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El regreso de Natxo González

El entrenador vitoriano, investido técnico del Málaga, vuelve a Zaragoza casi cuatro años después de su controvertida salida, una espantada aún llena de enigmas. 

Natxo, en un entrenamiento de esta semana en el Málaga.
Natxo, en un entrenamiento de esta semana en el Málaga.
Málaga CF

La tarde del miércoles 23 de mayo de 2018, unos días antes de jugar contra el Valladolid, Natxo González convocó a Lalo Arantegui en su despacho de la Ciudad Deportiva y le tiró la bomba a los pies: no iba a seguir en el Zaragoza de la próxima temporada. Faltaban un par de jornadas para acabar la liga regular y todo un play off de ascenso por jugar, y aquel trueno amenazaba la estabilidad de un equipo propulsado hacia Primera durante una segunda vuelta de matrícula de honor, con 47 puntos sumados.

No había vuelta atrás: Lalo Arantegui, impactado por una situación que jamás previó, lo intentó convencer, le planteó revisar su contrato, le propuso soluciones… Pero la decisión estaba tomada. Natxo cumplió con su compromiso de intentar ascender al equipo, pero la atmósfera del final de aquella campaña ya no fue la mejor. Ahora, casi cuatro años después, el técnico regresa a La Romareda. Desde su salida, solo había vuelto una vez, en el enfrentamiento de Copa del Rey entre el Zaragoza y el Deportivo de septiembre de 2018.

Natxo ha tomado los mandos del Málaga, reingresando así en la rueda de entrenadores del fútbol profesional español después de un par de años en los que ha ido descolgándose poco a poco de ella. Nunca ha dejado de entrar en diferentes ternas y sondeos de clubes, pero hasta la apuesta del Málaga no había cristalizado ninguna. En una selva como la actual en los banquillos españoles, Natxo tenía una de sus pocas oportunidades de reengancharse. Sus últimas experiencias habían sido internacionales. En el Tondela portugués y en el Bolívar de Bolivia. Del Deportivo, después de una gran primera vuelta tras dejar el Zaragoza, fue despedido en abril, con el equipo en los puestos altos.

Si uno observa el curso de los acontecimientos posteriores a su plante al Zaragoza, no es complicado deducir que, deportivamente, a Natxo las cosas no le han ido mucho mejor de lo que le podían haber ido quedándose, con ascenso a Primera o sin él, en un proyecto construido a su medida y en el que su gran valedor, Lalo Arantegui, lo apoyó en las duras y las maduras. Pero Natxo se fue. En su despedida, por carta, después de caer en la eliminatoria de ascenso contra el Numancia, se limitó a excusar la ruptura unilateral de su contrato con una escueta y vaga explicación: "Por diferentes motivos dejaré de ser el entrenador del Real Zaragoza la temporada que viene".

A la marcha de Natxo siempre le ha rodeado una nube de misterio, como si solo se hubiera contado la mitad de lo sucedido. En realidad, las verdaderas razones apenas las conoce su entorno más íntimo, y ni siquiera a los dirigentes del Zaragoza les ofreció muchas más argumentaciones que "cuestiones personales y profesionales".

Cuando Natxo comunicó a Arantegui su salida no le dijo que un equipo andaba detrás de él, aunque el director deportivo no tardó en atar cabos. El Deportivo de La Coruña, un mes antes de aquello, ya le había seducido a él para el puesto de director deportivo y Carmelo del Pozo, finalmente elegido, había dejado pistas por el camino de que iría con todo a por un entrenador que encajaba en la descripción de Natxo. Así que cuando unos días después, desde La Coruña, se aireó el asunto, a nadie en el Zaragoza le cogió por sorpresa. El Dépor pagaría los 120.000 euros de la cláusula liberatoria de Natxo, con contrato en vigor.

Lalo Arantegui, en un ejercicio de serenidad y responsabilidad, salió como tantas otras veces a proteger a Natxo y tratar de poner el foco en el ascenso. La espantada estaba dada, pero el Zaragoza se jugaba mucho.

Mientras tanto, comenzó a conocerse que pese a la buena marcha del equipo en esa segunda vuelta, Natxo no estaba cómodo en Zaragoza. Quizá sin la potente oferta del Deportivo, hubiera continuado en un equipo en el que ya estaba participando en la confección de la próxima temporada (por ejemplo, en el fichaje de James Igbekeme) y en el que había participado en la aplicación de una metodología de trabajo en la cantera basada en su modelo de juego. Pero no había una razón económica, pues sus 200.000 euros anuales de sueldo se multiplicaban por 3 en caso de ascenso. Dentro de las cuestiones personales en las que Natxo no abundó, según comenzó a saberse, estaba la escasa defensa que el entrenador percibió cuando, incluso en una segunda vuelta de 47 puntos, se le cuestionaban determinados aspectos.

 Natxo se sintió permanentemente en la diana, tanto en la primera vuelta cuando Lalo frenó su destitución, como en la segunda en la que el Zaragoza puso la directa hacia un ascenso que seguramente hubiera llegado por la vía directa si la reacción nace un par de jornadas antes o si la liga dura un par de semanas más.

Y, así, mañana, en La Romareda, Natxo González y el Zaragoza se reencontrarán muy lejos de donde el destino pudo llevarles.

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