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Velázquez, la repetición de un problema en el Real Zaragoza para Cordero y Sanllehí

El entrenador, segundo en lo que va de liga tras el despedido Escribá, es repudiado en su 12º partido por la afición presente en Villarreal tras un trimestre de regresión evidente del equipo.

Julio Velázquez aplaude en la banda de La Cerámica en el partido del sábado ante el Villarreal B.
Julio Velázquez aplaude en la banda de La Cerámica en el partido del sábado ante el Villarreal B.
Moisés Castell/Prensa2

Julio Velázquez es una ‘patata caliente’ desde la noche del sábado en manos de los ejecutivos con mayor responsabilidad en los despachos del Real Zaragoza en el día a día. Las últimas horas han transcurrido con diversas conversaciones a varias bandas en las que se analiza en profundidad la envergadura del inconveniente que significa la contestada figura del entrenador en el presente y, asumiendo que existen escasas opciones de repararlo, también en el futuro más inmediato de la vida del club.

La preocupación es máxima entre los jerarcas de la entidad tras lo vivido en Villarreal el sábado por la noche: el repudio de la afición desplazada (más de 2.400 zaragocistas viajaron al partido contra el filial amarillo). Se evalúa la hondura del caso, tanto por la unanimidad del grito «Velázquez vete ya», cantado en varias andanadas con muchos decibelios, como por la manifestación de hartazgo general que el zaragocismo mostró con el equipo a la conclusión del partido. Algo que salpicó inevitablemente a los demás estratos de la SAD por pura responsabilidad y, asimismo, porque ya en la calle, se vivieron por primera vez rozamientos personales directos con un grupo de seguidores, a pies del autobús y en la salida de los coches de los dirigentes.

Esto es nuevo en esta era de la propiedad llegada en mayo de 2022. En el primer año y medio de su gobierno, hasta este episodio, entre la ingente cantidad de pequeños accionistas, socios, abonados y seguidores zaragocistas todo había gravitado alrededor de un ambiente de ilusión, expectación, reconocimiento, esperanza, candidez y paciencia general.

Pero hace 48 horas, en tierras de Castellón, algo cambió. Una gota, la que fuese, colmó un vaso que se iba llenando en segundo plano, sin que nadie en el club le diera importancia. Y tras lo visto ante el débil filial villarrealense por parte de los seguidores, a esa mezcla referida de componentes inocuos con los que tan tranquilos han vivido en este tiempo los responsables del Real Zaragoza, se añadieron la pólvora, el cansancio y la desesperación en el talante del zaragocista medio. Una especie de vuelta al pasado. Una recaída dentro de esta patología de pareceres y comportamientos nerviosos que surgen por naturaleza propia tras acumular 11 años en Segunda División, fuera del sitio natural de un club histórico.

No cala entre la gente

Julio Velázquez ha pasado en tres meses de aparecer como una solución de emergencia para un Zaragoza en apuros a convertirse en un problema. Una china en el zapato por elevación, incidencia repetida para sus dos responsables inmediatos en la pirámide de mando de la SAD, Juan Carlos Cordero, director deportivo, y Raúl Sanllehí, director general.

El estado de regresión general evidente del equipo, su deficiente juego, la nula capacidad de seducción y enganche con la afición a través de la calidad de su propuesta y la postura refractaria y tangencial de Velázquez en sus apariciones públicas respecto de la idiosincrasia de Zaragoza, del Real Zaragoza y de sus gentes han terminado conformando un cóctel contraproducente que amenaza con terminar siendo explosivo. Cordero y Sanllehí, que ya atravesaron por una situación similar entre octubre y noviembre con Fran Escribá como objeto de debate –y, finalmente, destitución fulminante–, viven horas de incertidumbre y preparación del terreno ante lo que puede terminar siendo un nuevo paso por la casilla de salida.

Los dos vieron y oyeron ‘in situ’ en La Cerámica cómo el preparador castellano fue repudiado el sábado por la noche por la afición zaragocista. Cordero habló a solas sobre el césped con Velázquez a los pocos minutos de acabar el choque, junto a los banquillos. Sanllehí también pulsó brevemente en las entrañas del estadio los síntomas derivados del rechazo experimentado por el equipo tras el enésimo fiasco de partido.

Hace algo más de tres meses, la ‘patata caliente’ de Escribá la aguantaron entre sus manos demasiado tiempo y acabó quemándoles, con ampollas y marcas que aún perduran, vista la marcha del equipo tras aquella caída libre reparada con demasiada lentitud. Ahora, a Velázquez, si el proceder de las cosas se complica, no van a sostenerlo tanto tiempo en contra de una opinión contraria generalizada. Son horas incandescentes.

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