Un calamochino en la carrera más dura del mundo: "Llegué a mi límite"

Juan Carlos Gimeno, exfutbolista de 28 años, no había corrido jamás una carrera, pero ha acabado en el puesto 19 la Marathon des Sables, en el desierto del Sáhara.

Juan Carlos Gimeno, al entrar en la línea de meta.
Juan Carlos Gimeno, al entrar en la línea de meta.
Toño Miranda

El calamochino Juan Carlos Gimeno siempre ha estado vinculado al deporte. Durante buena parte de su vida lo hizo como futbolista, en el fútbol regional aragonés, extremeño y madrileño. Sin embargo, a los 26 años -y tras pasar por equipos como el Binéfar, el Andorra, el Cacereño o el Móstoles- decidió dejar de darle patadas a un balón para centrarse en su faceta de entrenador personal, con la que trata de “sacar la mejor versión de las personas”.

Siempre había salido a correr, pero tras el verano del año pasado vio que necesitaba un reto que le exigiera superarse a sí mismo. Y encontró la Marathon des Sables, considerada como una de las carreras más duras del mundo, si no la más dura. No había corrido jamás una carrera, pero quiso estrenarse en de 252 kilómetros en seis etapas por el desierto, con condiciones de supervivencia realmente duras.

“Nunca había corrido ninguna carrera, ni una 10k ni una media maratón... Mi primer dorsal me lo he puesto en el desierto del Sáhara”, cuenta desde Madrid, donde ejerce su profesión de entrenador. Los siete meses previos ha llevado una preparación que empezó con salidas de 10-15 kilómetros, hasta completar una semana de enero en la que sumó 150. “Fue todo muy progresivo porque no quería lesionarme”, explica. Estos entrenamientos incluyeron sesiones en la playa para acostumbrarse a correr sobre la arena, fundamental en la prueba africana.

Juan Carlos Gimeno, exfutbolista de 28 años, no había corrido jamás una carrera, pero ha acabado en el puesto 19 la Marathon des Sables, en el desierto del Sáhara.
Juan Carlos Gimeno, exfutbolista de 28 años, no había corrido jamás una carrera, pero ha acabado en el puesto 19 la Marathon des Sables, en el desierto del Sáhara.

Según explica Gimeno, la Marathon des Sables es una prueba de atletismo, pero también de supervivencia. Tienen que llevar encima todo lo que usen para comer y dormir. De hecho, antes de salir tienen que superar una serie de controles en los que les revisan que lleven todo lo necesario para salir airosos (cuchillo, desinfectante, saco de dormir)… Y alimentos con un mínimo de 2.000 kilocalorías para cada día. “Son días de dormir mal, de apenas descansar, de no poder ducharte, sin el móvil… Es un cambio radical con lo que tenemos en nuestro día a día”, explica.

Tras dos primeras etapas de 31 y 41 kilómetros los dos primeros días, al tercero llegó una ‘tirada’ de 85, con la subida a dos montañas de considerable desnivel -y con los 8 kilos de mochila a cuestas, claro-. “Al llegar a la meta me caí al suelo y estuve 10 segundos inconsciente. Llegué a mi límite, pero afortunadamente no fue nada y lo superé”, recuerda.

Aunque se apuntó a la prueba sin saber cuál iba a ser su sitio en la carrera, en esas etapas se vio bien, entre los 30 primeros clasificados de un total de 900 inscritos. “Sabía que estaba fuerte, pero iba sin ninguna idea de quedarme adelante o atrás. Iba a disfrutar. Pero me vi que podía estar entre los mejores, fui dándolo todo, me lo fui creyendo y acabé el 19, lo cual es un orgullo y una alegría enorme”, reflexiona.

“Tuve siete compañeros de jaima y decidimos que cada día le iba a tocar a uno contar su historia. Hubo confesiones que nunca se habían contado a nadie"

Al margen del resultado deportivo, considera que se adaptó bien a las situaciones extremas a las que se tuvo que enfrentar durante esa semana. “Ves que no tienes higiene, que pasas hambre… Pero ahí te apoyas en tus compañeros y sacas fuerzas de dentro de ti. En situaciones muy difíciles he sacado mi fuerza interna para superarlas”, considera.

Además, Juan Carlos Gimeno -23toptraining en las redes sociales- destaca otra vivencia que le dejó la Marathon des Sables: “Tuve siete compañeros de jaima, y decidimos que cada día le iba a tocar a uno contar su historia, su experiencia vital. Hubo confesiones que nunca se habían contado a nadie. Me quedan amistades que serán para siempre”.

Detalle de la espalda de Juan Carlos Gimeno, con heridas por el peso de la mochila.
Detalle de la espalda de Juan Carlos Gimeno, con heridas por el peso de la mochila.
Toño Miranda

La carrera le deja a Gimeno la lección de que hay que “valorar lo que tenemos en el día a día”, cosas como “un colchón, una cama o tener comida”. Y también, que “aunque creas que no puedes dar más, siempre se puede un paso más”.

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