Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Futuro incierto para los investigadores aragoneses: “Si no consigues un compromiso de estabilidad, te quedas con el culo al aire”

La bioquímica Alejandra González y la bióloga Ruth Rodríguez son dos de las afectadas por el fin del plan María Zambrano que pone en peligro el futuro de una veintena de investigadores aragoneses.

La investigadora Alejandra Rodríguez Loyola, MSCA-Sello de Excelencia, en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón donde trabaja.
La investigadora Alejandra Rodríguez Loyola, MSCA-Sello de Excelencia, en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón donde trabaja.
A.R.

La suya es una historia de éxodo laboral para cumplir su sueño de trabajar como investigadora. La bioquímica zaragozana Alejandra González Loyola, de 39 años, salió hacia Suiza para hacer su posdoctorado y consiguió trabajo en la Universidad de Lausanne. Allí permaneció durante 6 años y medio hasta que vio en el programa de ayudas María Zambrano para la atracción de talento internacional, que se puso en marcha en 2021, la oportunidad de volver a casa y de seguir desarrollando su trabajo como investigadora.

Lo hizo en 2022, para trabajar en el Instituto Universitario de Investigación en Ingeniaría en Aragón (I3A). “Mi intención era la de volver a España y la María Zambrano fue mi oportunidad, pero esperaba que se alargase en el tiempo y no que nos hayan hecho volver para nada”, lamenta.

Y es que estas ayudas europeas dirigidas a investigadores españoles que estaban trabajando fuera de nuestras fronteras y quisieran regresar a España nacían ya con fecha de caducidad: el año 2024. No había ningún compromiso de estabilización de los puestos creados gracias a ese programa pasado ese tiempo. En la actualidad hay alrededor de 700 investigadores en toda España afectados por el fin de este programa que ven peligrar su futuro laboral. 20 de ellos son aragoneses.

Siendo consciente del incierto futuro que tenía por delante, Alejandra, al igual que la mayor parte de sus colegas, buscó alternativas para garantizar su futuro y echó candidaturas a diferentes becas y programas. “Cuatro de nosotros hemos renunciado a la ayuda por otro tipo de contrato. Tres, por contratos Ramón y Cajal con los que la universidad tiene compromiso de estabilización, y en mi caso por el MSCA-Sello de Excelencia, que obtuve en junio del año pasado. Decidí buscar algo antes de que se terminase la María Zambrano”, confirma González.

Gracias a esta ayuda, actualmente trabaja en el grupo de Metabolismo y Células Madre Tumorales del Instituto de Investigación Sanitaria Aragón donde puede liderar su propia línea de investigación para descifrar nuevos mecanismos terapéuticos que frenen la progresión del cáncer de páncreas.

“Mi contrato sigue sin ser estable y con este tipo de sistema no hay vista más allá”

A pesar de su sello de excelencia, no ha ganado la ansiada estabilidad. “Tengo ayuda solo hasta 2025”, es decir, que con este cambio, ha conseguido únicamente tener un trabajo durante un año más. “Mi contrato sigue sin ser estable y con este tipo de sistema no hay vista más allá”, y critica que su situación laboral dependa en gran medida de la suerte. “Si no se consigue un proyecto con un centro que adquiera un compromiso de estabilidad, te quedas con el culo al aire”, asegura González.

Al paro a final de año

Sin embargo, ella es afortunada porque algunos de sus colegas “no han conseguido ningún otro contrato a día de hoy y están a la espera de la resolución de otras convocatorias, pero si no lo consiguen se van al paro a final de año”, avisa. Es el caso de Ruth Rodríguez. Esta investigadora de 38 años trabaja en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza y en diciembre de 2024 se termina su ayuda María Zambrano, a la que se acogió en 2022 para volver a España desde Israel, donde trabajaba. 

La investigadora Ruth Rodríguez, con una beca María Zambrano, trabaja en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
La investigadora Ruth Rodríguez, con una beca María Zambrano, trabaja en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza.
R.R.

Ella no tiene plan B. “Podía haber seguido en Israel pero quería volver y pensaba que nos estabilizarían de alguna manera, pero no ha sido así”, lamenta. “La única forma de conseguirlo era acreditarme como investigadora R3, pero me piden unos requisitos incompatibles con la María Zambrano, que tiene una duración máxima de tres años, como por ejemplo, dirigir un proyecto de investigación, para el que el tiempo mínimo que exigen es de 4 años, por lo que es imposible obtener esa acreditación”, critica. 

"Si no lo consigo, me estoy planteando dejar la investigación”

He pedido una beca Ramón y Cajal pero hasta julio no se resuelven. Por ahora es la única baza que tengo. Si no lo consigo, me estoy planteando dejar la investigación”, afirma. “Llevo toda la vida yendo de un lado para otro y haciendo muchos sacrificios y no he conseguido un empleo estable, por lo que estoy pensando en pasarme a la docencia y optar a un puesto como profesora de secundaria o pasarme a trabajar a la empresa privada”, señala Rodríguez.

Bajar de rango

Otra posibilidad es la de optar a una plaza de ayudante-doctor en la universidad, pero “eso significa bajar de rango y de sueldo porque ese puesto está dirigido a personas que acaban de salir del doctorado, es el rango más bajo en el escalafón de las universidades. Nosotros tenemos un bagaje detrás mayor, con años de investigación a nuestras espaldas”, afirma Alejandra González.

Parece imposible que se haya hecho ese gran esfuerzo para traernos de vuelta y dejarnos marchar después. Es una estupidez que no tienen sentido ninguno”, añade. “La mayoría de nosotros dejamos atrás un trabajo estable fuera de España para poder regresar y hemos traído a nuestras familias de vuelta para que luego no nos estabilicen y nos quedemos en el paro”, critica la investigadora.

"Dejamos atrás un trabajo estable fuera de España para que luego nos quedemos en el paro"

Denuncia además que las entidades académicas que los emplean con estas ayudas no cubren sus costes patronales y tienen que ser los propios investigadores los que los asuman. “A mí me quitan 1.000 euros al mes de mi salario para este fin”, afirma. Una precaria situación que no es exclusiva de los investigadores de la María Zambrano y afecta a otros muchos que tienen otro tipo de ayudas o becas que tampoco garantizan una estabilización laboral.

"Nos gustaría centrarnos en nuestros proyectos de investigación y no tener que dedicar meses a buscarnos las habichuelas”

“Mi marido está en la misma situación que yo. Él es físico y consiguió una beca Marie Curie con la que se le acaba el contrato este mismo año. Es increíble que a pesar de conseguir este tipo de becas, que son importantísimas, no consigamos un contrato estable”, lamenta. 

Esto pasa factura también a nivel personal. “He sido madre en febrero y esta situación laboral es una gran preocupación y genera un alto nivel de estrés. Es una lucha continua y una carrera de fondo. Somos perseverantes porque no nos queda otra, pero nos gustaría centrarnos en nuestros proyectos de investigación y no tener que dedicar meses a buscarnos las habichuelas”, concluye la investigadora.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión