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Mar Blanco: "La poesía y el paisaje son un refugio para volver siempre a cobijarte en su intemperie"

La exconcejala de cultura de Zuera vuelve a la lírica con el poemario 'La caligrafía del bosque' (Los Libros del Gato Negro) y ofrece tres poemas

Mar Blanco alterna la gestión cultura con la poesía y la pintura.
Mar Blanco alterna la gestión cultura con la poesía y la pintura.
A. C./Heraldo.

En la solapa de su libro ‘La caligrafía del bosque’, Mar Blanco Larrosa se define como pintora, escritora y gestora cultural. Ha sido una dinámica concejala en el Ayuntamiento de Zuera, donde parece imposible no echarla de menos por su profesionalidad, su pasión y su entusiasmo. La poeta y profesora Ana Martínez Mongay escribe: “Los poemas se encadenan como la corriente de un río que nos lleva a través de los sentimientos, sensaciones, recuerdos y pensamientos de su autora en unión de con la naturaleza”.

¿Qué es ‘La caligrafía del bosque’, que acaba de publicar en Los Libros del Gato Negro? ¿Por qué el bosque y por qué la caligrafía?

La caligrafía del bosque es entrar a un templo que predica la ley primitiva de la vida. Este poemario es efectivo en el ámbito de un universo donde el lenguaje se implica en forma y sentido para dar amplitud a la representación de la naturaleza. No hemos de olvidar que formamos parte de ella y que, por lo tanto, ese lenguaje vegetal es nuestro también y solo tenemos que detenernos para interpretar los signos que constituyen su alfabeto.

Explíquenos un poco cómo nace el libro, qué motivos e imágenes le han inspirado.

Nace del reencuentro con el silencio y la contemplación en ese ritual del tiempo que significan las rutas por la montaña y mis paseos cotidianos por la ribera del Gállego. El planteamiento del libro es un diálogo continuo, que aúna emoción y pensamiento como un único poema, en el que descubrir la palabra escondida, lo innombrado, entre sonidos, texturas, colores y aromas. Al atravesar los árboles, e incluso abrazarlos, sientes las entrañas de la tierra bajo los pies y me deslumbra la vegetación desbordada de luz. Este sería el resumen: filosófico es el preguntar y poético el hallazgo. Pensar para ser.

"El libro nace del reencuentro con el silencio y la contemplación en ese ritual del tiempo que significan las rutas por la montaña y mis paseos cotidianos por la ribera del Gállego"

Aunque nos avanza un poco ya, ¿cuál sería su vínculo con la naturaleza?

Para mí, la naturaleza es como un encantamiento, una matriz que se renueva infinitamente, donde en una simple hoja se puede revelar la vibración del mundo. Me produce una fascinación ilimitada. Es un poco como la poesía: el paisaje es un refugio para volver siempre a cobijarte en su intemperie.

“Un refugio para volver siempre a cobijarte en su intemperie”. La frase no parece gratuita. Sigamos por este camino. ¿Cómo quiere que sea su poesía?

Como un lenguaje que desea ir más allá, que haya siempre un proceso de búsqueda, de indagar en el lenguaje. Que no olvide el aspecto conceptual pero que conmueva siempre. Involucrada en la metapóetica y en el ser humano. Que mantenga el equilibrio perfecto entre sentimiento y pensamiento, entre verdad y belleza. Que tenga un fulgor y una intensidad imprescindibles. A cada palabra le corresponda su destello.

"Hay un gran auge de poetas y aunque, como diría Antonio Machado, hay que separar las voces de los ecos, la poesía goza de un gran momento; vamos que sigue viva, muy viva y coleando"

¿Podemos hablar de modelos, de referentes? Estamos en vísperas del Día Internacional de la Poesía.

Voy a mencionar alguno aunque la lista es interminable: Lorca, Alejandra Pizarnik, Jorge Guillén, Antonio Colinas, José Ángel Valente, Pedro Salinas, Claudio Rodríguez, Blanca Varela, Chantal Maillard, clásicos como San Juan de la Cruz y, por supuesto, María Zambrano, a la que pertenecen las citas, inicial y final, del libro.

¿Cuál es el lugar de la poesía en unos tiempos tan convulsos?

En la actualidad, sobre todo por el desarrollo de nuevas tecnologías e influencia de las redes sociales, hay un gran auge de poetas y aunque, como diría Antonio Machado, hay que separar las voces de los ecos, la poesía goza de un gran momento; vamos que sigue viva, muy viva y coleando.

Usted ha sido concejala en un municipio tan activo y tan lleno de cultura como Zuera: teatro (con Nuria Espert, nada menos), música y danza, una magnífica biblioteca y su querida bibliotecaria Chus Juste, el centro dedicado a Odón de Buen. ¿Cómo se sale de una experiencia así y cómo se reincorpora a la vida cotidiana?

Al finalizar esa etapa mencioné públicamente, en mi último pleno municipal, un verso: “Ser, nada más” de Jorge Guillén. Desde esa premisa trabajé apasionadamente por la cultura de mi pueblo, tratando de abrir cauces y expandir la mirada. Desde la misma, continúo en la actualidad, en la faceta literaria, aunque nunca me alejé del todo porque va en mí.

Mar Blanco inicia y cierra su libro de amor a la naturaleza con sendas citas de María Zambrano.
Mar Blanco inicia y cierra su libro de amor a la naturaleza con sendas citas de María Zambrano.
A. C./Heraldo.

TRES POEMAS DE ‘LA CALIGRAFÍA DEL BOSQUE’

I

Mis pasos en el bosque

siembran palabras en la tierra ilesa.

Hundirse con el oído pegado al suelo,

caer como una semilla

que el silencio atraviesa.

Poner a salvo el corazón del cosmos.

II

Hay una sentencia profunda

en la flor de la achicoria.

Oculta un mensaje azul

en el núcleo de su semilla

trenzado a la necesidad.

La geometría de su memoria

atestigua un sistema de resonancias,

la escritura de la tierra,

la resistencia de las horas.

III

Con las manos secas del tiempo,

hágase en mí la inmóvil caricia

de los abedules,

ramas de abeto iluminadas

por el cráter curvo de la tierra.

Los árboles ponen en contacto

la médula del mundo

con la dulce materia

de lo absoluto.

Hágase, por siempre,

el brillo entre las hojas.

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