad, compasión, fluidez y voluntad de entender la fragilidad incesante de la condición humana.

NARRATIVA ARAGONESA

Música en la oscuridad. Antonio Iturbe. Seix Barral: colección Biblioteca Breve. Barcelona, 2024. 410 páginas

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