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Cuando los hijos toman el poder de la casa: "Los padres ya no saben cómo llegar a ellos"

El número de familias que necesitan terapia para solucionar sus conflictos aumenta durante la pandemia, en parte por la distancia "cada vez mayor" que separa a padres e hijos.

Un grupo de adolescentes reunidos con sus móviles.
El abuso de las tecnologías es una importante fuente de conflictos en las familias.
HERALDO

La pandemia ha irrumpido y trastocado casi todos los espacios de convivencia, y las familias no han sido una excepción. La crisis sanitaria ha tenido una potente influencia en el interior de los hogares, así como en las relaciones entre padres e hijos. Los conflictos entre ellos se suceden y crece también el fenómeno conocido como la “jerarquía invertida”, que se da cuando los hijos toman el poder de la casa.

Conocen bien este problema en la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, que lleva desde después del confinamiento trabajando con muchos hogares para cubrir el servicio de intervención familiar que puso en marcha el Gobierno de Aragón. La portavoz del programa cuenta que los hijos “están aumentando su grado de autoridad” dentro de las familias, algo que achaca claramente a “la distancia cada vez mayor” que se establece entre ellos y sus padres, en gran parte por un “uso desmedido de las tecnologías”.

“El espacio que comparten los adultos y los jóvenes cada vez es más escaso. En ocasiones, los hijos tienen más relación con el móvil que con sus padres. Si ese espacio que deben compartir padres e hijos desaparece, se genera una distancia muy importante, hay falta de comunicación y la consecuencia es que los hijos hacen lo que quieren. Sus padres ya no saben cómo llegar a ellos, y no tienen capacidad de influir en lo que ellos deciden hacer”, explican las terapeutas que forman parte del servicio.

Todo esto genera problemas de convivencia, dificultades para relacionarse entre ellos y conflictos. Aunque se trata de problemas habituales en las familias, parece que la pandemia los ha podido incrementar al introducir elementos como “los problemas de duelo no resulto” y “los confinamientos”, que hizo aumentar los roces. En la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar insisten en que casi siempre también está presente “el excesivo uso de móviles, ordenadores y videojuegos”, elementos que “los adultos no lo manejan tanto”, lo que hace que se sientan “menos capacitados que sus hijos”.

Desde este servicio apuntan cuáles son las señales de alarma que los padres tienen que atender, para evitar que esa jerarquía invertida entre en sus hogares: “Lo primero que se empieza a ver es la falta de comunicación con los hijos, el no saber muy bien cómo conectar con ellos”. Además, esa desconexión también se manifiesta en “un desinterés por el colegio, por las actividades extraescolares, por hacer cosas con los amigos… Al final se acaban encerrando”.

Aunque dar consejos es complicado, ya que cada familia es un mundo, unas líneas generales pueden ser las de intentar fomentar “el pasar más tiempo juntos”, el hacer “actividades entre todos” y “el conversar y transmitir cada uno su opinión sobre las cosas, aunque sean distintas”.

Al alza tras la pandemia

Este servicio de atención a familias lo puso en marcha el Gobierno de Aragón en septiembre de 2020, tras salir del confinamiento general, al comprobar que el encierro en los hogares había incrementado los conflictos familiares. Desde entonces se ha atendido a más de medio centenar de familias en más de 400 sesiones de trabajo.

El perfil más habitual era el de una familia “nuclear tradicional”, con dos adultos y uno o dos hijos, con un perfil socioeconómico de nivel más bien bajo. Un 25% eran de origen extranjero, la mayoría de estos latinoamericanos. La mayor parte de los casos han llegado derivados de otras instituciones donde se han detectado los problemas, como colegios y -sobre todo- institutos, pero también hospitales, servicios sociales o centros especializados en salud mental.

La Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, que ha prestado este servicio, dibujó tres líneas de actuación principales: la atención a las familias en las relaciones generadoras de conflictos, la elaboración de duelo ante muertes cercanas -ante la imposibilidad de cerrar adecuadamente el duelo durante la pandemia- y el tratamiento de las dificultades a incorporarse a la nueva normalidad -por miedo al contagio o la pérdida de relaciones sociales-.

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