Miguel Bonal: "La viola da gamba es un instrumento muy humano"

El joven intérprete aragonés cierra 2021 tras recibir varios de los mejores premios de música antigua de España

Miguel Bonal, tocando la viola de gamba construida por el lutier aragonés Javier Martínez.
Miguel Bonal, tocando la viola de gamba construida por el lutier aragonés Javier Martínez.
José Ignacio Iguarbe

Se llama Miguel Bonal Asensio, nació en Zaragoza en 1999 y, apenas rebasada la veintena, se perfila como uno de los violagambistas con más futuro del continente. En marzo pasado ganó el primer premio del concurso de Música Antigua de Juventudes Musicales, en competencia con intérpretes de más edad y de todo tipo de instrumentos. Y hace tan solo unas semanas recibió un accésit en el certamen El Primer Palau junto a dos de los premios extraordinarios: el Catalunya Música y el de la Crítica.

"Ha sido mi mejor año, sin duda; con galardones como estos compensa todo el esfuerzo que he realizado en los últimos años», señala. Y esto le sucede cuando todavía no ha completado su formación: en 2017 comenzó sus estudios superiores de viola da gamba y violonchelo barroco en la ESMUC (Escola Superior de Música de Catalunya) con Emmanuel Balssa, que ya ha terminado; y actualmente cursa el primer año del máster de viola da gamba que imparte el Royal Conservatory de La Haya, con Mieneke van der Velden.

Miguel Bonal llegó a la viola da gamba con sorprendente precocidad. "Fui a un concierto del festival de música antigua en la iglesia de Santa Isabel –relata–. Me llevaron mis padres y mi hermano mayor, y me deslumbró el sonido de la viola da gamba en manos de Jordi Savall. Supe que quería tocar ese instrumento".

Y con tan solo siete años entró en el Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza, para estudiar con Fernando Marín.

"La viola da gamba en realidad es una familia de instrumentos: la hay soprano, tenor, bajo y contrabajo –señala–. Hice la prueba con la bajo, que a esa edad es casi imposible de tocar por la distancia de los trastes y el tamaño de la mano. Pero entre. Empecé con la soprano y más tarde pasé a la bajo. Mi aprendizaje con Fernando Marín ha sido muy importante porque él estudió con Wieland Kuijken y me enseñó su técnica. Luego, en Barcelona, con Emmanuel Balssa, he empezado a tocar también el violonchelo barroco, que tiene más lugar en las orquestas. Lo normal en los instrumentistas es lo contrario: que se empiece en el violonchelo y luego llegue la viola da gamba".

Ha tenido la oportunidad de reencontrarse con Savall y contarle cómo le despertó la vocación. "La viola de gamba es un instrumento muy ‘humano’: no tiene pica, se coloca entre las piernas, en el centro de tu cuerpo, y cuando lo tocas parece que el sonido nace de ti. Es tan humano que, antiguamente, se tallaban cabezas de mujer en las clavijas. Es un instrumento con ‘alma’".

El instrumento que utiliza en sus conciertos lo realizó el lutier aragonés Javier Martínez, director de la Escuela de Violería de Zaragoza. Es una viola da gamba baja barroca modelo Henry Jaye, inglesa, de seis cuerdas. Una pieza delicada (las cuerdas son de tripa), muy sensible a los cambios de temperatura. Pero Miguel Bonal la mima.

Los premios le han traído consigo numerosos conciertos. El lunes ofreció uno en Baeza; este jueves tiene una cita en el Museo de Artes Decorativas de Madrid; y el viernes en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. En Aragón apenas se le ha escuchado. Dio un concierto en octubre pasado en Alagón, localidad de donde procede su familia.

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