Estudiantes ucranianas en Zaragoza: “Antes de la guerra tenía muchos planes de futuro pero se destruyeron de golpe”

Dos estudiantes de Bachillerto ucranianas muestran en una exposición sus vivencias de la guerra y su salida de Ucrania junto a su familia huyendo del horror y las bombas.

Las estudiantes ucranianas Arina Karamalikova y Sofía Voloshyna, junto a las obras que han expuesto, en el Colegio Británico de Zaragoza del que son alumnas.
Las estudiantes ucranianas Arina Karamalikova y Sofía Voloshyna, junto a las obras que han expuesto, en el Colegio Británico de Zaragoza del que son alumnas.
M.O.

Tienen 17 años y la guerra de Ucrania les cogió en plena adolescencia. Sofía Voloshyna y Arina Karamalikova son dos jóvenes ucranianas que dejaron atrás su casa, sus amigos, los lugares en los que habían pasado su infancia y a parte de su familia para salir del horror y de las bombas que estaban asolando su país natal hace ahora dos años.

Cuando la guerra estalló, su vida entera se desmoronó y con ella su sueño adolescente de construir un futuro en una Ucrania que estaba siendo totalmente destruida. “No podíamos salir a la calle porque no era seguro. Había soldados rusos por toda la ciudad y teníamos miedo”, recuerda Sofía. “Nosotros vivíamos junto al río. Los rusos habían ocupado la otra orilla y lanzaban bombas hacia donde se encontraban nuestra casa”, rememora, por su parte, Arina. 

Uno de los artefactos cayó justo dos casas más abajo de la nuestra y la destruyó. También cayó una en casa de mi abuela, pero afortunadamente ella ya se había ido a Bulgaria”, continúa la estudiante. “Tampoco podremos volver al pueblo donde veraneamos porque sigue ocupado por los rusos y nos han dicho que han puesto minas por toda la zona”, añade.

Dos estudiantes de Bachillerto ucranianas muestran en una exposición sus vivencias de la guerra y su salida de Ucrania junto a su familia huyendo del horror y las bombas.
Dos estudiantes de Bachillerto ucranianas muestran en una exposición sus vivencias de la guerra y su salida de Ucrania junto a su familia huyendo del horror y las bombas.

Junto a sus padres y hermanos, decidieron dejar sus hogares en la ciudad de Jerson, entonces ocupada por las tropas rusas, y buscaron refugio en otros países de Europa hasta que llegaron a España. “En cuanto nos fuimos, los rusos entraron en nuestra casa y la saquearon”, dice Sofía. “Yo me encontraba perdida. Tenía mucho miedo de salir de mi país huyendo de la guerra y comenzar una nueva vida en otro sitio”, confiesa Arina.

Sus vivencias de la guerra, en una exposición

Zaragoza fue el destino de ambas familias, donde llegaron el verano de 2022, pues tenían conocidos en la capital aragonesa que les ayudaron a comenzar de nuevo. Aquí, ambas retomaron sus estudios en el Colegio Británico de Aragón donde comenzaron el Bachillerato Internacional. 

"Todo lo que hemos pintado tiene que ver con la guerra, con nuestra vida antes y con nuestros recuerdos".

Y es en el marco de su asignatura ‘Visual Arts’, donde las dos estudiantes han plasmado en sendas exposiciones el trabajo artístico que han desarrollado durante los dos últimos años y en el que han tomado como inspiración su tierra natal, los recuerdos que les unen a ella y lo que ha supuesto la guerra y la salida del país para sus jóvenes vidas. “La guerra está presente en toda la exposición”, dice Arina. Todo lo que hemos pintado tiene que ver con la guerra, con nuestra vida antes, con nuestros recuerdos de la infancia y con nuestra experiencia como emigrantes”, enumera. 

La estudiante ucraniana Arina Karamalikova, junto a una de sus obras, en el Colegio Británico de Zaragoza.
La estudiante ucraniana Arina Karamalikova, junto a una de sus obras, en el Colegio Británico de Zaragoza.
M.O.

“Al principio fue difícil. Pensaba que volveríamos pronto a Ucrania y no quería aprender español ni hacer amigos”, afirma la joven. “Yo me aislaba en mi propio mundo y mis recuerdos felices para escapar de los momentos tristes que estaba viviendo”, señala Sofía.

Recuerdos de infancia teñidos de gris

Eso es precisamente lo que muestran sus obras. El paisaje que veía desde la ventana de su habitación, “acompañada de mi perro, que murió en la guerra”, los bailes tradicionales de su país y las flores de sus campos. Recuerdos perdidos que se tiñen de gris “porque muchos de ellos ya no son nítidos y se van borrando en nuestra memoria”, indica la estudiante. “Antes de la guerra tenía muchos planes de futuro pero se destruyeron de golpe”, dice Sofía, emocionada y sin poder contener las lágrimas. Y es que “la guerra es algo que todavía está muy presente en nuestras vidas”, apunta.

La estudiante ucraniana Sofía Voloshyna, junto a una de sus obras, en el Colegio Británico de Zaragoza.
La estudiante ucraniana Sofía Voloshyna, junto a una de sus obras, en el Colegio Británico de Zaragoza.
M.O.
“La guerra es algo que todavía está muy presente en nuestras vidas"

Arina ha pintado su ciudad, la calle principal de Jersón, dividida en dos. Un lado luminoso y nítido, el otro, pintado con furia, muestra “la invasión por fuerzas diabólicas”. Los vídeos que acompañan la muestra también reflejan ese contraste entre unos recuerdos de infancia que ha destrozado una guerra y los nuevos comienzos en otro país en el que tienen que afrontar sus próximos retos de futuro. 

“El próximo año comenzaré la carrera en Madrid. Voy a estudiar Gestión Empresarial y Analítica de Negocios”, informa la joven. Sofía también estudiará en Madrid. En su caso, cursará Ingeniería Informática. A la pregunta de si se plantea un futuro en España o en Ucrania, ambas responden lo mismo: “Después de la guerra ya no me planteo nada a largo plazo. Por ahora solo tengo claro que voy a irme a estudiar a Madrid”, afirma Arina. “No sé lo que haré en el futuro. No he hecho muchos planes”, dice Sofía. 

Respuestas que reflejan el fuerte impacto que ha tenido lo vivido en sus cortas vidas y que sacan a la luz sentimientos y sensaciones de las que apenas se habla en este tipo de conflictos: la decepción, el fin cruel de la infancia, la madurez forzosa y el adiós a todo lo que les proporcionaba algo de seguridad.

A pesar de todo, las dos jóvenes se muestran ilusionadas ante su nueva aventura en la capital española y aseguran que, aunque por ahora no tienen previsto volver a Ucrania para vivir -estuvieron el verano pasado para ver a la familia- en Zaragoza “estamos contentas, la ciudad nos gusta mucho y hemos hecho amigos, aunque echamos de menos los que dejamos en Ucrania, que ahora están repartidos por todo el mundo”, concluye Sofía.

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