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Pasotismo 2020, de Batán de Salas: una transición entusiasmante

El recomendable coupage resume el espíritu de cambio de la bodega.

Pasotismo 2020, de Batán de Salas.
Pasotismo 2020, de Batán de Salas.
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Adrián Beroz, gerente de Batán de Salas, y Nicolás Brun, enólogo de la bodega, hablan con verdadero entusiasmo cuando se les pregunta por los proyectos en los que está inmersa esta marca del Somontano, en plena transición de un modelo más pegado a la tradición a otro que aborda la potenciación de algunas variedades locales como la moristel o la parraleta y que busca un salto a lo ecológico. Por el camino, muchas pruebas y unos resultados que resultan, asimismo, entusiasmantes.

Prueba de ello es Pasotismo, cuya tercera añada lleva poco tiempo en el mercado. No ha habido una igual a otra: la de 2019, por ejemplo, fue un coupage de syrah, garnacha, cabernet sauvignon, tempranillo y merlot. La etiqueta trasera era una fiesta: tras la vendimia, cada uva tomó un camino muy distinto, bien fuese barrica de 500 o 300 litros, lagar abierto, depósito de acero inoxidable... así hasta la mezcla. La última añada, la de 2020, perdió por el camino la merlot y la garnacha para dejar hueco a la moristel. Brun resume así el espíritu del momento: «Buscábamos un vino que tuviera variedades autóctonas del Somontano, tanto las que venimos entendiendo como típicas desde los años noventa como las que anteriormente ocupaban ese lugar. Y, a la vez, dar ese paso del Somontano clásico hacia algo más fresco, todo ello en mitad de una transformación de la bodega y en algunos cambios en los procesos, tanto en la vendimia, ahora manual, como en la propia elaboración. Y sin perder de vista que buscamos vinos más relacionados con la viña que con la bodega».

Para Beroz, todas estos cambios son posibles gracias al tamaño moderado de la bodega: «Ser como somos nos permite experimentar, elaborar de distintas formas a partir de la misma variedad. Estas microelaboraciones (de Pasotismo se comercializan 2.000 botellas y la mitad emigran al Reino Unido) son el resultado de un proceso constante de prueba-error que nos permite acabar encontrando el vino que buscamos».

Pasotismo, reconoce Beroz, es punta de lanza del proyecto de la bodega, que también ha sacado al mercado Moristel 76, un monovarietal que reivindica un tipo de uva propio de la zona. «Creemos esto es lo que en este momento busca el mercado, vinos distintos, pegados al territorio, que miren al pasado y al futuro y que traten de sorprender. Y en ello seguimos después de tres años en los que también estamos recuperando, en parte, los depósitos de hormigón con y sin pintura», resume el gerente.

Brun ha colaborado estrechamente con su homólogo Thomas Holt (Paso Primero) para dar forma a Pasotismo, con el que han conseguido «el punto de ligereza necesario para que hablemos de un vino más largo y no tan ancho, equilibrado, ni ácido ni dulzón». En nariz, el tinto recuerda a frutos rojos, «tanto frescos como maduros», y también, asevera Brun, un punto de sotobosque. En boca tiene un paso muy agradable y ligero.

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