Osada misión

Osada misión
Osada misión
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La norma que rige no está escrita, pero, de figurar en un letrero, diría "no abrir esta puerta, salvo peligro inminente", a lo cual, en un segundo apartado del mismo cartel, se sumaría la múltiple prohibición de "hablar, poner música, ver televisión, andar con suela dura, sonarse, pasar el aspirador y demás actividades ruidosas realizadas en torno a esta habitación".

Y el caso es que los convivientes no saben qué guiso se cuece al otro lado de la puerta en cuestión.

Cuando, aunque no pregunten por ello, reciben alguna explicación, la gran convicción con la que asienten a lo que oyen es tanta como su incomprensión. Por eso, se ha convenido usar el socorrido término ‘tesis doctoral’, que, pese a su naturaleza esotérica, o quizás gracias a ella, todo el mundo aparenta entender.

Y no solo de prohibiciones está hecho el ‘Régimen de la Tesis’, pues este ordena y dispone la procura activa del bienestar de la persona enclaustrada, tanto en lo material, como en lo anímico y mental.

Respecto a esta última vertiente, apenas se habla de una misión esencial, particularmente ardua, consistente en molestar, interrumpir, desconcentrar, perturbar o hacer perder el hilo. Su fin es poner coto a una actividad intelectual que tiende a poseer por completo el alma de quien la ejerce.

Como hay que vulnerar las normas y, por tanto, jugarse el tipo, solo la gente más osada cumple dicha misión. Hablamos de seres generosos, dispuestos a sacrificarse, a inmolarse, conscientes de que no aparecerán en el capítulo de agradecimientos. Aunque uno mantenga la esperanza de ser la excepción.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Javier Usoz en HERALDO)

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