Fernando Aramburu: "Me gustaría que mi última palabra fuera poética"

El escritor agrupa sus seis poemarios en un único libro, 'Sinfonía personal' (Tusquets), en el que se adivinan algunas de sus obsesiones.

Fernando Aramburu
Fernando Aramburu
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La editorial Tusquets acaba de reunir en un solo volumen los seis poemarios que Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ha escrito, una obra que estaba dispersa, publicada en pequeñas editoriales y distribuida de forma muy rudimentaria. Francisco Javier Irazoki, amigo de Aramburu, fue corrigiendo y editando en secreto la obra lírica del escritor, que se caracteriza por el inconformismo frente a la "alternativa estética timorata" de la dictadura. La edición, revisión y epílogo del libro, titulado 'Sinfonía corporal', corren a cargo de Irazoki, que llegado a un punto pidió permiso a su autor para revitalizar de nuevo su obra poética, ante el hecho evidente de que era desconocida por muchos.

Por añadidura, Uramburu e Irazoki eran conscientes de que en sus versos están agazapados muchos de los temas que acompañarían al autor de 'Patria' a lo largo de los años, como la denuncia de la crueldad política, la preocupación por el entorno social del País Vasco, la relación con los padres, los momentos de plenitud teñidos de melancolía o la pregunta sobre el sentido de la vida ante la cercanía de la lápida. Son los asuntos que según el editor de Tusquets, Juan Cerezo, recorren los versos de Aramburu, que de joven se afilió a la "revolución surrealista" dentro del grupo Cloc. "Hubo un momento en el que me dije: A partir de ahora solo vas a escribir los poemas indispensables. Y desde ese día no volví a hacer ninguno", cuenta con gracia el novelista.

El autor cree que la poesía es una "vocación", mientras que la novela es un "trabajo" que exige ciertas habilidades. Si bien su quehacer novelístico siempre ha estado impregnado de poesía, el autor lleva tiempo sin entregarse a ella como creador. "Creo que volveré a publicar poesía desde una atalaya personal diferente. Si logro sobrevivir una o dos décadas, me gustaría que mi última palabra poética, con versos de agradecimiento a las cosas bellas de mi vida. Un testamento personal escrito con serenidad y estoicismo".

Con todo, Fernando Aramburu no ha abandonado la poesía como lector. Todas las noches, antes de dormir, lee uno o dos poemas. "Necesito la belleza, la armonía, la densidad del pensamiento", apunta el autor de 'Sinfonía corporal', título de uno de sus poemarios que da nombre a todo el volumen. Aramburu considera que el título es muy acertado, pues sus versos suelen cantar al amor físico y el erotismo, pero también al envejecimiento y la decrepitud. "En este es libro estoy entero y verdadero. Aquí estoy yo".

Los poemas, compuestos entre 1977 y 2005, rebosan, según su compilador, "erudición y buen gusto musical". Aunque al Aramburu le costó un año "despoetizarse", no ha podido del todo limpiar su prosa de adherencias poéticas que se condensan en pocas líneas. Lo que es consustancial a su escritura es su sentido del humor, que se aprecia por ejemplo en su vena satírica, que ha seguido cultivando. Un buen ejemplo es 'Ávidas pretensiones", novela en la que se ríe del egotismo y las pendencias de las facciones poéticas. Sin embargo, siempre que ha escrito poesía se ha alejado de las veleidades humorísticas, al entender que lírica y la risa casan mal. Y es que además la primera tiende a adueñarse de todo el espacio. "Basta con introducir un elemento de humor para darse cuenta de que la poesía se disuelve, se rompe con el humor. Si en lugar de 'Volverán las oscuras golondrinas' dices 'Volverán las oscuras mandarinas'... Toda mi obra basculan entre el humor y la poesía, entre esos extremos".

Pieza musical

"La poesía es una necesidad básica del ser humano. Otra cosa es que la gente la busque en los libros de poemas, cosa que se da más bien excepcionalmente. Pero absolutamente todos los seres racionales se emocionan escuchando una determinada pieza musical o ante una secuencia de película, o ante un cuadro, un jardín o simplemente ante el mar", declara el escritor, que siente un "calorcillo" de vez en cuando entre sus manos, como si el verso pugnara por salir. "No me imagino a nadie que vaya por la vida buscando operarios que trabajan con el martillo neumático y se ponga al lado. Todos necesitamos un poco de música, un buen vino, una conversación grata, un reencuentro, la fortuna de experimentar el amor".

Para Aramburu, la poesía se presta a la confesión y la rendición vital de cuentas. "En una novela puedo fingir, puedo imaginar, puedo idear, puedo contar vidas que no tienen nada que ver con la mía mal, maldades de todo tipo que yo no haría jamás, pero en la poesía soy muy verdadero", alega el autor de 'Patria', quien lamentó entre risas que el público lector le identifique solo con la escritura de esta novela.

Cuando se le preguntó sobre el documental acerca de Josu Ternera, obra que pidió no se exhibiese en el Festival de Cine de San Sebastián, dijo que él nunca ha sido partidario de cancelar nada. "La primera persona que firmó ese manifiesto fue alguien que perdió un hermano por culpa del terrorismo. En ese manifiesto no se usaba la palabra cancelar en ningún caso, sino que se criticaba que la película se inaugurara en la ciudad donde más víctimas mortales ha producido el terrorismo. No me pareció bien, no me pareció moralmente bien, pero que existan documentales a mí sí me parece bien".

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